Mi mascota y yo: cómo un pato y una perra transformaron mi vida

mi mascota y yo - Paula

Iván Jiménez es un artesano de Cahuil que vive con un pato y una perra. Este clan atípico se dedica a limpiar playas, lagunas y humedales, inspirando a otros a cuidar el medioambiente con su propia historia. "Tengo 40 años y nunca había visto un vínculo tan cercano entre dos especies diferentes. Han sido mis mayores maestros en la vida", dice.




Iván Jiménez (41) es un artesano de Cahuil, al sur de Pichilemu. En 2014, comenzó a trabajar con cueros reciclados, utilizando retazos. Al ver que le iba bien y cuando su emprendimiento comenzó a tomar fuerza, creó la marca Pata de Pato. “Me llamo Iván Patricio y desde chico me decían Iván Patito, por eso pensé en esa marca”, cuenta. Fue la misma razón por la que comenzó a generar una conexión especial con estos animales al punto de decidir tener uno. “En abril de 2017 publiqué en mis redes sociales que andaba en esa búsqueda, y tuve que esperar unos meses, hasta noviembre, cuando una amiga que trabaja en el Parque Safari de Rancagua me llamó para decirme que habían encontrado dos patos huérfanos”, recuerda. Fue rápidamente a verlos; eran un macho y una hembra, e Iván no dudó en adoptarlos. “Me encanta la música, así que a uno le puse Compay, por Compay Segundo, y a la otra le puse Celia, por Celia Cruz”, cuenta. De ellos nació su pato Elvis. “Ya se imaginarán por qué”, dice riendo.

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La perrita Diabla había llegado tiempo antes de una manera similar, cuando Iván se fue a vivir a una nueva casa en Pichilemu y buscó con quién compartir ese espacio. Otro amigo le habló de unos cachorritos que buscaban hogar y él adoptó a Diabla. Así que cuando Elvis se sumó al clan, ella tuvo que aprender a convivir con esta nueva especie. “Elvis y Diabla han hecho una simbiosis mágica. Tengo 40 años y nunca había visto un vínculo tan cercano entre dos especies diferentes, ni tampoco había sentido un amor tan puro como el que siento por ellos. Son literalmente mis hijos. Me cuesta mucho expresar en palabras lo que siento por ellos. Han sido mis mayores maestros en la vida”, dice.

Así fue como Elvis y Diabla se sumaron a las rutinas de vida de Iván que, entre otras cosas, incluían la limpieza del mirador de Punta de Lobos, junto a otros artesanos con los que trabajaba en ese lugar. “Yo andaba con mi pato y mi perra y un día una niña de ocho años se acercó para preguntarme qué hacía. Le respondí que había aves como mi pato que se estaban muriendo por la inconsciencia del ser humano que tira basuras y plásticos en las playas. Ella me escuchó, se fue, y al rato volvió con su hermano de seis años para ayudarme a limpiar”, cuenta Iván.

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Fue el entusiasmo de esos niños lo que lo motivó a crear El Clan Pata de Pato (en Instagram @clanpatadepato), que define como un clan atípico que se dedica a darle una mano al medioambiente limpiando playas, lagunas y humedales. “La historia que he vivido con ellos transformó mi vida, le dio un propósito: fomentar una cultura medioambiental en las personas, sobre todo en niños y niñas que son los que van a romper las narrativas antiguas que tenemos”. Actualmente, Iván, Elvis y Diabla no solo van por la vida limpiando playas, también comenzaron a ir a colegios a dar charlas y contar su historia. En 2022, su clan inspiró a la escritora de cuentos infantiles Antonella Reveco a publicar un libro sobre ellos, cuya primera edición se imprimió en junio recién pasado. “La intención es poder distribuir el libro a niños y niñas de escasos recursos para que puedan interiorizarse sobre el cuidado medioambiental y la importancia de la relación con los animales”, dice Iván.

Pero como la vida tiene luces y sombras, hace un año y tres meses su perra Diabla sufrió un ACV que la dejó epiléptica. En su última estadía en Santiago, hace no más de un mes, sufrió convulsiones. Iván la llevó al neurólogo quien le explicó que hay tres etapas en su tratamiento: la primera es agotar la dosis máxima de Fenobarbital, la segunda es sumar otra droga al tratamiento –actualmente se encuentra en ella– y la tercera es pensar en su descanso. “Está noticia la recibí mientras estábamos en Santiago tocando puertas para visualizar nuestro clan y propósito. Y fue probablemente la noticia más difícil que me han dado en la vida”, dice. “Pensé en dos opciones: volver a Pichilemu con las manos vacías o que esto me impulsara a seguir intentando dar a conocer nuestra mágica historia. Pero opté por la segunda. Básicamente, porque el amor que siento por ella es el más fuerte y sincero que he experimentado en la vida. Por eso, pase lo que pase, haré todo lo posible para honrar nuestra historia el tiempo que nos quede por caminar juntos. Será mi manera de mantener viva su esencia”.

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