Salud mental: ¿Cuántas noticias son muchas noticias?

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Sin duda un evento como la propagación de un virus a nivel global es un hecho noticioso que nos incita a querer informarnos más y mejor. Pero estar al corriente de lo que está pasando no es inocuo en un contexto como el que vivimos, sobre todo si lo hacemos en exceso.

Según un estudio que condujo la Academia Americana de Ciencias, tras los bombardeos que tuvieron lugar en la Maratón de Boston del 2013 -que causaron la muerte de tres personas y que dejaron más de 260 heridos entre corredores y espectadores- las personas que se expusieron a esta cobertura noticiosa por más de seis horas al día, sufrieron síntomas de estrés y trauma agudos. Aún más graves que los de quienes estuvieron presentes ese día en las cercanías o incluso en el mismo sitio en que detonaron los dos explosivos.

Y es que consumir noticias negativas afecta nuestra psiquis también de forma negativa. Eso es un hecho. Luego de los atentados a las Torres Gemelas en el 2011, un paper publicado en el Journal for Nervous and Mental Disease confirmó que a mayor exposición noticiosa, mayor era la probabilidad que tenían los sujetos sometidos al estudio de sufrir síndrome de estrés postraumático. Incluso cuando no habían estado presentes en los eventos del 9/11.

Y si en condiciones normales nuestros hábitos de consumo de noticias son intensivos –un estudio de la Asociación Americana de Psicología mostró que 1 de cada 10 encuestados revisa las noticias al menos una vez cada hora– bajo las condiciones actuales es esperable que este consumo, y sus efectos, se intensifiquen. Mónica López, psicóloga clínica y directora del Instituto del Bienestar, explica cómo podemos mantenernos informados sin caer en excesos y sin convertir nuestra necesidad de conexión con el mundo en una fuente de estrés.

¿Además de informarnos, qué buscamos cuando consumimos noticias en un contexto como este?

Frente a una crisis o situación que sentimos amenazante, las personas buscamos información para acercarnos a otros y para integrarnos a la comunidad. Puede ser para pedir ayuda o para ofrecerla, pero no queremos sentirnos solos, porque como seres humanos intuimos que nuestras probabilidades son mejores si estamos acompañados. Esa es una de las principales razones por las que muchas personas permanecen conectadas a la televisión o a redes sociales varias horas al día durante una crisis como esta. Porque después pueden compartir de inmediato la información que reciben y transformarse en uno de los primeros que la transmiten, lo cual nos hace sentir útiles y de apoyo. Otra motivación es sentirse acompañado, sobretodo si alguien vive solo o no tiene una actividad muy demandante en su día a día. El escuchar voces de otras personas como conductores de noticias, personas entrevistadas o autoridades y ver sus rostros en televisión, nos hace sentir que no somos los únicos que estamos viviendo esta situación, nos hace sentir más conectados socialmente.

¿Mientras más nos informamos en un contexto como el de actual, más estrés nos generamos?

La información nos va mostrando que esto cada día crece, que aumenta el número de víctimas fatales y que a la crisis sanitaria se le suma una económica. Y si bien existen ejemplos de países que están logrando sortear el problema de forma positiva, la situación que vivimos genera de por sí mucha ansiedad y estrés. A nivel psicológico, exponerse una y otra vez a situaciones complejas emocionalmente, escuchar repetitivamente a través de los medios la idea de que mi vida y la de quienes quiero puede estar amenazada, va generando una sensación de vulnerabilidad mayor, donde el estrés comienza a aumentar.

¿Qué pasa cuando nos sobreexponemos a información en casos de noticias negativas como las que abundan actualmente?

