Un encierro amigable: mantener el estrés a raya
Vivir confinados con temor a contagiarse y a perder la vida, con miedo al desabastecimiento e incluso con pavor de perder la pega son sentimientos lo suficientemente perturbadores para generar cambios en los estados de ánimo y en la conviviencia diaria. Al respecto, Dominique Karahanian, sicóloga, académica de la Universidad Mayor y sicoterapeuta sistémica, señala que los síntomas que empiezan a aparecer en una situación tan extraordinaria como el encierro varían de familia en familia.
Pero en términos generales se genera mucha incertidumbre frente a la falta de control que este fenómeno provoca y esto puede desatar conductas de irritabilidad, desánimo e incluso la sensación de vacío o soledad, pese a estar acompañado. "También pueden aparecer la apatía y el cansancio extremo pese a la inactividad. A medida que tenemos menos espacio propio, se generan más dificultades y diferencias en la vida cotidiana", explica.
En el encierro, las reacciones más habituales en los adultos son el desconcierto y la sensación de irrealidad. La idea de estar en una situación donde nunca se pensó estar y de vivirla como un mal sueño. También es normal sentir un grado de angustia y temor, lo que tiene un lado positivo pues motiva a las personas a tomar más en cuenta las medidas de protección.
"Transcurrido más tiempo en confinamiento, pueden aparecer sentimientos de aburrimiento, de sobrecarga -en el caso de quienes trabajan y estudian en línea-, y de no contar con los recursos necesarios para desempeñarse adecuadamente. Es necesario destacar que el confinamiento sumado a la falta de espacio físico -que es el caso de muchas familias en Chile- aumenta la probabilidad de conflicto y sentimientos de molestia", explica Diana Rivera, profesora de la Escuela de Sicología de la Pontificia Universidad Católica. La experta dice además que todo esto variará según los tipos de familia, pues las demandas y necesidades de reorganización dependerán si son familias con niños pequeños, adolescentes o es un hogar unipersonal de un adulto mayor.
Los motivos de discusiones en espacios de encierro pueden ser variados, pero los principales, según Dominique, tienen que ver con los límites personales (dormitorio) y los límites de los espacios comunes (living y comedor). Para eso es recomendable llegar a acuerdos sobre cuál será su uso. "Asimismo ocurren peleas frente a cuál es la verdad. Pareciera que en esta situación de estrés nos obstinamos por estar en lo cierto, pese a que sabemos a priori que no hay una verdad única", dice la especialista. La ilusión del control es otra de las manifestaciones del encierro. Entonces se pueden desarrollar conductas obsesivas relacionadas con el orden y la limpieza, lo que puede generar más rigidez frente la rutina. Es importante darse cuenta de esa emoción, y si hay niños en la casa, no transmitírselas obligándolos a hacer más tareas de los debido.
Formas de enfrentar el encierro
Pese a lo difícil que puede ser este momento Diana Rivera manifiesta que por lo general las personas y grupos tienen una gran capacidad de adaptarse a situaciones difíciles, y que en su mayoría despliegan y desarrollan nuevos recursos. Para sobrellevar este periodo y mantener el estrés a raya, aconseja lo siguiente:
1. Valorar los aportes que cada uno puede hacer en su núcleo familiar reorganizando tareas, reconociendo lo que cada uno sabe hacer mejor o puede hacer mejor.
2. Flexibilizar los roles de género y promover el desarrollo democrático de las tareas.
3. Buscar información en organismos confiables, como la World Health Organization, para medir la información recibida.
4. Compartir y ponerse al día en lo que cada uno está.
5. Establecer y profundizar las redes de apoyo en el barrio, la familia y redes sociales
6. Considerar que todas las acciones tienen consecuencias para otros.
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