Escribirlo todo

La escritora y periodista peruana Gabriela Wiener se vuelve una autora imprescindible con Llamada perdida, selección de crónicas que fascinan por su absoluta subjetividad, arrojo e inteligencia, pero sobre todo, por su humor rabioso y feminidad sin tregua para hablar de sí misma como experiencia universal.




Paula 1168. Sábado 28 de febrero de 2015.

La escritora y periodista peruana Gabriela Wiener se vuelve una autora imprescindible con Llamada perdida, selección de crónicas que fascinan por su absoluta subjetividad, arrojo e inteligencia, pero sobre todo, por su humor rabioso y feminidad sin tregua para hablar de sí misma como experiencia universal.

"La intimidad es mi materia y es mi método", escribe Gabriela Wiener (Lima, 1975) para presentar el conjunto de textos que conforman este volumen recopilatorio, que sigue a sus libros Sexografías, una serie de crónicas sobre experiencias hardcore y liberadas en la materia, y Nueve lunas, sus memorias de embarazo. La afirmación se vuelve más fascinante y necesaria cuando comprobamos que lo que hace Wiener es un periodismo personalísimo que explota las diversas variantes de la primera persona. Y hacerlo en ese terreno es mucho más difícil de lo que parecen mostrar las tropas de nuevos cronistas latinoamericanos, fraguados en revistas como Etiqueta Negra y Gatopardo, de las que ella es figura a la vez central y excéntrica.

"Soy una periodista especializada en meterse en sitios y escribir en primera persona sobre experiencias extremas", declara en Llamada perdida (editada en España, donde vive, por Malpaso, y en su Perú natal por Estruendomudo), que habla más que nada sobre el extraño oficio de vivir. Culta, amante de Bolaño y de Joan Didion, de Blanca Varela y de Nietzsche, Wiener va de lo ridículo de cualquier moraleja a la precisión poética del lenguaje.

"La vida adulta es palpar incesantemente la Nada con los dedos de la imaginación", escribe Gabriela Wiener en su nuevo libro de crónicas <em>Llamada perdida</em>.

La acompañamos, pues siempre se mantiene firme con el lector, por indagaciones sobre la fealdad (partiendo por su cuerpo y complejos); sobre cambiarse de país (su periplo desde Lima a Barcelona, y luego a Madrid); por su obsesión con el número 11 (jocoso y genial); su reporteo gonzo acerca de la experiencia new age de vivir la muerte forzada; su vida motelera, su experiencia de la infidelidad y de los tríos sexuales; por sus reflexiones sobre las dificultades de la vida doméstica y la intensidad del amor familiar; en la posibilidad de cambiar de existencia y mandar el sistema al carajo (desde la España en crisis); o entrevistas con autoras como Corín Tellado e Isabel Allende, en quienes descubre su esencia al exponer su propia inquietud sobre ellas; para terminar con un cómic sobre su relación con su mejor amiga peruana y reflexionar, otra vez más, sobre cómo vivir para ser fiel a sí misma.

Wiener piensa, critica, es dura con los demás y con la imbecilidad social y política; se desnuda, se emputece, se ríe, se entristece, carretea, se ordena, trabaja, ama, odia, se ilusiona, vuelve a la tierra, y escribe, por ejemplo: "La vida adulta es palpar incesantemente la Nada con los dedos de la imaginación". Y luego: "A veces me da por pensar si no estaríamos mejor sin etiquetas, sin compromisos, sin papeles, sin maridos, sin mujeres, sin abrir, sin cerrar, sólo abrazando nuestras felices contradicciones, en el calor inobjetable del deseo y en la íntima conciencia del amor en estado puro. La mayor parte del tiempo, sin embargo, soy pesimista". Pero sigue intentando un optimismo radiante a través de las palabras. $11.900 y $ 5.400 (versión digital) en Amazon.

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