En tiempos de crisis, al sentirnos más amenazados, se acentúa aún más la búsqueda de información que nos entregue pautas para protegernos mejor, por lo cual es esperable que una persona dedique más tiempo a las noticias. El tema es que esto puede llevar a conductas obsesivas e incluso adictivas, debido a la ansiedad que empezamos a vivir. Si dejamos el televisor prendido todo el día, por ejemplo, nuestro cerebro genera más dopamina cuando logremos ver una noticia nueva y eso es un mecanismo de recompensa automático, lo cual va llevando a que nos cueste cada vez más desconectarnos. Además, es natural que si vemos amenazada nuestra vida y tenemos cambios tan radicales en nuestras rutinas, presentemos síntomas físicos y psicológicos. Podría haber ansiedad, tristeza, desmotivación, frustración, irritabilidad, aumento o disminución del apetito o del sueño. Y la sobre exposición a noticias difíciles puede llevar a acentuar estos síntomas, por eso es importante regular esa exposición.

¿Cómo podemos identificar dónde está el límite de lo saludable en el consumo de noticias?

Si ya siento ansiedad o presento sintomatología asociada a la situación que estamos viviendo, es preferible informarnos de manera mucho más acotada, máximo 30 minutos al día y en un solo momento. Lo ideal es en la mañana, para luego crear rutinas que me aporten positivamente y me puedan ayudar a sentir mejor. Si antes de dormir veo noticias difíciles, puede generarme mayor angustia y dificultar para un buen descanso. Otra manera de detectar si me están afectando las noticias, es tomar conciencia de cómo me siento cuando estoy viéndolas o leyéndolas en ese momento e inmediatamente después. Muchas veces al ver el rostro y escuchar el tono de voz de preocupación o ansiedad de una persona, una conductora de noticias, por ejemplo, nuestro cerebro reacciona con empatía y se conecta fácilmente con esas emociones más difíciles. Por eso muchas personas se ponen más nerviosas viendo noticias en televisión, y prefieren tomar mayor distancia emocional optando por leerlas en internet o en diarios.

¿Qué hacer, entonces?

Aquí el autocuidado es clave, porque si las noticias me generan un nivel de angustia que no me estoy sintiendo capaz de tolerar, hay pedir ayuda a algún familiar que nos informe de algo urgente que necesite saber o que responda dirigidamente si tengo alguna duda puntual sobre algo, y así evito exponerme a los contenidos de forma directa por un tiempo al menos. Y también es clave pedir a quienes nos envían videos o mensajes sobre la pandemia en forma constante que dejen de hacerlo, porque no nos está haciendo bien.

Consejos para informarse sin caer en excesos

Si bien es claro que durante períodos complejos la tendencia natural es querer mantenernos informados, Mónica López comparte algunas guías para que el consumo de noticias sea realmente un aporte y no otra fuente de ansiedad:

  • Silenciar los mensajes de WhatsApp en nuestro celular: así podemos elegir con mayor libertad cuándo deseamos verlos y no estamos pendiente frente a cada sonido ni conectados a la pantalla del celular todo el tiempo. Si además asociamos que muchos mensajes tienen relación con esta situación, solo la alerta puede generarnos más ansiedad.
  • Elegir un medio primario para informarnos y un horario definido: debido a que muchas de las noticias se repiten, lo ideal para evitar la sobre exposición es ver las noticias una sola vez en el día máximo (o incluso día por medio o con menos frecuencia), y elegir si lo hacemos a través de un diario o un canal de televisión.
  • Elegir noticias positivas y esperanzadoras para compartir: es un buen ejercicio para desarrollar el aprecio y la gratitud por lo que sí existe, pues siempre hay alguna historia o noticia que nos da optimismo, ya sea que el medio ambiente ha estado mejor o alguna iniciativa solidaria, entre otras.
  • Ser un canal de ayuda anímica para otros puede ayudar al propio bienestar también: en este sentido, compartir recomendaciones de libros, películas buenas que se hayan visto, recetas, ideas para reproducir plantas o algo lindo que te haya ocurrido en el día es un buen ejercicio para descubrir también nuestra fortaleza interna en tiempos de crisis y ver si deseamos ser un "contagiador" o "contagiadora" de bienestar o de angustias para otros.
  • Pedir a la familia y amigos que se conecten con mayor frecuencia: y que puedan hablar de otros temas distintos a la contingencia, para tener espacios libres de esta información.

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