Mi mascota y yo: la resiliencia de Mara
En 2021, Johanna Scherpenisse y Gellyn Matos decidieron tener una mascota. En marzo de ese año, Mara llegó a sus vidas, pero a las pocas semanas notaron que algo no estaba bien: en las noches lloraba mucho y su ojito izquierdo tenía un color extraño, como gris, sin el brillo típico. El veterinario dijo que era necesario extirparlo. Aunque fue un golpe duro para ellas, pronto sus temores se esfumaron, porque Mara les demostró su gran capacidad para adaptarse a esta nueva realidad.
En 2021 Johanna Scherpenisse y Gellyn Matos decidieron tener una mascota. “Yo había tenido varios perros durante mi vida, pero la Joh sólo había tenido uno, que en realidad era el perro de la casa de su familia, así que esta sería la primera mascota de las dos”, cuenta Ge, como le dicen sus conocidos.
Comenzaron la búsqueda a principios de ese año y en marzo Mara llegó a sus vidas. Era muy chica, la más pequeña de la camada, así que las conquistó inmediatamente, recuerdan ambas. Fueron a comprar todos los implementos, empezaron a acomodar sus rutinas y cuando esta nueva integrante de la familia se empezaba a acostumbrar a la vida en común, notaron que algo no iba bien: en las noches lloraba mucho y su ojito izquierdo tenía un color extraño, como gris, sin el brillo típico de los ojos. “La llevamos al veterinario y la dejaron altiro con un tratamiento, pero había que hacer más exámenes. A las semanas nos dieron la noticia: había que extirpar su ojo”, recuerda Ge.
Quizás recibió un golpe al nacer u otra razón, pero la causa de su problema sigue siendo desconocida para ellas. De todas maneras, eso era lo de menos. “Lo único que queríamos era que estuviera bien, sana”, afirman.
La cirugía fue en junio de ese año y todo salió como lo esperado. Volvieron a la casa con la Mara recién operada y con la meta de acostumbrarse a esta nueva condición. “Para nosotras fue un golpe duro cuando tuvieron que extirpar su ojito porque no sabíamos cómo era tener un perro con una discapacidad. Pensamos que se iba a chocar con las paredes, que le iba a costar la vida. Sin embargo, todos nuestros temores se se esfumaron cuando ella nos demostró lo resiliente que es. La Mara vive su vida al máximo; es cariñosa, leal, amorosa”, dice Ge. “¡Hasta deportista!”, interrumpe Joh.
Y es que no solo hace una vida completamente normal, ellas decidieron que Mara practicara Agility, un deporte canino en el que los perros, guiados por sus dueños o entrenadores, deben completar un recorrido lleno de obstáculos en el menor tiempo posible. “Pensamos que era una forma de estimularla, que le ayudaría para sus movimientos, para reconocer mejor su cuerpo y espacio, y también para gastar energía”, cuenta Ge. Y le encantó. Incluso ganó un par de medallas en la categoría ‘recreativo’.
Después de todo, Mara hace una vida completamente normal, es una perrita encantadora y muy obediente: gira, se para y se sienta sólo con una pequeña instrucción. El único cuidado especial que deben tener es con su otro ojito porque tiene blefaritis, una afección ocular que causa inflamación, irritación, enrojecimiento y picazón en los párpados. “Para eso tiene un tratamiento de por vida que es una cremita y unas gotas. Así que con eso sí somos cuidadosas, de hecho, no dejamos que se le acerquen los gatos. Y en realidad ella no se acerca mucho a los otros perros tampoco. Se relaciona mejor con los humanos”, dice Ge.
La Mara –su perrhija, como la consideran– llegó a revolotear y reordenar la vida de Joh y Ge. “Ha sido lo mejor que nos ha pasado. La amamos. Cada día uno aprende más de ella, de su incondicionalidad, de su perseverancia. No hay nada mejor que llegar a la casa y saber que te va a recibir con tanto cariño. Ahora que todos nuestros miedos quedaron atrás por el tema de su ojo, sólo podemos amarla más, porque nos enseñó qué es lo realmente importante en la vida: y eso es el amor”.
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