El librero apasionado

Personaje de la cultura urbana santiaguina, el dueño de la librería Qué Leo le está inyectando nueva energía al mundo editorial. Con pasión irreverente, Juan Carlos Fau (38) culpa a la educación de habernos matado las ganas de leer y dice que los escritores deberían ir a programas de farándula.




Siempre se dice que en Chile la gente no lee porque los libros son muy caros.

Me parece un argumento muy débil. Porque los flaites, con quienes me identifico totalmente, se compran zapatillas que no valen menos de 40 lucas. El error ha sido entregar la promoción de los libros al sistema educativo. Desde chico te dicen: "Lee para que te vaya bien en el colegio". O: "Enciérrate en tu pieza a leer", como si fuera un castigo. Cuando los libros son pura entretención, sangre, cosas terribles. Son diversión de la más antigua.

No solo los libros, sino también el mundo literario parece algo serio y alejado.

Si los escritores fueran a los programas de farándula, sería la raja. Imagínate lo atractivo que sería tener a Fuguet en SQP, así como "Alberto, ¿es cierto que otro escritor se acostó con la actriz y que por eso dejó al empresario?". Y que él dijera: "Sí, yo estuve ahí". Vendrían puros chan chan chan. En el mundo de los escritores hay tanta o más perversión que en el mundo de los futbolistas con las modelos. Yo querría que alguien como Fuguet pudiera escribir la biografía de la Adriana Barrientos. Imagínate lo que podría resultar. La literatura es un medio de comunicación. El más antiguo de todos, y se nos olvidó. Lo transformamos en algo "cool", "cultural", y eso genera una distancia tremenda. Nuestra Feria del Libro de Mapocho es fome, mientras que la de Buenos Aires está llena de promotoras, todas ricas y que te regalan fernet. Aquí, en la Feria del Libro, no hay minos. Todos tienen bigotes y anteojos y nadie se ríe.

En tu librería le pones más diversión al asunto.

Las librerías típicas están diseñadas solo para buenos lectores y estamos en un país en el que 80 por ciento de la gente no sabe qué quiere leer. Esa es la pequeña gran diferencia. Me interesa hacer otro llamado: "Vengan todos, acá tenemos música, regalamos cerveza".

¿Y crees que uno es más feliz cuando lee?

No es ni más feliz, ni mejor persona. Puede seguir siendo el mismo sicópata infame de toda la vida. Pero, sin duda, leer te hace una persona con más cuento.

A ti, ¿hay algún libro que te haya cambiado la vida?

Hay autores que te patean y te muerden. Houellebecq es uno de ellos. Te muestra un mundo de soledad terrible y te lo dice humorísticamente. Te empieza a decir que los solteros los domingos a las 6 de la tarde se quieren matar. Se van al parque y viendo esa escena chistosa de las parejas besándose se torturan y agachan la cabeza. Cuando un escritor es capaz de mostrar esa realidad o ese tipo de personas que uno no quisiera ser nunca, uno no sale igual. Sale más triste, pero se le abre la cabeza. Me gustan los escritores que se muestran y no los que buscan en mundos lejanos. Cuando el tipo se desangra, y dice que fue un canalla y abandonó a su mujer, a su hijo y se fue con una mina porque se enamoró, dan ganas de leerlo. De eso se trata. Tíralo todo, todos los detalles.

¿Y eso está pasando en la literatura chilena?

No mucho. Por ejemplo, nadie escribe sobre cómo conoció a una mina en facebook, cuando sé que muchos conocen a sus minas así. Pero prefieren escribir de gente que se junta en los bares. Ahí no hay verdad. Creo que por eso los jóvenes están escribiendo tantos libros de marcianos. Prefieren evadir su realidad para no decir que son nerds y que eran los gordos del curso que jugaban al arco.

¿Qué nuevo escritor chileno deberíamos conocer y leer?

Juan Pablo Roncone debe ser de los escritores jóvenes más extraños y con más talento que ha aparecido en mucho rato. También me sorprende la Andrea Maturana. Debiera ser la gran escritora chilena, porque es increíblemente gigante. Y pasa piola.

De los héroes literarios, ¿a cuál bajarías del pedestal?

Huidobro antes me gustaba mucho, y después Parra. En algún minuto fueron enormes, pero ya no me gustan tanto. Son pocos los que se mantienen, como César Vallejo, que es la única poesía que no se me va a morir nunca. César Vallejo va a ser mi zapatilla Nike toda la vida.

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