La ministra que no se quiere equivocar
A dos meses de asumir como ministra de Justicia, Javiera Blanco trabaja cerca de 14 horas diarias y es la única del gabinete que en las últimas encuestas casi no baja en aprobación. Por lo matea que es –egresó de Derecho en la UC con nota 7.0–, sus cercanos la llaman Gertrudis. Ella se lo toma con humor y estudia y estudia: desde los informes para fortalecer el Ministerio Público hasta las minutas que le elabora su equipo sobre fútbol. Para no meter las patas, porque ya le pasó una vez, cuando no supo que Sampaoli era el DT de la selección.
Paula 1177. Sábado 4 de julio de 2015.
"No abran la puerta, ¿no ven que está estudiando?", dice una asesora cuando le preguntan dónde está la Ministra de Justicia. Javiera Blanco (43) está encerrada en su oficina. Vestida con falda de cuero negro hasta la rodilla, botas de taco alto, una chaqueta peluda del mismo color y lentes de marco grueso, revisa carpetas que tiene ordenadas sobre su escritorio.
El 11 de mayo, cuando se realizó el cambio de gabinete, la Presidenta Michelle Bachelet la nombró a cargo de esa cartera. Después de pasar 14 meses como ministra del Trabajo, nueve como vocera del comando presidencial, tres años como directora ejecutiva de la Fundación Paz Ciudadana y cuatro como subsecretaria de Carabineros en el primer gobierno de Bachelet. Antes que todo eso, pasó varios años igual que esta mañana: estudiando.
Fue al Colegio Mariano donde se graduó con 6.9 de promedio, de Derecho en la Universidad Católica egresó con nota 7.0 e hizo un magíster en Gestión y Políticas Públicas en su versión más matemática, en el Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile. Por estos días, su obsesión está en el fortalecimiento del Ministerio Público. En términos muy jurídicos dice convencida que "con esto mejorará la persecución penal, aumentando la dotación de la fiscalía". Hace un año, hablaba en matinales, diarios, televisión y foros ciudadanos, con la misma fuerza que ahora, del derecho a huelga, el desempleo y las negociaciones sindicales. Con pizarra y plumón, explicaba en juntas de vecinos la reforma laboral que fue aprobada en enero de este año.
"Soy matea. Entro a las reuniones preocupada de si me sé toda la materia y no de si voy a ser la única mujer".
Su disciplina con el estudio se explica por dos razones: viene de una familia de académicos y así la criaron. Y porque no quiere pasar vergüenzas, como la que le ocurrió hace un año. Fue durante el Mundial del fútbol, cuando Chile acababa de pasar a octavos de final y se disponía a jugar contra Brasil. Un periodista de un medio de farándula se le acercó y la desafió con una pregunta: "Ministra, ¿sabe quién es Sampaoli?". Blanco respondió con seguridad: "Claro que sé: es un jugador de la selección italiana". Desde ese día, su equipo también le elabora minutas informativas de fútbol y farándula que la ministra se aprende para no meter de nuevo las patas.
¿Qué tal ha sido llegar a este Ministerio?
Un bonito desafío. Cuando uno asume un Ministerio que está andando, es como subirse a un auto en marcha y hay que ponerle más velocidad. Pero para mí ha sido volver a mi tema y reencontrarme con la gente que había trabajado en seguridad y justicia.
¿Por qué cree que la cambiaron si lo estaba haciendo bien en el Ministerio de Trabajo? Vivió la aprobación de la reforma laboral y negoció sin problemas el reajuste del sector público con la CUT.
Uno es parte de un proyecto país, en que se aporta desde donde la Presidenta tiene la confianza que uno debe estar y trabajar. No hay visiones ni sellos personales, sino que trabajamos en el cumplimiento de un programa por el cual este gobierno fue electo. En la última encuesta Adimark tiene cerca del 50 por ciento de aprobación y el gobierno no alcanza a llegar a 30. Creo que las valoraciones dependen de muchas cosas. Si a uno a veces le toca llevar reformas más controvertidas y mediáticas va a ser mal evaluado o, si por el contrario, le toca dar a conocer una situación positiva, va a ser mayor la aprobación. Pero no podemos estructurar un programa en base a lo que es bien evaluado. Gobernar así sería esquizofrénico. A veces hay que asumir proyectos que no van a ser muy populares, pero son necesarios. Y en ese caso, tenemos que comunicarlo mejor y explicarlo en todos los lugares que sea posible, de manera que la gente sepa qué es y por qué es necesario.
¿Así lo hizo con la reforma laboral?
Nos preocupamos mucho de que se entendiera. Hablamos harto en los medios, con diarios, matinales, radios y en asambleas. Íbamos a hablar con los sindicatos y juntas de vecinos, para aterrizarle con ejemplos la reforma a la gente, de manera que ellos también pudieran explicarla.
