Un Modelo para Desarmar (Pero nunca para Armar)

Santiago Chile Coronavirus
Paseo Ahumada a un día de que la comuna de Santiago pasara a Cuarentena. (Foto: Agencia Uno)

En los próximos meses, en que definiremos el país que queremos, sería muy importante sincerar las cosas. Los que execran los últimos 30 años tienen clarísimo lo que no les gusta. El modelo para desarmar. Pero del modelo para armar, de a cuáles países les gustaría parecerse… no se entiende nada.


A los conocedores de Soda Stereo les hará ruido el título. Esperamos que se entienda por qué el cambio. Esta semana se supo que Argentina, la tierra de Ceratti, tiene a un 42% de su población bajo la línea de la pobreza. Más que Chile el 89, antes de la democracia, con Soda Stereo en el peak de su popularidad.

Argentina tenía entonces un 30% de pobres. Los vaivenes de esta dolorosa métrica se movieron al compás de la inestabilidad de sus políticas: bajó de 20% a principios de los 90 neoliberales de Menem, subió sobre el 50% en la crisis del 2001, cayó bajo 30% con los K y volvió a subir hasta los números actuales. Esto contrasta con la permanente y consistente caída de la pobreza chilena, que llegó al 8% antes del “estallido” y el Covid.

Esta misma semana en Chile, los impulsores del proyecto de impuesto a los super ricos (inconstitucional, obvio, como es la moda), levantaron a Nueva Zelandia como “trending topic” en Twitter. La razón: ese país habría implementado un nuevo impuesto a los super ricos. Nueva Zelandia era, súbitamente, el modelo a seguir, esgrimiendo métricas y argumentos, todos espectaculares, respecto a sus éxitos. Lo curioso es que a muchos de los impulsores del proyecto también les gusta lo que se hace en Argentina. Y la cosa como que no cuadra, porque en términos de modelo, Argentina y Nueva Zelandia no se parecen nada.

Lo más curioso es que, si uno averigua un poco, lo que se implementó en Nueva Zelandia no tiene nada que ver con un impuesto a los super ricos. Se trató, simplemente, de un aumento de las tasas de impuestos a los ingresos, con una tasa máxima de 39% (que en Chile es 40%). El impuesto a los super ricos chilensis sería de verdad: un impuesto al patrimonio, es decir, a los ingresos acumulados, que ya pagaron impuestos.

Lo de Nueva Zelandia y los super ricos era entonces, simplemente, fake news. Las real news son que Argentina sí aplicó un impuesto a los super ricos: De 2% al 3,5% del patrimonio, dependiendo del monto del mismo. Como siempre, se promete que será por única vez. Adivine si los super ricos argentinos se lo creen… Y por ello, muchos dejan su país, tal como los Rolling Stones, cuando se autoexiliaron en Francia.

En los próximos meses, en que definiremos el país que queremos, sería muy importante sincerar las cosas. Los que execran los últimos 30 años tienen clarísimo lo que no les gusta. El modelo para desarmar. Pero del modelo para armar, de a cuáles países les gustaría parecerse… no se entiende nada. Porque, como es obvio, no se trata de agarrar lo que me conviene hoy (incluso si no es cierto) y decir que me gusta Nueva Zelandia o Singapur o Suecia dependiendo de la discusión del día, aunque el modelo completo de esos países en realidad no cuadre con sus acciones ni sus discursos.

La pregunta muy concreta, entonces, es cuál es su modelo. A quién les gustaría parecerse. Porque yo nunca lo he entendido. Capaz no hay ninguno, de tan bueno que se lo imaginan. Pero si apoyan el impuesto de los super ricos, la estatización de los fondos de pensiones, el fin de la independencia del Banco Central, un Estado grande y activo, etc., es porque quieren parecerse a Argentina, no a Nueva Zelandia. Incluso aunque no se den cuenta. Si copiamos lo que hace Argentina, esperar resultados muy distintos a los suyos es sólo para cínicos, ingenuos o voluntaristas.

Entonces, como dirían por allá, vamos al bife: ¿a quién queremos parecernos, muchachos? Hay 193 países para elegir. Nadie querrá la miseria y dictadura de Venezuela o el museo ideológico y económico de Cuba, imagino. Si la elección fuera Nueva Zelandia, sería una tremenda y gratísima sorpresa. ¡La segunda economía más libre del mundo!… un misil en el placard. Como diría Ceratti.

-El autor es emprendedor y conductor de Información Privilegiada

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