Mathias Enard y las voces árabes
El novelista francés, uno de los más aplaudidos de su generación, pasó por Chile para participar en el encuentro Bellas Literaturas Francesas, organizado por el Instituto Francés y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Aprovechó de presentar su séptima novela, en la que hace un magnífico retrato de la vida difícil de un joven marroquí.
Paula 1121. Sábado 11 de mayo 2013.
El novelista francés, uno de los más aplaudidos de su generación, pasó por Chile para participar en el encuentro Bellas Literaturas Francesas, organizado por el Instituto Francés y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Aprovechó de presentar su séptima novela, en la que hace un magnífico retrato de la vida difícil de un joven marroquí.
Todas sus novelas son diferentes, pero todas se parecen: personajes complejos, medio perdidos y siempre buscando, luchan en entornos violentos en algún borde del mar Mediterráneo. En la primera, La perfección del tiro (La Otra Orilla, 2004), escrita con un desgarro agresivo, un soldado se desquicia con la guerra, con su madre al borde de la demencia y la joven que la cuida; en la última, Calle de los ladrones (Mondadori, 2013), un marroquí de 17 años se busca la vida en las duras calles de Tánger bajo el eco de la Primavera árabe, en un relato que homenajea la novela negra, y que tiene mucho de dulzura y poesía. Mathias Enard (1974) sabe de lo que habla: francés educado en Historia del Arte y Lenguas Árabes, vivió ocho años en Medio Oriente y ahora lleva trece en Barcelona, donde cada día conversa en árabe con los inmigrantes de su barrio. Es un autor con espesor, que investiga y no teme meterse en la violencia más cruel ni en la ternura más tenue.
¿De dónde viene tu interés por el mundo árabe?
Desde muy joven me fascinaban los viajes, el exotismo de Oriente. En la universidad tomé cursos de lenguas árabe y persa, porque no sabía muy bien la diferencia, y gracias a becas de intercambio viajé a Egipto e Irán; viví también en Siria y en Libia. Esta cultura me influyó mucho, forma parte de mí. Literariamente, hoy en Occidente el gran faro de luz es la novela, pero en la cultura árabe la poesía aún está presente en la vida cotidiana. En Irán, por ejemplo, los grandes poetas son como dioses, la gente sabe de memoria sus versos.
En tus novelas la violencia está muy presente, sin embargo, en Calle de los ladrones hay mucha dulzura en el protagonista.
La violencia es la parte más dura del mundo de hoy, es lo que más me toca. La voz de la última novela es canalla, pero juguetona e irónica, es una trampa para el lector, que espera encontrar algo mucho más sucio. Quería mostrar hasta qué punto el mundo árabe es diverso, porque hay muchas formas de vivir el islam, desde lo más descreído hasta los más político. Para los lectores de Europa eso significa salir del lugar común.
¿Qué escritores de tu generación recomiendas?
A mi amigo Juan Gabriel Vásquez, un gran escritor, como solo un colombiano puede serlo. Entre los franceses, Emmanuel Carrère es magnífico, sabe crear a partir de elementos de actualidad y periodismo un artefacto literario excelente, como su último libro, Limonov, retrato del disidente ruso pro soviético que se levantó contra Putin.
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