¿Así lo va a hacer con el proceso constituyente para reformar la Constitución?
Todavía no sabemos cuál va a ser nuestro rol como Ministerio. La Presidenta anunció que eso se definirá en septiembre.
Ha sido líder en sectores dominados por hombres como seguridad, Carabineros, sindicatos y penitenciaría. ¿Cómo se ha adaptado a esos ambientes más masculinos?
Creo que hay que ir por la vida entendiendo que el género no puede ser una variable para que a uno le vaya bien o mal. Siempre me dispongo en mis trabajos desde el contenido, orientada a la tarea: soy matea. Entro a las reuniones preocupada de si me sé toda la materia y no de si voy a ser la única mujer. Fui la primera mujer subsecretaria de Carabineros y no llegué ahí siendo una desconocida. Había trabajado con el general Bernales en la elaboración del plan cuadrante y después hice clases en la Policía de Investigaciones. Pero se hacen diferencias por tratarse de una mujer. Por ejemplo, el día del cambio de gabinete, el diario La Segunda…
¿Qué dijo La Segunda?
No es lo que dijo, sino las fotos que publicó de sus piernas y de la ministra Rincón, que ese día andaban con falda. Ohhh, sí me acuerdo. Estaba tan absorta que como a los dos días caché que había pasado algo con ese tema y que me lo perdí. No me contaron acá en el ministerio para que no me enojara, hasta que lo vi. Nada, lo encuentro absurdo, ¿para qué?, un despropósito. No da ni para sexismo, porque no se entendió.
"No solo se debe cumplir la ley, también hay que ser cuidadoso en las señales. Estamos frente a una sociedad más exigente, donde también pueden haber injusticias en situaciones que se pueden malentender, aunque sean correctas".
MÁS PAPISTA QUE EL PAPA
¿Qué le parece la situación mediática que están viviendo los fiscales?
A diferencia de lo que muchos creen, las instituciones están funcionando. Con el Ministerio Público hemos tenido una relación de respeto y la información que necesiten desde el Ejecutivo para su investigación, va a estar disponible.
¿Y no se cae en cierta inseguridad cuando una autoridad declara ante un fiscal y después se filtran sus declaraciones en el diario?
No me corresponde opinar sobre las decisiones, eventuales vicios o errores del sistema. Esas son cosas que debe resolver el fiscal nacional al alero de su propia institución. Ahora, como sociedad, uno espera de la fiscalía, gobierno y poder judicial que, cuando una investigación dentro del marco de la ley debe mantenerse en carácter reservado, eso se cumpla y no se hagan conocidas.
Cuando asumió como ministra del Trabajo, nombraron a su marido (Eugenio Ortega Frei) gerente corporativo de Barrick y hubo cuestionamientos de que ello podría provocar un conflicto de intereses. Él terminó renunciando y usted dijo que era una situación injusta. ¿Cómo lo interpreta ahora, que la ciudadanía está más exigente?
Es que fue bien distinto, porque él estaba asumiendo un cargo en la empresa privada, que no tiene nada que ver con lo que yo estaba asumiendo. Es bien insólito que un familiar no pueda estar en el mundo privado ni en el público sin estar expuesto. No es una buena señal que todas las parejas de autoridades deban dar un paso al costado en sus carreras. Tener un familiar ministro, al final, puede ser la lápida de cualquiera que quiera desarrollarse profesionalmente. Hay que tener claro cuándo se transgrede la ley y cuándo no. Creo que lo que vivimos fue tremendamente injusto y la actitud de mi marido, fue muy generosa.
¿En qué trabaja ahora su marido?
En un centro de estudios.
¿Se siente culpable por eso?
Sin duda, lo más difícil de este trabajo es la afectación de la familia. Mis hijas y mi marido no tomaron la opción de que yo fuera ministra, la tomé yo. Sin embargo, les afecto la vida a ellos.
¿En qué otras cosas los afecta?
A mis hijas les toca defender situaciones en las que pueden no estar de acuerdo, porque tienen el peso de ser la hija de la ministra. La sociedad es bien exigente, pero creo que se deben establecer espacios de respeto. Yo decidí ser ministra, no mi entorno. Que mis hijas se vean afectadas en el día a día, como mi marido que no pudo tomar un trabajo, es algo que también les podría pasar.
¿Que sus hijas quisieran optar a las Becas Chile, que financia estudios en el extranjero, por ejemplo?
Les pediría que por favor por ahora no postulen a nada, que se podría malinterpretar. Si ellas postulan a una de esas becas, yo prefiero estar fuera del Estado.
