La primera causa de muerte en las mujeres durante el período perinatal es el suicidio.
Distintas investigaciones científicas muestran que el suicidio es la primera causa de muerte de las mujeres en el período perinatal y alertan sobre la necesidad de contar con mayor investigación y estadísticas en esta materia tan silenciada por el tabú y la desinformación respecto a la salud mental y la maternidad.
En la cultura y medicina occidental, el embarazo y parto se han medicalizado progresivamente, lo cual ha generado que exista un relativo control respecto de diversos indicadores y posibles patologías fisiológicas asociadas a la gestación y el nacimiento. Así, por ejemplo, en nuestro país tenemos una de las tasas más bajas de mortalidad materna e infantil. Los avances en la medicina moderna han permitido que menos mamás y niños mueran en el parto o en el período que lo rodea por motivos fisiológicos.
Sin embargo, si pensamos en la salud mental, este modelo está en deuda con las mujeres, los niños y sus familias pues se ha centrado excesivamente en tratar la gestación y el posparto en términos de posibles patologías a pesquisar y prevenir, y ha dejado de lado parte importante del empoderamiento de las madres, junto con, muchas veces, bajarle el perfil a los problemas emocionales que puedan surgir en este período.
Tanto el embarazo como el posparto son procesos sumamente desafiantes a nivel físico y emocional para las mujeres: ocurren diversos cambios físicos, hormonales, identitarios y relacionales que, como si no fuera suficiente, muchas veces las madres viven en una profunda soledad y aislamiento. Las inevitables preguntas e incertidumbres y el legítimo malestar que puede convivir con el inmenso amor a nuestros hijos suele ser vivido en privado, pues no nos atrevemos a hablar de las sombras de la maternidad: tenemos interiorizado un ideal de buena madre en el que no hay lugar para la ambivalencia o el flaqueo.
A esto se suman otros problemas sociales como la falta de corresponsabilidad en el cuidado, que traen como consecuencia dobles jornadas de trabajo para muchas mujeres, los problemas económicos, la falta de redes de apoyo, y particularmente el tabú que supone hablar sobre salud mental y suicidio. Según datos de la OMS, Chile es el sexto país de Latinoamérica con la tasa más alta de suicidio, y aunque hemos avanzado en los últimos años, todavía estamos lejos de comprender que el concepto de salud incluye la salud mental.
Necesitamos encaminarnos hacia un modelo de salud más integral en el que la salud mental de la madre sea parte de cada control del embarazo, tal como lo es su presión arterial, su peso o sus niveles de fierro en la sangre.
Y así también, necesitamos avanzar culturalmente hacia un modo de vida en el que las madres no tengan que enfrentar solas todo lo que implica la crianza y el cuidado, donde puedan pedir ayuda cuando la necesiten sin miedo a ser juzgadas, y encontrar razones para disfrutar y apreciar la vida. Que no gane la desesperanza.
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