Compra-venta de matrimonios
Basta poner un anuncio en internet para que lluevan las ofertas: por cifras que oscilan entre 4.000 y 10.000 euros —entre tres y siete millones de pesos—, españoles se casan con extranjeros que sólo buscan la nacionalidad. Desde 1996 se han triplicado en España los matrimonios con personas de otro país y desde 2001 se han triplicado los divorcios. Para detectar las uniones por conveniencia, el Registro Civil español somete a las parejas a interrogatorios casi policíacos. A pesar de eso, casi todas pasan la prueba.
"Soy argentino, tengo 31 años y ofrezco 5.000 euros por matrimonio por conveniencia". Así decía el aviso que Matías (en la foto) puso en internet en abril del año pasado. "Me costó decidirme a publicarlo, porque nunca había hecho algo parecido. Siempre he sido muy correcto, me gusta lograr mis objetivos por mis cualidades, pero me desesperé porque se me cerraban las puertas. Estaba de ilegal en España y los trabajos que había para gente sin papeles eran una mierda. Trabajaba ocho horas diarias, seis días a la semana en un locutorio telefónico y cobraba 600 euros, la mitad de lo que cobraban las personas con una visa de trabajo o un permiso de residencia. No me alcanzaba para nada, almorzaba siempre pan con jamón y ni pensar en comprarme ropa nueva. Entonces pensé en esta posibilidad. Había conocido a gente que se casaba para tener la residencia española y así solucionaba todos sus problemas".
Matías se metió a Google y escribió en el buscador: bodas por dinero. "Encontré tantos anuncios de españoles que ofrecían matrimonio y tantos inmigrantes que lo pedían que me di cuenta de que no podía ser tan terrible lanzarse a esto, así es que puse un anuncio para probar qué pasaba. Cuando lo escribí no pensé que llegaría a casarme para conseguir los papeles", cuenta Matías.
Dos días después de dejar el mensaje tenía 12 respuestas en su correo electrónico. Cinco eran de mujeres y siete de hombres. En España se permiten los matrimonios entre personas del mismo sexo. "Me quedé boquiabierto, no pensé que tendría tanto éxito y eso fue sólo el primer día", relata Matías. "A la semana tenía hasta ofertas de mafias que ofrecían buscarme a una mujer que encajara con mis características personales, con mi ciudad, mi edad, mi barrio, para así hacer el matrimonio más creíble frente a los oficiales del Registro Civil español. Además, me ofrecían todos los servicios de trámites, papeles y hasta falsificaciones de documentos, si las necesitaba".
Hay dos maneras de adquirir la nacionalidad en España, explica Pilar López Asencio (en la foto), abogada especialista en inmigración y coautora del libro Inmigración, Estado y Derecho, publicado en 2007. "Una es por origen, es decir, por haber nacido en España, y otra es por residencia. En el segundo caso, la norma general es haber residido en España legalmente durante diez años, pero si la persona contrae matrimonio con un español, basta que pase un año casado para que pueda optar a la nacionalidad española", dice la abogada.
Desde 1996 se han triplicado en España los matrimonios entre españoles y extranjeros. En la actualidad, la mitad de las bodas que se realizan son con un cónyuge de otra nacionalidad y, en la mayoría de los casos, se trata de latinoamericanos. "En Madrid se celebran entre 14 y 15 bodas al día. La mitad de ellas con un extranjero", dice José María Bento (en la foto), magistrado encargado del Registro Civil Único de Madrid.
Así como ha aumentado el número de bodas, también ha subido el de divorcios. Entre 2001 y 2006 ha crecido en 277%. En España se produce un divorcio cada 3,7 minutos: un total de 386 al día.
Ante la sospecha de las autoridades del Registro Civil de que muchos matrimonios con extranjeros son fraudulentos, la Dirección General de Registros y Notariados de España introdujo en 2006 una nueva instrucción que hizo más detallistas las entrevistas que los funcionarios realizan a los novios. Ya no basta con conocer datos generales de la pareja. Ahora hay que demostrar hasta con pruebas –testigos, cartas, fotos, etcétera– que existe una verdadera relación.
"Todos los extranjeros, aunque pertenezcan a la Unión Europea, deben pasar la entrevista. La ley es igual para todos, pero es cierto que cuando pensamos que se trata de una boda por conveniencia, las audiencias se vuelven más detallistas y largas", reconoce Bento.
Ante todas las respuestas que Matías recibió a su anuncio, decidió hacer el negocio. Ahorrados tenía sólo dos mil euros. Uno de sus hermanos pidió un préstamo bancario para reunir los tres mil que le faltaban para casarse.
