Efectos del Covid-19 sobre América Latina: Fijarse más en P que en Q
Axel Christensen, Director de Estrategia de Inversiones para America Latina de BlackRock
El brote del virus Covid-19 (coronavirus) ha estado dominando los titulares de los medios desde mediados de enero pasado y ha tenido un impacto visible en los precios de los activos financieros a nivel mundial, donde América Latina no ha estado ausente. Las disrupciones que ha causado el virus en la demanda en China y en cadenas productivas con importantes eslabones en ese país, han puesto en riesgo los brotes verdes de reactivación global que se empezaban al cierre del 2019. Si bien episodios anteriores de epidemias virales apunten a un eventual rebote, la incertidumbre acerca del nivel de contagio del Covid-19 y cuánto pueden prolongarse sus efectos antes de ser controlado, han gatillado una corrección importante en los mercados.
Frente a esta realidad, tanto los inversionistas como las autoridades económicas están tratando de evaluar el impacto de la epidemia, así como también qué tipo de respuestas en los ámbitos de salud, macro y otras políticas públicas se requieren para contener las consecuencias sanitarias, sociales y económicas.
Esta semana se confirmó el primer caso oficial de Covid-19 en Brasil, que también pasa a ser el primer recuento en América Latina. Sin embargo, los canales de transmisión a la región desde la epidemia en China ya vienen, hace algún tiempo, dejando sus huellas en las economías regionales, así como dentro de los sectores de cada país.
Aunque el impacto estimado, actualmente, en América Latina es moderado -especialmente en comparación con Asia-, los países y compañías de la región se verán afectados por una demanda china más lenta y la debilidad de los precios de las materias primas causadas por el virus.
Las consecuencias se sentirán con mayor fuerza en aquellos países que tienen una mayor dependencia de las exportaciones de commodities, así como una exposición en comercio directo con China, mientras que otros, que tienen una mayor dependencia de la demanda interna o flujos comerciales más fuertes con los Estados Unidos, se verán menos afectados.
Si nos fijamos en algunas cifras, podemos diferenciar en primer lugar las economías donde China es el mayor socio comercial. Es el caso de Perú (23% de exportaciones a fines del 2019), Brasil (28%) y, por cierto, Chile (32%). En contraste, Colombia y Argentina dependen mucho menos de la de demanda china por sus exportaciones (11% del total) y para qué decir México, que destina menos del 2% de sus envíos a ese país asiático, en contraste con Estados Unidos que representa más del 80%. Si bien China es un destino importante para productos de Brasil, la incidencia sobre la economía total es más acotado, dado el significativo peso del mercado doméstico. Así, los bienes exportados a China representan tan solo 3% del PIB de ese país (versus 5% para Perú y 8% para Chile).
Sin embargo, el mayor foco de preocupación no viene por los volúmenes exportados a China (aunque ya son importantes para Chile y Perú) sino en el efecto que la epidemia tiene sobre los precios de materias primas exportadas. Ello es particularmente importante porque la caída de la demanda en China (y los efectos de segunda vuelta por parte de la demanda de otros países cuyo crecimiento también se ha ralentizado) se traduce muy rápidamente en caídas de precios. Ello no es solo observable en materias primas donde China es el principal demandante (por ejemplo, cobre y mineral de hierro) sino que, incluso, se visualiza en aquellos donde la demanda es más diversificada (como el petróleo), pero que reaccionan ante el temor de que la economía global se viera arrastrada a la baja.
El impacto principal se sentirá más por las reducciones de los precios de los productos básicos que por la disminución de los volúmenes de exportación (es decir, una disminución del 10% en los precios de los productos básicos en general es mucho más perjudicial que una caída del 10% de los volúmenes de exportación a China). Desde la perspectiva por sector, los más expuestos son la minería, la agricultura y la energía -que son bastante importantes para muchos países de América Latina como porcentaje del PIB-, ya que China es un destino clave de exportación.
A pesar del impacto mixto en toda la región, el Covid-19 aumenta los riesgos a la baja para las expectativas de crecimiento global, en un momento en que varios países de la región ven un espacio limitado para el estímulo monetario o fiscal como formas de mitigar estos vientos en contra externos. Además, también afecta el apetito de los inversores para invertir en activos más riesgosos, lo que también tiene un impacto adicional en los flujos hacia los activos financieros de América Latina. El lado positivo es que las respuestas políticas en China que promueven más inversiones y, por lo tanto, la demanda de productos industriales (como cobre, cemento, petróleo) podrían mitigar los efectos negativos.
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