La escritora que reversionó el diario de Ana Frank
La escritora chileno-estadounidense Marjorie Agosín, quien acaba de lanzar su propia versión del emblemático texto, reconoce el fracaso de la intelectualidad frente a la grave situación de la infancia en Siria e Irak, y cuenta por qué cree que son las mujeres las más proclives a volcar su intimidad en diarios.
Paula 1210. Sábado 8 de octubre de 2016.
"Ana. Reimaginando El diario de Ana Frank" (Das Kapital Ediciones) es un libro que parece dirigido a niños, pero los textos de Marjorie Agosín y las ilustraciones de Francisca Yáñez lo hacen atractivo para toda edad. Más si se considera la categoría de clásico de la literatura del Holocausto del diario íntimo de la niña alemana que durante dos años y medio permaneció oculta de los nazis en una vivienda en Ámsterdam, para finalmente, ser capturada y enviada a Auschwitz, primero, y a Bergen-Belsen, después, donde murió.
La relación de Marjorie Agosín (61) con la figura de Ana Frank es estrecha no solo por ser judía. A los 12 años, un abuelo le regaló un ejemplar del texto junto a un diario de vida en blanco, _lo que marcó su propio interés por la escritura. A los 13, desde Chile emigró al sur de Estados Unidos, donde su pelo rubio y ojos azules no la salvaron de la violencia verbal y física que sufrió por parte de otros niños por el hecho de ser una inmigrante latina. Ambos hitos determinaron su camino profesional. Autora de una larga lista de libros, varios de ellos abordan el tema de los derechos humanos de la mujer, como Secrets in the Sand: The Young Women of Juárez (2006). Una trayectoria desde la literatura y la academia que la han hecho merecedora del reconocimiento de la ONU. Actualmemte es miembro de Columbia Global Center y académica de Literatura Comparada, materia en la que se doctoró, en Wellesley College, la universidad privada femenina en la que estudió Hillary Clinton.
[caption id="attachment_53993" align="aligncenter" width="540"]
Una de las ilustraciones de Francisca Yáñez[/caption]
Planteas la importancia de la memoria, pero tomando en cuenta, por ejemplo, el drama de los niños sirios, ¿no te parece que hay un claro fracaso de la intelectualidad que llama a recordar?
Estamos viviendo el fracaso de la historia y de la intelectualidad, efectivamente. El ejercicio de recordar no nos hace mejorar y la situación de vulnerabilidad de la infancia en este siglo es peor que durante la época del Holocausto. Publico este libro porque no quiero ser parte de ese fracaso y quiero que los niños chilenos conozcan lo que vivió Ana, que hoy es una niña refugiada siria, una joven abusada en Irak o los niños palestinos que viven en guetos.
Más allá de lo emblemático del texto original, ¿tiene un valor literario?
Tiene una tremenda belleza literaria con frases maravillosas, que dan cuenta con profundidad lo que significó para Ana y el resto de la familia vivir encerrados, su propia evolución, su iniciación sexual y cómo envejece. Ella fue una niña que envejeció debido a sus circunstancias. El diario es también un documento valioso de su auto conciencia como escritora. Ella escribía, rayaba y corregía sus textos. Tenía una intención literaria.
¿Por qué será que las niñas tienen diarios de vida y, de hecho, se venden con motivos femeninos y no masculinos?
Las mujeres tenemos muy pocos espacios de intimidad y de libertad. Prácticamente todos, aún en el siglo XXI, están determinados por los hombres y la autoridad. El diario de vida es un espacio para relatar la propia historia y construir una narrativa personal.
¿Aún en la niñez las mujeres son menos libres que los hombres?
Sí, aunque el mundo occidental ofrece mayores libertades hoy, hay estudios que son determinantes: en las escuelas se sigue privilegiando la voz de los varones. Ellos son los que hablan más en clases y ellos son los que reciben mayores facilidades por parte de los profesores para desarrollarse en diversas plataformas. Eso crea desigualdad.
¿Cómo se vive la paridad de géneros en Estados Unidos?
Muy parecido a Chile. En mi universidad las mujeres académicas ganamos menos que nuestros pares hombres. Lo mismo ocurre en el resto del país. En el senado no hay más de 12 mujeres al lado de unos 80 hombres. Y a Hillary Clinton se le ataca constantemente por el hecho de ser mujer.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.