Pesimismo, optimismo y largo plazo olvidado
SEÑOR DIRECTOR:
Cuando hablamos de crecimiento, podríamos separar entre la discusión de corto plazo y la de largo plazo. Mientras que la primera está viciada de pesimismo, la segunda muchas veces queda ausente.
El pesimismo que domina el corto plazo parece amenazar el crecimiento futuro, al generar expectativas negativas, especialmente para aquellas empresas que enfrentan mayor incertidumbre en sus decisiones de inversión. Esto muchas veces resulta difícil de comprender, considerando los resultados positivos observados en varios aspectos. La Corporación de Bienes de Capital (CBC) proyecta un aumento anual de la inversión en un 15% para el 2025, impulsados fuertemente por los sectores mineros y energéticos; BHP anunció una inversión de US$ 13.700 para aumentar producción, y la agencia clasificadora de riesgo Moody´s mantiene el rating soberano de Chile en “estable”, debido a su “historia de prudente formulación de políticas macroeconómicas y gobernanza”.
Por otro lado, el enfoque en el largo plazo queda relegado en la discusión. La disputa entre el pesimismo y el optimismo a corto plazo desvía la atención de lo que se está construyendo para las próximas décadas y del impacto que las decisiones actuales tendrán en el crecimiento económico futuro. Aunque es fundamental destacar el aumento proyectado de la inversión para 2025, no podemos ignorar que este incremento está, una vez más, liderado por los sectores extractivos. Si seguimos haciendo las mismas cosas y explotando los mismos sectores, no podemos esperar nuevos resultados ni un crecimiento próspero a largo plazo. Por el contrario, corremos el riesgo de permanecer atrapados en la discusión cortoplacista sobre expectativas y un crecimiento débil en cada coyuntura.
Ignacio Silva Neira
Director ejecutivo del Observatorio de Políticas Económicas (OPES) e investigador asociado del Berlin School of Economics and Law
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