Las manos de una mujer platera

Artesanías de Chile - Paula

Tradicionalmente en el mundo Mapuche el encargado de trabajar la plata era un hombre: el rütrafe –platero en mapudungun–. Pero con el tiempo, el oficio ha pasado a manos de mujeres, entre ellas las ocho artesanas que forman la agrupación Plateras de la Mariquina, en la Región de Los Ríos. A través de distintas capacitaciones y acompañadas por Fundación Artesanías de Chile han aprendido más de la simbología detrás de sus piezas y nuevas formas de trabajar la plata, forjando un vínculo inquebrantable.




Tradicionalmente en el mundo mapuche el encargado de trabajar la plata era un hombre, el rütrafe –platero en mapudungun–. Solo en las manos de un varón nacían las joyas para las familias. A las mujeres solteras, el rütrafe les hacía aros con el calado de una luna; a las casadas, con dos. Creaba adornos pectorales, conocidos como trapelakucha, donde representaba el cielo, la tierra y los altos y bajos de la vida. Pero hoy ocho artesanas de la comuna de San José de la Mariquina, en la Región de Los Ríos, trabajan en el rescate de este oficio. No aprendieron de sus mamás ni de sus abuelas; ellas eligieron la plata y estudiaron hasta convertirse en maestras artesanas.

“Quisimos aprender para conservar este oficio. Armamos un grupo de quince mujeres, la mayoría mapuche, y buscamos un profesor que nos enseñara”, recuerda la artesana de la agrupación Uberlinda Ortiz. “Llegamos al orfebre Raimundo Cona, quien nos enseñó dos años. El primer año le pagó la Forestal Arauco y el segundo año le pagamos nosotras. Bueno, en realidad nos cobraba los pasajes y le dábamos desayuno y almuerzo, nada más”.

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Antes de ese primer taller en 2008, ninguna de ellas había trabajado con metales. “Nosotras trabajamos la lana, porque esa es la costumbre en el campo: las mujeres en el tejido, porque con eso también hacen la vestimenta”, explica Guacolda Manquelafquen, presidenta de la agrupación Plateras de la Mariquina.

“Yo también tejía”, dice la artesana Marta Carmen Toledo. “Así que partí de cero en la platería. Todas de cero. No conocía el metal, no conocía las herramientas”. Y entre risas, agrega: “Hay que ser sincera. De primeras fue muy complejo. Partimos quebrando muchas sierras. Pero echando a perder se aprende”.

De las quince que partieron, sólo ocho continúan en la agrupación. Dicen que entre granalla, mostacillas, ganchos, sopletes y herramientas, han creado un vínculo único. “En el grupo nos llevamos bien, pero bien, bien. En las buenas y en las malas, ahí estamos. Yo, por ejemplo, hubo un año que me quebré el pie y las chiquillas me mandaban material a mi casa. Nunca dejamos de lado a nadie”, dice Marta Carmen. “Somos como una familia”, agrega Guacolda. “Nos apoyamos”, termina Uberlinda.

En las capacitaciones con Fundación Artesanías de Chile, la agrupación descubrió nuevas formas de trabajar la plata y se acercó a los símbolos de la platería mapuche, esos que saben los rütrafe y que en gran parte eran desconocidos para ellas. “Con la fundación empezamos a trabajar la figura de la olla, que es muy representativa en el mundo mapuche. Si vas a una casa, siempre hay una olla en su fogón. Para los mapuche representa la familia y, de hecho, el escudo de nuestra comuna tiene diez ollas. De ahí que inspiradas en esa forma sacamos una colección”, cuenta Guacolda.

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“Cuando empezamos con las ollitas, alguien dijo: ‘Cómo van a hacer ollas, si las ollas son para hacer comida, no para andarlas trayendo de aros y esas cuestiones’. Yo les dije a las chiquillas que no se preocuparan, que nos iba a ir bien”, recuerda Uberlinda.

Todos los miércoles y jueves las plateras se juntan a trabajar, a ponerse al día y a hacerse compañía. En un espacio que les presta la Municipalidad de San José de la Mariquina cortan, liman y avanzan en los encargos que después se llevan a sus casas para perfeccionar. “Es muy bonito lo que hacemos y realmente es la fuente de trabajo que tenemos. A mí me ha ayudado a conocer gente, a salir y a tener nuevos clientes”, afirma Marta Carmen.

Además, en las capacitaciones con la fundación han conocido el significado de los símbolos de cada una de sus piezas, aunque dicen que aún les falta investigar para saber las interpretaciones locales. “Acá no hay un rütrafe que sea de la zona y esa es una dificultad que tenemos para llegar al verdadero significado de nuestras piezas”, explica Marta Carmen. Pese a eso, se han familiarizado con conceptos universales que les ayudan a entender mejor el oficio que practican.

En la agrupación, las que no son mapuche de nacimiento, están casadas con uno, tienen algún antepasado del pueblo o han vivido tanto tiempo en la zona, que ya están conectadas con este mundo. “Nosotras como mujeres mapuche queremos rescatar este oficio. Es muy gratificante recuperar modelos en joyas tradicionales hechas por nosotras”, dice Guacolda y muestra sus manos: “Estas son las manos de una platera”.

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*Este testimonio es parte del libro Proartesano 2021. Semillas de Cambio, editado por Fundación Artesanías de Chile y publicado en exclusiva para Paula.cl.

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