¿Pero eso no es ser como más papista que el Papa? Porque para ganarse una de esas becas primero hay que ser aceptado en una universidad en el extranjero.
Soy entonces más papista que el Papa. Desde que asumí como ministra, voy a dejar a mi hija menor al colegio en mi auto, me devuelvo a mi casa, el conductor me está esperando y recién ahí me subo al auto oficial. Puede ser una tontera, una pérdida de tiempo, porque igual paso por afuera del colegio cuando me vengo al Ministerio, pero así es la ley y la cumplo. No solo se debe cumplir la ley, también hay que ser cuidadoso en las señales. Estamos frente a una sociedad más exigente, donde también pueden haber injusticias en situaciones que se pueden malentender, aunque sean correctas.
"Me carga ir al supermercado, hace como 15 años que no voy. Pero en el aseo soy una máquina. Me encanta limpiar, ordenar, botar todo lo que no se ocupa".
¿Cree que eso le está pasando con el gobierno?
No puedo evaluar algo que está en conocimiento de la justicia. Solo puedo decir que confío en la gente que va a hacer su pega con autonomía. Me parece bueno que se exija probidad, buena conducta, transparencia. Me encantó que el ministro Burgos se viniera hoy en bicicleta porque había emergencia ambiental. Pero cuando hay emergencia se recomienda no hacer actividad física. Palos porque bogas y palos porque no bogas. Una cosa es respetar la ley, que las autoridades den el ejemplo, pero otra cosa es que lo que hagas sea mal leído siempre. No queremos una sociedad en que todo esté tensado. La Presidenta dio la cara en temas sensibles y dolorosos, encargó una comisión de probidad y lidera una agenda ambiciosa en términos de exigencia en cada ministerio. La sociedad exige y está bien. Y como autoridades debemos cuidarnos más en nuestros actos, aunque sea doloroso para nosotros y nuestros cercanos.
JAVIERICOSAS
A usted siempre la describen como muy matea: tuvo promedio 7.0 en la universidad y salió con promedio 6.9 del colegio.
Sí. Fui matea y lo sigo siendo.
Tan matea que cuando llegó al gobierno le pusieron Gertrudis en The Clinic.
Ojalá fuera solo en The Clinic. No hubo nadie en el Ministerio del Trabajo que no me dijera S.L. De la Presidenta hablaban de S.E. por Su Excelencia, y de mí como S.L. por So Lechuza.
¡Pero qué falta de respeto!
Me mato de la risa. Por suerte nunca he tenido problemas con que se malentienda la autoridad porque soy pelusona y divertida. Pero es cierto: me decían So Lechuza y me ponían cartelitos que decían "no molestar porque está estudiando". Es que vengo de familia de padres académicos, mi hermano es hasta el día de hoy enfermo de mateo, decano de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado. En mi familia no había ninguna posibilidad de no ser mateo.
¿Y es matea por estas ganas de entenderlo y conocerlo todo o por el miedo a hacer el loco al llegar a un lugar y no entender nada?
Me gusta estudiar, soy sabionda, pero claro, también está el espacio de que a quién le gusta hacer el loco, sobre todo cuando uno habla públicamente y es autoridad.
¿En qué ha hecho el loco?
No lo quiero recordar. Lo que pasa es que hay una parte de la vida que uno pone en stand by. Cualquier lectura farandulera, de tiempo libre, futbolística para mí pasa a segundo plano y por eso me quedo totalmente out. En las entrevistas que no son solo contenido he hecho el loco.
¿Tiene así como la sección "condoros" de su gestión?
Las javiericosas les pusieron. La peor de todas es cuando me preguntaron quién era Sampaoli para el Mundial, el año pasado. Me debería haber quedado callada, pero no lo hice y dije que era un jugador italiano. Lo peor es que para salvarla agregué "es que fue jugador antes", y me dijeron que nunca jugó, que siempre fue entrenador. No, mal.
¿Otro capítulo de javiericosas recuerda?
Hay muchos. Una vez en el sur me preguntaron en un canal regional si me quería arreglar para una entrevista. Había un espejo, secador de pelo y unas pinturas para enchularse. Y me dejaron sola. Tomé el secador y no encontraba enchufe, hasta que vi uno un poco viejo y lo enchufé. Hice un cortocircuito y dejé al canal sin señal como por tres días. Ellos les dicen javiericosas, pero yo les digo "eventos" y he tenido hartos eventos. Pero así la vida es más simpática.
¿Es buena para reírse de sí misma?
Sí, pero soy súper exigente. Me exijo y le exijo al resto. En el servicio público hay que exigirse el doble. Ahora, claro, no leo de farándula ni de fútbol, pero me hacen minutas de los jugadores de la selección.
