Ánimas de día claro en la Sala Antonio Varas

Lo que ocurre en la sala que el Teatro Nacional Chileno tiene en Morandé 25 es un tremendo suceso: por primera vez, después de su estreno hace 51 años bajo la dirección de Víctor Jara, se volvió a montar la obra de Alejandro Sieveking, que es clave en la dramaturgia nacional. Una función que no hay que perderse en el centro de Santiago, a un paso de la renovada calle Nueva York.




Paula 1123. Sábado 8 de junio 2013.

Lo que ocurre en la sala que el Teatro Nacional Chileno tiene en Morandé 25 es un tremendo suceso: por primera vez, después de su estreno hace 51 años bajo la dirección de Víctor Jara, se volvió a montar la obra de Alejandro Sieveking, que es clave en la dramaturgia nacional. Una función que no hay que perderse en el centro de Santiago, a un paso de la renovada calle Nueva York.

Un clásico del teatro chileno. 20 hrs.

"Si hay un público alerta, podría convertirse en un éxito de taquilla que replete otra vez la platea del Antonio Varas por largo tiempo. Es, sin duda, una obra feliz, de la cual se sale con ánimo alegre", escribió en su columna de El Mercurio el agudo crítico Pedro Labra, después de ver la versión dirigida por Nelson Brodt de Ánimas de día claro, escrita en 1958 por el célebre dramaturgo chileno Alejandro Sieveking. Además de la calidad de la pieza –que el crítico calificó como "un perfecto deleite chileno"–, lo notable es que es la primera vez que se vuelve a montar después de su estreno hace 51 años, bajo la mítica dirección de Víctor Jara. Considerada una pieza imperdible del teatro hecho en Chile, Ánimas de día claro cuenta la historia de cinco hermanas que, ya fallecidas, siguen viviendo en una antigua casona de Talagante, retenidas por la fuerza de un deseo que no han podido realizar. Sieveking la escribió cuando tenía 23 años, cursaba tercer año de Teatro de la Universidad de Chile, era pareja de su esposa hasta hoy, la actriz Bélgica Castro, y vivía con su mamá y su hermano en una casa de la calle Diego de Almagro, en Providencia. Por entonces, su vida estaba rodeada de estímulos rurales: vivía en un barrio sencillo, frecuentaba el pueblo de Rari, donde no perdía oportunidad de comer caldo de gallina, veraneaba con su papá en carpa y su oído estaba atento a las candentes conversaciones que se armaban entre sus once tíos. Todo eso, ha dicho él, fue lo que hizo que una noche de invierno se sentara a escribir, improvisadamente, el primer acto de esta obra de teatro que terminó al día siguiente, dando pie a una virtuosa cadena: sin pretensiones, se la mostró a su amigo Víctor Jara quien, encantado con la historia, la montó para egresar de Teatro en la Universidad de Chile; cosechó tantos elogios que, al año siguiente –1962– el Instituto de Teatro de la Universidad de Chile –actual Teatro Nacional Chileno– le pidió estrenarla oficialmente en su sala Antonio Varas y así, aunque estuvo solo una temporada en cartelera, pasó a ser considerada por los estudiosos del teatro como un clásico de la dramaturgia chilena por su capacidad de hablar de temas universales y por abordar con maestría el eterno dilema de la chilenidad: ese incómodo choque que se produce entre el mundo del campo y de la ciudad. Jueves a sábado a las 20 hrs, hasta el 22 de junio.Morandé 25. Entrada general $ 6.000; estudiantes y tercera edad $ 3.000. Reservas al fono 2977 1700.

Tomar té en el Quijote. 17 hrs.

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Si bien desde que abrió en febrero bulle a la hora de almuerzo, otro de los momentos ideales para dejarse caer en este nuevo restorán que dirige el chef Sebastián Gamboni –ex mano derecha de Giancarlo Mazzarelli en Puerto Fuy– es la hora del té, que empieza a las 16 hrs. Por $ 5.500 incluye té o café, un jugo natural, mini sándwiches –de jamón y queso o ave palta–, una copa de helado artesanal y un trozo de la torta de la casa, llamada Quijote, de hojarasca, bizcocho, manjar, suspiro limeño, trozos de chocolate, cubierta de merengue y chocolate. Abierto hasta las 21 hrs. Nueva York 52, cel 9322 4859.

Comprar lapiceras en Papelaria. 18 hrs.

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Si en algo destaca la nueva sucursal de Papelaria en el renovado pasaje Nueva York, es su completísima colección de lapiceras: de todas las tiendas de la cadena, esta es donde hay mayor variedad de modelos de plumas y lapiceras de las marcas Lamy, Mont Blanc, Tombow y Caran d'Ache y Andy Warhol. De hecho, es lo que más venden junto a sobres para tarjetas de presentación y pliegos de papel de la marca Cavallini con mapas de distintas ciudades del mundo que, más que para envolver, se llevan para enmarcar. Nueva York, 52-54, local N1, fono 2243 7581.

Surtirse de dulces en la confitería Enrilo. 18:45 hrs.

Antes de que empiece la función, viene como anillo al dedo dejarse caer en la confitería Enrilo, que tiene dos pequeñas pero surtidas sucursales a ambos costados de la entrada de la sala Antonio Varas y que, como buen clásico –por estos días cumple 65 años– aún fabrica artesanalmente la mayoría de los chocolates y confites que exhiben sus vitrinas. Todo, además, supervisado por sus dueñas. El mayor surtido de bombones lo tienen en el local 1181, donde también tienen las gomitas con forma de fruta que son el sello de la confitería ($ 2.250 los 100 g de naranjitas y limones azucarados). El local 1195 cierra media hora después, a las 19:30 hrs y, aunque no tiene tanta variedad de chocolates, sirve un buen café de grano para degustar justo antes de entrar a ver la obra. Morandé 25, fono 2673 1117.

A solo una cuadra del teatro nacional, la calle nueva york luce renovada: en el último año se han instalado tiendas como saville row, papelaria y también el restorán quijote que está abierto desde las 8 am hasta las 21 hrs.

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