La “renuncia silenciosa”: adiós al vivir para trabajar

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Con 22 años, Verónica Obaid se encuentra a las puertas del mundo laboral. Mientras prepara su tesis para graduarse de la carrera de periodismo, trabaja en una agencia de comunicación digital y ve con entusiasmo su carrera y futuro profesional. Pero eso no le impide tener claridad en que, a diferencia de sus padres, ella no vivirá para trabajar. “Es algo de lo que se habla mucho entre mis amigas, sobre todo por el tema de la salud mental. Vivamos la vida tranquilas, no hay para qué estresarse”, dice.

Esta actitud frente a la vida laboral ha sido asociada a un término que en las últimas semanas se ha propagado por medios de comunicación y redes sociales: la llamada “renuncia silenciosa”. A primera vista, la consigna puede parecer engañosa, ya que no se refiere a hacer una renuncia mental que prepare el terreno hacia la concretización de una renuncia formal. La “renuncia silenciosa” (quiet quitting, en inglés), se trata más bien de priorizar la vida personal sobre la vida laboral. No es evitar trabajar, sino evitar vivir para trabajar: hacer lo que se espera de tu posición laboral. Nada más ni nada menos.

No es casualidad que este término se haya popularizado en TikTok, la red social favorita de los más jóvenes. La generación Z y los millennials suelen estar más conscientes de la precariedad y las dificultades laborales que enfrentan sus generaciones. Y con mucho menos seguridad económica que la que tuvieron sus padres, muchos de estos jóvenes han decidido priorizar la salud mental.

“Mi generación creció escuchando cómo los papás te decían que tenías que tener buenas notas, ser el mejor en el colegio, en la universidad, en el trabajo, porque el éxito profesional y académico te iba a llevar al éxito personal. Pero nos hemos dado cuenta que no es así”, dice Verónica. “Buscamos priorizar la salud mental y el cuidado personal, no queremos vivir con todo el estrés de nuestros papás, queremos estar mucho más tranquilos”, agrega.

La académica de Ciencias Sociales de la Universidad de Bristol, Nilufar Ahmed, ha estudiado este fenónomeno, que según dice, está presente a nivel mundial. Según la experta, históricamente las empresas han normalizado al trabajo extra no remunerado que aportan los trabajadores, por lo que podría producirse un choque cultural entre los empleados más jóvenes y los directivos. “Las empresas se preocuparán de que sus empleados decidan trabajar menos, pero en realidad, la gente que renuncia silenciosamente está trabajando según lo que solicita su contrato”.

No todo es el trabajo

Según el académico de la Escuela de Psicología de la Universidad Diego Portales e investigador del Núcleo Milenio sobre la Evolución del Trabajo (MNEW), Jesús Yeves, el trabajo ha ido perdiendo mucha centralidad en las nuevas generaciones. “Antes uno empezaba a trabajar en una empresa y hacía toda su carrera profesional dentro de esa organización, ellos te gestionaban tu desarrollo. Hoy eso cambió. Puedo estar muy comprometido con mi trabajo, pero si quiero desarrollar mi carrera por otros lados, me voy a ir igual”, explica.

Según la encuesta Deloitte Global 2022 Gen Z and millennial, alrededor del 40% de la generación Z y el 24% de los millennials quieren dejar su trabajo en dos años. Casi un tercio lo dejaría sin tener otro empleo, según el sondeo que entrevistó a 14.000 miembros de estas generaciones de 46 países.

Entre quienes dejaron su trabajo en los dos últimos años citaron como primera razón de su salida el sueldo, seguida por la sensación de que el lugar de trabajo era perjudicial para la salud mental. En ese sentido, el 46% de los jóvenes de la Generación Z y el 45% de los millennials declararon sentirse “quemados” por su entorno laboral.

Entre las principales prioridades a la hora de elegir un nuevo empleador, la encuesta reveló el equilibrio entre la vida laboral y personal y las oportunidades de aprendizaje y desarrollo. Tres cuartas partes preferirían una situación de trabajo híbrido o a distancia.

Los jóvenes “ya no ven la carrera profesional de manera tradicional como lo veían nuestros padres y abuelos, sino que es algo que tú decides, que es tuyo. Y con las nuevas formas de flexibilidad, el mundo globalizado y el trabajo remoto, la relación entre empleado y empleadores también cambió”, dice Yeves.

Para Yeves, la tendencia de la “renuncia silenciosa” está ligada con el poder de recompensa. “Si el trabajador percibe que su esfuerzo es igual a la recompensa, eso motiva. Pero si el esfuerzo es mayor a mi percepción de recompensa, además de desmotivar, esto va a generar estrés laboral. Si se mantiene en el tiempo, se lleva a este síndrome de estar quemado. En general los que están más comprometidos con su trabajo son los que más sufren con esto”, explica.

“Los jóvenes están viendo lo inalcanzable que resultan cosas como los empleos estables y la compra de viviendas”, explica Ahmed. “Han visto cómo sus padres y los millennials siguen trabajando duro, pero son incapaces de alcanzar el éxito que desean. Que el trabajo duro no les sea recompensado les provoca ansiedad. Por esos muchos jóvenes se niegan a seguir esos hábitos y optan por una mejor salud mental”, detalla.

“Se que el día de mañana no necesito esforzarme el doble en mi pega porque no me van a pagar el doble. Voy a trabajar lo que tenga que trabajar y si se me ocurren ideas que van a ayudar a que mi área crezca las voy a dar, pero no voy a desvivirme por el trabajo”, dice Verónica. Para ella, la renuncia silenciosa tiene más pros que contras. “Vivimos más tranquilos, en paz, tenemos más momentos de ocio y más momentos familiares y eso es lo importante”, dice.

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