Los duros tres años de la guerra en Ucrania

El nuevo aniversario del conflicto se da en un escenario inquietante. Si bien se abrió la puerta de las negociaciones, la línea asumida por EE.UU. plantea interrogantes sobre los términos de dichas conversaciones y deja en una posición ventajosa a Putin.
Cuando el 24 de febrero de 2022 Rusia invadió Ucrania en lo que el Presidente ruso Vladimir Putin calificó eufemísticamente como una “operación especial”, muchos pensaron que el conflicto sería breve. La capacidad militar de Moscú parecía incontrarrestable para las fuerzas ucranianas, que contaban con poco más del 20% del total de efectivos militares rusos y su presupuesto de defensa no llegaba ni al 40% del de su agresor. Sin embargo, tres años después el conflicto sigue activo y el balance es dramático. Sin cifras oficiales confiables de víctimas fatales, las estimaciones hablan de más de 250 mil muertos entre civiles y militares –aunque otros estiman pérdidas superiores a los 700 mil efectivos solo entre las fuerzas rusas. A ello se suman los casi 7 millones de refugiados ucranianos registrados por la ONU y los más de 12 millones que requieren asistencia humanitaria.
Frente a ese trágico escenario la posibilidad de avanzar hacia una mesa de negociaciones que asegure a lo menos un cese el fuego, que alivie la vida de los millones de habitantes de Ucrania que han debido hacer frente al mayor conflicto en territorio europeo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, es bienvenida. Ello, sin embargo, debe darse teniendo claro siempre quién fue el agresor y quién el agredido. Por ello, las primeras señales dadas hasta ahora por la nueva administración de Estados Unidos despiertan inquietud. Si bien el Presidente Trump dio un paso importante al comunicarse con el líder ruso y anunciar el inicio de un diálogo para poner fin a la guerra, los términos en que este se llevaría a cabo han despertado la legítima preocupación tanto de los países europeos como del propio líder ucraniano Volodomir Zelensky.
Toda negociación exige a las partes contar con elementos para transar al momento de sentarse a conversar. Sin embargo, Estados Unidos parece haber sacado de la mesa dos elementos centrales de esa eventual tratativa, dejando al líder ruso en una posición ventajosa. Al rechazar la posibilidad de que Ucrania pueda eventualmente integrarse a la OTAN –condición número uno de Rusia- y descartar que se pueda llegar a un acuerdo que no contemple la entrega de territorios a Moscú, las cartas para negociar por parte de Occidente se debilitan. Rusia controla hoy casi un quinto del territorio ucraniano, lograr anexarlo oficialmente representaría una indudable victoria para Putin y un peligroso antecedente a futuro. La historia enseña dramáticamente dónde puede llevar la decisión de no mantener posiciones firmes ante acciones como la llevada a cabo por Rusia en Ucrania.
Las duras declaraciones de Trump hacia Zelensky, al que acusó de “dictador” por no realizar unas elecciones que no se han podido llevar a cabo precisamente por la ley marcial impuesta a raíz de la invasión rusa a su territorio, marca además un inquietante giro en la posición de Estados Unidos. Ello debilita evidentemente a Ucrania de cara a la negociación acordada por Trump y Putin, más aún con la marginación de Europa de esas conversaciones. Si bien parece difícil que Zelensky pueda aceptar cualquier eventual acuerdo que se alcance en esa instancia, lo cierto es que sin el apoyo de Washington seguir sosteniendo la agresión rusa parece imposible. La posición asumida por el nuevo presidente de Estados Unidos da cuenta de una nueva y preocupante realidad, donde quien parece estar sacando cuentas alegres, al menos hasta ahora, es el líder ruso Vladimir Putin.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.