Columna de Rodrigo Montero: Cifras económicas, ¿prohibido “sobrerreaccionar”?

PIB del tercer trimestre mejora en relación al segundo y la economía empieza a dejar atrás su periodo más oscuro
Cifras económicas, ¿prohibido “sobrerreaccionar”?


Diversas reacciones han provocado las recientes cifras económicas. Por una parte, las estadísticas del mercado laboral continúan mostrando una delicada situación, con poca capacidad de creación de empleo, y con un empleo informal que sigue ganando terreno. Por otro lado, la última cifra de Imacec (0,1%) fue para muchos un verdadero “balde de agua fría”, pues se ubicó bastante por debajo de las expectativas de mercado. En medio de este contexto, el ente rector decidió mantener la tasa de interés en un 5,75% –consistente con la recomendación del grupo de política monetaria–, una pausa saludable, diría yo, en virtud del shock de oferta –aumento del precio de la energía– que está experimentando la economía, y por los riesgos que existen en torno a los efectos inflacionarios que esto pudiera tener, sobre todo por los denominados “efectos de segunda vuelta”. Así las cosas, cabe preguntarse si estamos frente a un deterioro de las perspectivas para la economía chilena. No debemos sobrerreaccionar a los recientes datos. Estamos, por así decirlo, atravesando una zona de turbulencias, pero la economía está encaminada a aterrizar este año –con un alto grado de probabilidad– con un crecimiento en torno a 2,25/2,50%, esto es, una velocidad coherente con lo que es nuestra capacidad de crecimiento tendencial. Más aún, el primer semestre habría cerrado con una expansión en torno al 2%, es decir, en línea con lo que es nuestro crecimiento tendencial.

Por otro lado, la pausa del Banco Central en su proceso de normalización monetaria permite darle espacio a la economía para que absorba el shock del precio de la energía. Con todo, debiésemos cerrar este año con una TPM en torno a 5,25/5,50%. Así las cosas, debemos evitar decisiones que sean “datos dependientes” que, más que amortiguar las turbulencias, pueden terminar exacerbándolas.

Ahora bien, otra historia es nuestra capacidad de crecimiento tendencial; céteris páribus, el crecimiento para los próximos 5/6 años está jugado, y en promedio debería ascender a algo en torno al 2%. Pobre, sin duda. Acá puede ser aconsejable una suerte de “sobrerreacción”, ¿en qué sentido? En el sentido de construir de manera ágil y decidida una ambiciosa agenda pro crecimiento; una batería de medidas que nos permitan cultivar un mayor optimismo respecto del devenir de la actividad económica dentro de los próximos diez años. Acá un par de ideas: primero, acordar un pacto fiscal que incluya incorpore incentivos tributarios para fortalecer la alicaída inversión. Segundo: rescatar algunas de las medidas de rápida implementación relevadas por la denominada Comisión Marfán. Tercero, llevar a cabo una profunda modernización del Estado, que permita dotar al país de la musculatura necesaria para fomentar la iniciativa privada y el emprendimiento. Un Estado digital, ágil, que entregue certezas, y que tribute a un buen clima de negocios.

Por Rodrigo Montero, decano Facultad de Administración y Negocios, Universidad Autónoma

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