Además de ser un pasatiempos divertido y hasta emocionante, cantar ayuda a liberar el estrés y mejorar el ánimo. Hay investigaciones que así lo avalan, como una de la Universidad de Frankfurt, que asegura que las personas que cantan son más felices porque al hacerlo su cerebro libera endorfinas y oxitocina, hormonas relacionadas con el placer y la disminución de niveles de estrés.
El canto es una forma de expresión ancestral y propia del ser humano. “Es el instrumento más antiguo que tenemos para comunicarnos con nuestro entorno, y también para expresar libremente nuestras emociones”, destaca la profesora de música y magister en Musicología, Guadalupe Becker. “Todos nacemos dispuestos a cantar y desarrollar nuestra voz. Sin embargo, los estereotipos y exigencias culturales van mermando esta capacidad en muchas personas, que llegan a decir ‘no canto ni en la ducha’ o ‘canto pésimo’, pero es algo tan natural como hablar, por lo tanto todos podemos cantar”, afirma.
La fonoaudióloga de Clínica Ciudad del Mar, Carla Casas, profundiza: “El canto es una herramienta integral que incluye cuerpo, emoción, mente y voz en movimiento. Al cantar comunicas y al comunicar desaparece el muro que te separa del resto. Vuelves a sentirte unido al otro”. Un punto que tiene incluso mayor sentido al saber que los beneficios parecen aumentar cuando se canta junto a más personas. De hecho, el estudio It’s better together: The psychological benefits of singing in a choir, a cargo de investigadores de la Oxford Health NHS Foundation Trust y Oxford Brookes University, concluyó que quienes cantan en grupo logran una mayor sensación de bienestar y conexión que quienes lo hacen solos, entregando además un mayor sentido de inclusión y pertenencia.
Al respecto, el psicólogo de Vidaintegra, Felipe Mora, señala: “Cantar nos ayuda a establecer conexiones con los demás desde la empatía, lo que se ve reflejado en los grupos y tendencias musicales adolescentes, que permiten generar vínculos con pares y establecer redes o comunidades, y lo mismo ocurre en el caso de los adultos”. Además se ha comprobado que cantar con más personas puede ayudar a llevar de mejor manera un duelo.
La intérprete en Jazz y Música Popular con especialización en Canto y Licenciada en Educación, Natalia Ramírez, afirma: “Estudios han demostrado el aporte significativo del canto a la liberación de tensiones, por la acción misma del buen uso de la voz al ejercitar los músculos que participan tanto en la modulación propia del canto, como también en todo lo que conlleva la conexión con la respiración”.
Porque en términos físicos, cantar trae consigo un sinfín de beneficios, pudiendo estimular -por ejemplo- la función pulmonar e incluso eventualmente ayudando a combatir los ronquidos en quienes cantan de manera habitual. Además, mejora la respuesta inmunológica, algo que no sucede al solamente escuchar música. A pesar de que oír música también puede disminuir la secreción de hormonas relacionadas al estrés, cuando se compara con la acción de cantar, en este último caso aumenta la secreción de inmunoglobulina A, uno de los principales anticuerpos del organismo.
El canto también se usa como una efectiva forma de terapia. “Pacientes que han tenido lesiones cerebrales en área del lenguaje, principalmente en hemisferio izquierdo, logran una recuperación mayor con terapias fonoaudiológicas basadas en la generación de lenguaje a través del canto, que se encuentra principalmente en hemisferio derecho”, explica la Dra. Evelyn Benavides, neuróloga de Clínica Dávila y Clínica Vespucio, y agrega: “También se ha visto en pacientes con demencia que han perdido lenguaje que logran darse a entender a través del canto, más aún con melodías que han aprendido hace muchos años”, ejemplo de los beneficios emocionales y conductuales que este tipo de terapia logra en personas con enfermedades como el Alzheimer.