Columna de Ricardo Lagos: Unión Europea y Chile, un acuerdo pionero basado en la confianza
Lo más importante de la visita de la Presidenta de la Comisión Europea a nuestro país es haber señalado que, para Europa, Chile es un país confiable. Porque las palabras de Ursula Von der Leyen, se dieron en el marco de una gira por Latinoamérica que busca estrechar las relaciones políticas, económicas y energéticas entre ambas regiones. Y todo ello cuando en tres semanas más tendrá lugar la cumbre entre los gobernantes de la Unión Europea y los pertenecientes a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC). Un encuentro que no tenía lugar desde 2015, de aquellos tiempos pre pandemia.
En estos ocho años el mundo ha tenido cambios mayores. Digamos que se acentuó el paso de la Era Industrial a la Era Digital y, también por eso, la agenda tomó nuevos rumbos. Especialmente en la defensa del medio ambiente, en el impulso a las energías renovables y, sobretodo, en la necesidad de un reordenamiento mundial donde el concepto de “autonomía estratégica” tenga plena vigencia. Hoy es evidente que Estados Unidos y China emergen marcando una nueva bipolaridad y tratan de mantener la vigencia de sus formas de comunicación, no obstante las tensiones que les confrontan. Ante ese escenario global, Chile, en diálogo con la Unión Europea, puede reforzar su opción por la multipolaridad.
Las palabras de Ursula Von der Leyen en La Moneda tras su diálogo con el Presidente Gabriel Boric refuerzan esa concordancia: “Europa y Chile no son únicamente socios naturales, lo somos también por elección. Tenemos una asociación muy dinámica y amplia, basada en valores compartidos que se reflejan no solo en nuestras relaciones comerciales y de inversión, sino también en nuestra cooperación en general”. Es lo que impregna el Acuerdo Marco Avanzado Unión Europea – Chile, suscrito en diciembre pasado. Un texto pionero en la región al estimular el diálogo político fluido y de cooperación; proteger e impulsar los intereses comunes, y defender los derechos humanos, la paz, la seguridad y el multilateralismo. Para fin de este año se espera ya esté aprobado por los 27 parlamentos de la Unión Europea.
Un paso clave en el incremento de esta relación es el “Proyecto Team Europe para el Desarrollo de Hidrógeno Renovable en Chile”, suscrito ahora y destinado a fomentar la economía del hidrógeno renovable y sostenible en este país. Una propuesta apoyada en el “Fondo Team Europe de Hidrógeno Renovable en Chile”, iniciativa conjunta del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el Banco de Desarrollo Alemán (KfW), que financiará proyectos de producción y uso de Hidrógeno Renovable con una inversión inicial de más de 225 millones de euros.
Esto no puede ser visto como una sorpresa. Ya en la visita del Canciller de Alemania, Olaf Scholz, se expresó el alto interés de las empresas alemanas en el litio de Chile y el hidrógeno verde que se producirá bajo las ventajas de energía solar y eólica necesarias para obtener este producto. Por eso, mirando al futuro, este país del sur del mundo es un socio estratégico para la Unión Europea, cuya meta al 2030 no solo es producir hidrógeno verde, sino que importar 10 millones de toneladas, para lo cual necesita colaboradores y socios productores de litio. Ahí entra Chile con accesos especiales a un mercado de 450 millones de consumidores, donde emergerán diversas oportunidades de desarrollo para cientos de grandes, medianas y pequeñas empresas vinculadas a este sector.
Todo este desarrollo reclamará también la rigurosidad de los datos. Esto hace necesario el avance en la transición digital, ese otro eje fundamental del Acuerdo Macro. A través de la conexión submarina directa entre Europa y Latinoamérica, Bella II, con centro de operación en Santiago, promueve la consolidación del ecosistema digital de América Latina y el Caribe. Se trata de una plataforma que busca contribuir al avance de la ciencia e innovación regional gracias a aportes de la Unión Europea.
La percepción de la presidenta de la Comisión Europea sobre el valor de la confianza está determinada, por cierto, por la realidad de su continente y lo vivido con Rusia como socio en el abastecimiento energético. Desde que Rusia invadiera Ucrania y las tensiones entre Occidente y Moscú llegaran a un extremo inédito en los últimos treinta años, la cuestión del gas se instaló en la política y la vida de los europeos. Más allá de los acuerdos previos, a comienzos de septiembre Nord Stream 1, el gaseoducto que traía el gas ruso hacia el continente, cerró su suministro indefinidamente. Es el contexto para entender el alcance de sus palabras en Chile y el pedido de trato igualitario a sus empresarios: “Vamos a apoyar una industria respetuosa con el medio ambiente y con la vida de las comunidades (...) Queremos socios que piensen igual y que sean de confianza”, señaló desde La Moneda.
La visita de Von der Leyen dejó claro que la transición verde y digital reclama confianzas, pero también empatías sustentadas en valores, principios y un sentido compartido de lo que es la democracia. Eso estuvo en el trasfondo de la conversación entre el gobernante chileno y la alta autoridad europea. Pero también se reflejó en un gesto poco habitual en otros mandatarios: la presidenta europea visitó el sector de La Moneda donde murió el presidente Salvador Allende y mostró su respeto ante el muro y la placa que lo recuerda. Para ese septiembre de 1973 Ursula Von der Leyen era una adolescente de catorce años y Gabriel Boric estaba lejos de nacer. Sin embargo, ambos simbolizaron allí que la confianza también se construye compartiendo la historia y sacando lecciones de ella.
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