SEÑOR DIRECTOR:
En lo que va del año, son varias las empresas que han anunciado el traslado de sus inversiones fuera de Chile buscando terreno fértil y reglas claras para invertir y proyectarse en el tiempo.
Los motivos son evidentes. El Estado toma un tiempo irrisorio para tramitar, por ejemplo, las concesiones marítimas, esenciales para el desarrollo de actividades como la minería, la marítima portuaria, el hidrógeno verde y la desalinización de aguas. Esto ha significado que miles de millones de dólares de inversión están paralizados por la burocracia estatal y la permisología.
A lo anterior, se suma que cientos de proyectos de inversión son judicializados por ONGs que reciben financiamiento internacional con dudosas intenciones, lo que termina por espantar a cualquier inversionista.
Lamentablemente, el gobierno ha incentivado reformas a los sistemas de evaluación de impacto ambiental cada vez más irracionales y, en materia laboral, ha impulsado la negociación ramal, paralizando pymes y grandes empresas con medidas sin sentido de la realidad.
Al parecer, existen ministros y parlamentarios que suscriben la teoría del decrecimiento, es decir, creen que es necesario un retroceso en el progreso económico y social para salvar el mundo. Lo único seguro es que este 18, recordando nuestro querido baile nacional, seguiremos bailando, en materia económica, la cueca en pelotas.
Ricardo Hernández
Coordinador del programa de Política y Sociedad del Instituto Res Publica
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.