"Me lo tomé como una inversión, como empezar una empresa. Con permiso de residencia podría optar a un trabajo mejor y devolverle el dinero a mi hermano a la brevedad", dice Matías.
Comenzó la selección de pareja sin discriminar entre hombres y mujeres. Descartó a las personas que le ofrecían actuar como intermediarias y limitó el campo entre gente de 25 y 35 años, para lograr credibilidad a la hora de demostrar que el matrimonio era real.
Se juntó con tres elegidos. Un chico de 28 años y dos chicas de 32 y 27 años. "Me tomé una cerveza con cada uno de ellos. Eran personas muy normales, agradables, como cualquier amigo. Elegí a Nuria porque era una chica con la que me podría haber casado de verdad. No sólo era guapa y encantadora, también había estado en Buenos Aires hacía tiempo y me reí con ella cuando la conocí. Me gustan las mujeres que me hacen reír. Me dijo: 'Yo quiero el dinero y creo que tú debes hacer lo que necesites para obtener la nacionalidad. Después de que arrasamos América, lo mínimo que podemos hacer ahora es dejar que los latinoamericanos trabajen en este país sin problemas'".
La entrevista
Antes de autorizar un matrimonio, un funcionario del Registro Civil entrevista a la pareja. Primero a una persona y luego a la otra, en habitaciones diferentes. La duración de la sesión –una hora y media– y el nivel de detalle de las preguntas provocan pánico hasta en los que se casan por amor. "Tengo un amigo español que se casó con una chilena por amor. Incluso ella estaba embarazada de él, pero no pasaron la entrevista. Cuando esto es un negocio se prepara con todos los detalles, pero cuando te casas por amor no te pones de acuerdo en qué decir cuando te pregunten cuánto gastas a la semana en el supermercado", dice Matías.
En un café, Nuria y Matías se reunieron cuatro tardes para planear qué dirían en la entrevista e inventarse una historia de amor, un pasado romántico y un futuro común con dos hijos, a los que llamarían Juan y Lucía. Y también un perro, pues acordaron que dirían que era el animal preferido de los dos.
Después de cuatro meses de haber publicado su aviso en internet, Matías estaba frente al oficial del Registro Civil. Tras media hora de sencillo interrogatorio comenzaron las preguntas difíciles.
Me dice que conoció a Nuria en Buenos Aires, fuera de una librería, ¿cierto? –preguntó el funcionario.
Sí, así es –contestó Matías.
Y ese día, ¿cómo estaba el tiempo? ¿Sol, lluvia, nubes?
Matías desvió sus ojos de los del funcionario. Se rascó la cabeza en un gesto pensativo para tratar de disimular sus nervios.
–Había sol– contestó, pensando en lo que Nuria podría responder a esa pregunta. Habían ensayado muchas veces la historia de amor que se habían inventado, pero no habían reparado en la meteorología.
"Me puse absolutamente nervioso y sólo pensaba en cómo disimularlo", dice Matías. "No quería mirar al oficial a los ojos, porque sus ojos decían: 'No te creo ni una palabra'. Pero si no lo miraba parecía que le estaba mintiendo. Me sudaban las manos, me dolía la cabeza". El momento más difícil fue cuando el oficial le preguntó si Nuria había atravesado algún momento difícil en los últimos años.
–Sí, cuando a su hermano pequeño le descubrieron cáncer, contestó Matías, sin dudarlo.
¿Y cuál fue la reacción de los padres? ¿Qué decían? ¿Qué decidieron? ¿Cuál de los dos se veía más afectado?
Matías, que no sabía qué contestar, mantuvo la calma y apostó por una respuesta ambigua, pero creíble.
–Es difícil decirlo, porque algunos pensaban que la madre estaba más derrumbada, pero yo veía a mi suegro muy mal. Es que esas cosas no se pueden decir así, en forma tan tajante. Cada uno tenía sus momentos.
Matías y Nuria superaron la prueba y se casaron en septiembre de 2007. Nunca han vivido juntos. Matías ya tiene su permiso de residencia y cuando celebre su primer aniversario de matrimonio comenzará los trámites de nacionalidad, que pueden tardar hasta tres años. Una vez que la obtenga, la pareja pedirá el divorcio.
Casarse con el único fin de obtener la nacionalidad española no es un delito. "Y, por lo tanto, no implica castigo de cárcel ni multas. Pero es un fraude que da lugar a la anulación del matrimonio. No es causa directa de expulsión, pero si la persona extranjera no ha conseguido la residencia ni la nacionalidad y está ilegalmente en el país, es expulsada", dice Pilar Asencio.
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