Mi cuerpo es como una máquina
Llegó al mundo del triatlón de manera fortuita y en apenas tres años se convirtió en la primera chilena en ganar el Ironman de Pucón. ¿Cómo lo hizo? Enfocando hasta el último detalle de su día y hasta el último respiro de su cuerpo en su objetivo. Este es el estilo de vida de la campeona Valentina Carvallo (27), que en junio viajará a entrenarse a Estados Unidos para competir en las grandes ligas.
Paula 1116. Sábado 2 de marzo 2013.
ENTRENO DE LUNES A DOMINGO, SIN DESCANSO. Me levanto a las 5 de la mañana y a las 6 me tiro a la piscina. Literalmente. Nado dos horas y después hago preparación física. Y después corro o pedaleo por 3 horas. Todas las mañanas trato de entrenar entre cuatro a cinco horas y en la tarde hago entrenamiento regenerativo, de una hora o una hora y media. El triatlón es un deporte muy demandante. Es un entrenamiento las 24 horas, porque al final todo tiene que ver con eso: a la hora que te levantas, lo que comes, cómo vives. Por eso no fumo, no tomo ni me acuesto tarde.
EL CUERPO DE UN DEPORTISTA PROFESIONAL ES COMO UNA MÁQUINA QUE TIENES QUE ALIMENTAR, DARLE DESCANSOS, LLEVAR AL LÍMITE. Tuve que renunciar a la vida social que conocía. Ya no puedo ir a todos los cumpleaños, comidas familiares o carretes con amigas. Ese es el costo por hacer lo que me gusta.
EN EL COLEGIO ERA LA PERNA DE LA CLASE DE GIMNASIA, LA QUE SI LE PEDÍAN HACER 50 EJERCICIOS, HACÍA 52. Hacía atletismo, jugaba campeonatos de tenis, andaba en bicicleta, pero nunca fui una estrella deportiva. Cuando llegó el minuto de entrar a la universidad decidí estudiar Educación Física y en 2012, cuando estaba trabajando como profesora, me propusieron entrar a un club de triatlón. Mi carrera ha sido algo que se me presentó por casualidad. Al principio, ni
siquiera nadaba bien. Tuve que empezar a correr en pavimento, salir a andar en bicicleta en ruta, entrenar mi cuerpo. Y así, en 2012, renuncié a mi trabajo y me entregué por completo a este deporte.
DURANTE LA CARRERA TODO ES MECANIZADO. Cada cinco minutos me hidrato con sorbos chicos de agua y cada quince como una gomita energética. Durante toda la carrera voy mirando el reloj. Sé que si me olvido, todo el esfuerzo que he puesto en el entrenamiento se pierde. Cuando compito, lo hago por el resultado. Obviamente en todas las carreras pienso por qué estoy ahí. A veces me duele el cuerpo y la cabeza se pregunta si lo que haces tiene sentido. Pero ahí está la gracia: en ser capaz de manejar los pensamientos y evitar ponerse negativa. Porque en el deporte, igual que en la vida, a una persona positiva se le hace más fácil llegar lejos. Para mí, la clave es que haya alguien esperándome. Si no sintiera el apoyo de mi familia y mi marido –quien ha sido el gran motivador de mi carrera deportiva–, no podría lograrlo. Es tan emotivo cruzar la meta. Lograr el objetivo que te pusiste genera una satisfacción inmensa.
DESPUÉS DE UNA CARRERA ES TANTO EL CANSANCIO QUE AL CUERPO LE CUESTA MUCHO DESCANSAR. La noche después de una carrera generalmente me tomo un remedio para dormir, porque si no me quedo despierta toda la noche. Y la sensación de hambre… son tantas las calorías que quemas que te sientes vacía. Completamente vacía. Uno termina machucada, todo te duele. Pero por suerte tengo una muy buena recuperación y al tercer día ya puedo volver a correr.
TOMAR LA DECISIÓN DE DEDICARME TOTALMENTE A ESTO FUE DIFÍCIL. Lo que más me costó fue contarle a mi familia que iba a dejar de trabajar porque me había bajado la locura del triatlón. Y que quería jugármela, porque este es el momento. Tenían miedo de que me volviera loca, que entrara y no pudiera salir nunca más. Pero les dije que eso no iba a pasar. Igual, ahora sé que uno nunca sabe cuándo vas a dejarlo y que es difícil saberlo. Lo que sí sé es que en algún minuto quiero tener una familia y que el alto rendimiento afecta al sistema hormonal, por lo que tendría que parar para volver a tener mi ciclo normal. Tal como una carrera, en este estilo de vida es todo programado. Pero me gusta esa estructura. Me gusta ese orden.
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