"Sufro intensamente por no tener tiempo para mis hijas. Independiente que sean más grandes, se necesita a la mamá".
UNA MÁQUINA DE LA LIMPIEZA
¿Cómo fue para una persona de promedio 7.0 quedar embarazada en tercer año de la universidad?
¡Segundo mijita! (se ríe). Tenía 19 años.
No estaba casada me imagino. ¿Cómo lo tomó su familia?
Me casé con cuatro meses de embarazo de la Ignacia, que ahora tiene 22 años y está en cuarto de Derecho en la UC. Mi entonces marido era mayor que yo, tenía su empresa, estaba trabajando, así que, incluso, pudo terminar de pagarme los estudios. Fui bastante regalona en ese sentido. Partí en mi propia casa, tuve ayuda y pude estudiar. Después tuve a mi otra hija, a la Antonia.
A los 28 años ya tenía dos hijas y estaba separada cuando murió su madre.
La pena de su muerte dura para toda la vida. Siempre les digo a mis amigos, cuando pierden a alguien querido, lo que para mí ha sido una ley: la pena no se va a ir nunca. Si vas a tratar que se te quite, no vas a poder. Hay que aprender a vivir con esa pena.
¿Y usted lo ha aprendido?
Me ayuda ver las fotos en que mi mamá aparece con mis hijas. Ahí está todo claro. Si no hubiese tenido una vida tan intensa, ella no las habría conocido.
¿De qué murió su mamá?
De mieloma múltiple, un cáncer que en 1997 era muy raro. Es degenerativo y la persona está cada vez en peores condiciones. Tenía 50 años y era mi ídola. Siempre he pensado cómo lo logró: llevaba su familia completa, era líder en su trabajo, pintaba para decana de la Facultad de Medicina el año que se enfermó, y siempre tenía tiempo para todos. Era buena madre y, además, estupenda. Mi explicación es que era demasiado perfecta para este mundo, por eso partió temprano. Los pecadores tenemos que quedarnos más tiempo, definitivamente.
¿La marcó el cáncer de su mamá en su forma de ser, con el autocuidado por ejemplo?
Siempre ando haciéndome exámenes y chequeos preventivos. A pesar de que el cáncer mamario es hereditario y en mi familia no hay, me reviso y llevo a las niñas al doctor también.
¿Y tiene tiempo de hacerlo siendo ministra?
En la medida de lo posible, porque esta vida es tan vertiginosa, el tema del doctor es como el último eslabón de la cadena. Pero lo hago.
¿Y tiene tiempo para compartir con sus hijas?
Sufro intensamente por no tener tiempo para ellas. Independiente que sean más grandes, se necesita a la mamá.
¿Por ser más grandes son más difíciles?
Siempre cuando veo gente complicada con los niños chicos les digo que disfruten ese cansancio porque el cansancio de los cabros grandes es físico e intelectual. Pero es bonito verlas crecer.
¿Sus hijas tienen intereses políticos?
Las dos son bien interesadas en la contingencia. La mayor estuvo muy metida en el NAU, en las marchas y es bien crítica de todo. Va a todas las marchas, ahora no tanto porque está trabajando y estudiando.
¿Y le manda con usted recados para el ministro Eyzaguirre?
No, ella es súper respetuosa. Si quisiera decirle algo, ella misma le mandaría un mail. La más chica es más preocupada de lo social, desde otra mirada. De entender a las personas, es perceptiva de los caracteres. Mi hija mayor y yo somos más italianas, más expresivas.
¿Es de familia italiana?
No, nada que ver, somos españoles. Por el lado Suárez somos de Asturias y por el lado Blanco, judío sefardí.
¿Y alguien practica la religión judía en su familia?
No lo sé, mi papá es hijo único y él no era judío. Perdí todo ese lado de la familia.
¿Cómo es usted en su casa? ¿Es una dueña de casa matea también?
A ver… qué bruto que dueña de casa que soy, no. Me carga ir al supermercado, hace como 15 años que no voy.
¿Compra por internet?
Mi marido y a veces mi nana me ayudan con eso. Pero en el aseo soy una máquina. Me encanta limpiar, ordenar, botar todo lo que no se ocupa. Odio juntar cosas, lo odio.
¿Es maniática del orden?
Muy ordenada.
¿Es de las que no cocina porque se ensucia?
No, de las que no cocina porque se mueren intoxicados todos en la casa. No cocino nada, soy pésima en eso.
¿Cuál pega es exclusiva de la ministra Blanco en su casa?
El orden, la limpieza y llamar por teléfono para pedir comida e instalarnos a comer en la cama. Ese es nuestro carrete en la casa: echarnos en la cama a comer sushi.
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