¿Habrá reforma al sistema político?
Las cortapisas que distintos sectores están colocando, a lo que se suma la ausencia del gobierno, abren dudas sobre la voluntad de sacar adelante cuanto antes una reforma que aborde sobre todo la extrema fragmentación de nuestro sistema político.
La discusión en torno a una reforma al sistema político -un objetivo en el que se supone existe un amplio consenso entre las distintas fuerzas políticas- claramente no parece estar fluyendo en la dirección que se habría esperado, porque en vez de ir asentándose los necesarios acuerdos para un cambio de esta envergadura, en cambio han ido apareciendo una serie de cortapisas, lo cual complejiza el escenario y pone en entredicho la voluntad de sacar adelante esta reforma.
Desde luego, llama la atención la ausencia del gobierno en este debate, que de momento parce haber tomado un rol de espectador, considerando que el Presidente Boric había mandatado -en el marco de su última cuenta pública- al ministro de la Segpres para ir tejiendo acuerdos con los distintos partidos, lo que no ha ocurrido. Ello trasluce incapacidades del Ejecutivo para tender puentes con distintos sectores políticos, sin capacidad tampoco para disciplinar a sus propias fuerzas.
Ante la ausencia de avances concretos, un grupo transversal de senadores decidió impulsar una reforma constitucional que apunta a disminuir el número de partidos con representación parlamentaria -actualmente son más de veinte colectividades, y con tal nivel de fragmentación es un hecho que se hace difícil poder negociar acuerdos en los más distintos ámbitos-, para lo cual establece un umbral, de modo que solo los partidos que alcancen al menos el 5% de los votos válidamente emitidos a nivel nacional en la elección de diputados tendrán derecho a participar en la atribución de escaños en dicha Cámara. El umbral no se aplicará al partido que tenga escaños suficientes para sumar como mínimo ocho parlamentarios. También apunta a abordar el llamado “discolaje”, de modo que el parlamentario que renuncie al partido por el que fue electo pierda el escaño.
La Comisión de Constitución de la Cámara Alta aprobó en general la idea de legislar el proyecto de reforma, pero con el voto en contra del Partido Comunista, lo que desde ya no constituye una buena señal. En la Cámara de Diputados, por su parte, hay sectores que han resentido dicha propuesta, entre otras razones porque el umbral solo afecta la representación en materia de diputados, y por el hecho de que determinadas figuras con alta votación individual podrían perder igualmente su escaño si el partido al que pertenecen no supera el umbral. Desde la Cámara hay sectores que buscan impulsar un proyecto donde, como forma de abordar la fragmentación, se propone la figura de la federación de partidos, que en los hechos podría mantener la supervivencia de las colectividades más pequeñas. El Frente Amplio, a su vez, busca incorporar en una reforma otros aspectos, como fijar la elección parlamentaria junto a la segunda vuelta presidencial, o incluir principios de igualdad de género.
Así, con distintos proyectos corriendo en paralelo -sin perjuicio de que la propuesta del Senado, con algunas correcciones, aparece hasta ahora como la mejor encaminada-, un gobierno ausente y sin consenso sobre la supervivencia o no de los partidos más pequeños, la reforma al sistema político sigue en la incertidumbre. Como esta se ha considerado trascendental, tomando en cuenta que la fragmentación es un obstáculo objetivo para los grandes acuerdos, cabe interpelar a la fuerzas políticas -también al Ejecutivo- si en definitiva existe voluntad para sacar este acuerdo a la brevedad, o si se dilatará mediante todo tipo de maniobras y excusas.
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