San Ramón: ¿La batalla decisiva?
“Nunca tantos le debieron tanto a tan pocos”, dijo Winston Churchill para homenajear a los aviadores que se enfrentaron a las fuerzas nazis en la primera batalla área en cielos ingleses durante la Segunda Guerra Mundial. Algo así podríamos decir respecto al proceso electoral que culminó el domingo en San Ramón con la victoria de Gustavo Toro. Y es que el país le debe mucho a quienes tuvieron el coraje de exponer sus vidas, con pocos recursos y durante un largo período para enfrentar a verdaderas mafias criminales que operan de la mano de la política en esa comuna. La historia que parecía haber culminado en mayo ya los hacía digno de elogios, aun cuando las cifras oficiales nos decían que habían sido derrotados. Pero fuimos testigos de cómo estos pocos continuaron bregando para demostrar en tribunales el fraude electoral que se había fraguado. No era fácil comprobarlo porque, como todo fraude bien orquestado, las evidencias eran escasas.
Demás está decir que la lucha que ha dado este puñado de valientes no se agota en lo electoral. Ahí están las querellas, que más temprano que tarde llevarán al exalcalde Aguilera a ser formalizado a pesar de sus reiteradas evasivas. Ahí también está la solicitud de destitución, así como las múltiples denuncias presentadas a la Contraloría la que, por lo demás, a través de sendos informes ha ratificado los hechos denunciados. Y la respuesta no se ha hecho esperar. Los denunciantes han sufrido amenazas de muerte, persecuciones en la vía pública, encerronas con balaceras.
Lo que en mayo terminó en una derrota, gracias a la convicción de unos pocos terminó siendo la esperanza de millones. La pregunta que necesitamos responder es si la solidez de nuestra democracia puede depender del sacrificio de unas pocas personas, como fue el caso. Pienso que la respuesta es no. Sin duda es admirable que personas así existan, pero en ningún caso la institucionalidad democrática puede pender de un hilo cuando el crimen organizado y el narcotráfico intentan cooptarla. El caso de San Ramón ha mostrado que esas mafias fácilmente pueden llegar a coaccionar e, incluso, alterar la voluntad popular de los procesos electorales.
Los desafíos que este drama nos presenta son múltiples y, entre muchos de ellos, nos exige reformular de forma inmediata nuestra institucionalidad electoral. Pensábamos que entregar el proceso a los electores hacía a nuestro sistema de votación invulnerable, pero quedó demostrado que es fácilmente permeable aun cuando contamos con un Servel que cumple su rol regulador de forma impecable. Porque sabemos que San Ramón no fue la batalla decisiva de la lucha contra la narcopolítica, partamos por hacer menos vulnerable nuestro sistema de votaciones. Volviendo a parafrasear a Churchill, sería una señal poderosa sabiendo que no estamos en el final de este drama, ni siquiera en el principio del final. Pero así al menos, quizás, sea el final del principio.
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