“Mi vecina murió sola y no lo pude prever”: una crónica sobre la soledad en personas mayores
Según datos del Ministerio de Salud, 360 personas mayores se quitan la vida cada año en Chile. Mi vecina fue una de ellas. En su caso, como en muchos, la causa fue la soledad crónica, una especie de arma mortal del nuevo milenio. La pregunta es inevitable: ¿estamos preparados en Chile para enfrentar hechos como estos? ¿Qué podemos aprender de los países que ya están enfrentando esta crisis?
En una sociedad que exalta la autonomía y la independencia en todos los aspectos de la vida, puede resultar difícil reconocer que las personas que están a nuestro alrededor podrían estar atravesando un estado de “soledad crónica”, que podría derivar en una depresión o, incluso, en suicidio. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a una experiencia cercana, surge una pregunta angustiante: ¿cómo no lo noté antes?
Un miércoles por la tarde cerré la puerta de mi departamento, ubicado en el quinto piso de un edificio en la comuna de Ñuñoa, y subí al ascensor. Al abrirse las puertas en el primer piso, me encontré con dos jóvenes sentados en las escalinatas, con miradas consternadas y tristes. Conversaban, cuestionándose lo desafortunada que puede llegar a ser la vida. Los miré. El ambiente se sentía denso y triste. Caminé lento, mientras me preguntaba si debía acercarme y ofrecer ayuda, pero al mismo tiempo sentí que podría violar su intimidad. Finalmente, decidí continuar mi camino.
Al regresar, las balizas de un vehículo del Servicio Médico Legal me inquietaron. Grupos de tres o cuatro personas estaban de pie a la entrada del edificio, y los jóvenes que vi al salir estaban ahí nuevamente, con los ojos enrojecidos. Esa tarde supe que habían encontrado a su madre, una mujer de unos 56 años, sin vida en su habitación. La depresión, la soledad y la incomunicación habían sido algunos de los factores que la habían llevado a tomar la decisión del suicidio, considerando que este es un fenómeno multicausal.
La soledad crónica ocurre cuando los sentimientos de soledad y de aislamiento social continúan durante un período prolongado y su característica principal se relaciona con constantes sentimientos de abandono, de separación y de incapacidad para conectarse con los otros a nivel más profundo. Así lo describen estudios analizados por Cigna Health and Life Insurance Company, una empresa transnacional estadounidense dedicada al rubro de los seguros, que opera en 27 países, y que aborda qué es y cuáles son los síntomas de esta arma mortal del nuevo milenio.
A esto se suman profundos sentimientos de inseguridad, baja autoestima y ansiedad social, lo que a largo plazo afecta a todas las áreas de la vida. La mayoría de las personas que sufren de soledad crónica, no tienen amigos cercanos, por cuanto sienten que nadie les entiende.
A nivel nacional, un estudio publicado en 2020 por el Observatorio del Envejecimiento de la Universidad Católica y Confuturo reveló que 459.686 personas de más de 60 años viven en hogares unipersonales, lo que equivale al 13,4% de la población adulta del país. Así también, la Sexta Encuesta Nacional de Calidad de Vida en la Vejez, publicada en agosto de 2023 por el Centro Estudios de Vejez UC (CEVE UC) y Caja Los Andes, evidenció un aumento en la sensación de soledad crónica en personas mayores, pasando del 40% en 2016 al 49% en 2022. Este incremento se atribuye principalmente a necesidades afectivas y disfunciones familiares, presentando más riesgo de aislamiento los mayores de 80 años, mujeres entre 50 y 60 años y personas con menor nivel educativo, agregando en un alto porcentaje a quienes viven solos.
El informe señala que existe más ausencia de amigos que de familiares. Mientras un 21% de quienes tienen educación superior señala no tener ningún amigo cercano a quien llamar, este porcentaje sube a un 46% entre quienes tienen sólo educación básica. La soledad, explica la encuesta, es una experiencia subjetiva que conlleva graves consecuencias para la salud, comparables con fumar o consumir alcohol.
Mientras caminaba por la calle central del Parque Villa Frei, en la misma comuna, recordé aquellos días de pandemia, donde cada miembro de mi familia se “parapetó” en algún lugar de la casa para trabajar o estudiar, según fuera el caso. Obligatoriamente tuvimos que convivir en un ambiente determinado que, en algunos casos, permitió limar asperezas y darnos libertad para conocernos como familia. Nos acercamos y compartimos tal como, de cierta forma, lo hicieron nuestros antepasados, claro que con una tecnología avanzada que nos permitía estar en contacto con el mundo.
Precisamente María Soledad Herrera, directora del CEVE UC y encargada de la encuesta antes mencionada, señala que durante la pandemia “el riesgo de aislamiento se mantuvo estable porque la gente se preocupaba de llamar y estar en contacto con las personas mayores, especialmente los familiares”. Sin embargo, esto no necesariamente se mantuvo después.
A mi vecina no la recordaba. Luego, cuando entré al Metro, me quedé pensando en ella y recordé su rostro. Era la vecina de sonrisa leve que paseaba cada tarde a sus perros blancos, de pequeña estatura. Llevaba alrededor de un año viviendo en la comunidad habitacional que ocupamos unas cuarenta familias. Es decir, cerca de 100 personas que cohabitan en un mismo lugar, pero de ellos, de nosotros, me pregunto cuántos supimos su nombre. Yo no lo sabía.
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La “soledad crónica” ha sido reconocida como un problema sanitario que ha llevado a la creación de nuevas políticas públicas en diversos países del mundo. Uno de los casos destacados ha sido el de Reino Unido. Un estudio reveló que alrededor de nueve millones de personas padecían de “soledad crónica” y “se sentían abandonadas, solas o inútiles”. La mayoría eran personas entre 50 y 75 años.
Estos resultados dieron paso a la ampliación de las responsabilidades del Ministerio de Deporte y Sociedad Civil, que recibió el mandato explícito de dar prioridad al tema. De esta manera, en 2018, Theresa May se convirtió en la primera ministra de la Soledad en el mundo y en su primer discurso quedó clara su preocupación sobre el tema: “Quiero enfrentar este desafío para nuestra sociedad y para que todos tomemos medidas con el fin de abordar la soledad que sufren los adultos, los ancianos, los cuidadores, los que han perdido seres queridos; porque para demasiadas personas, la soledad es la triste realidad de la vida moderna”.
Tres años más tarde, en 2021, Japón se sumó a esta iniciativa con la creación del mismo cargo, lo que grafica la creciente preocupación que ha provocado la soledad. Otros países, como Alemania, Canadá, Australia y España, también han reconocido que la soledad es un problema que ha ocasionado un fuerte impacto en la salud pública.
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Cuando voy en el Metro veo rostros cansados, buscando algo invisible, quizás alguna palabra de aliento o un gesto de amabilidad. Sin embargo, la vorágine de los tiempos actuales, hace que todos escondan su mirada en una pantalla en vez del contacto directo con quien está al frente. Miro dentro del túnel que parece moverse hacia mí y me pregunto: ¿cómo saber si sufro de soledad crónica?
Algunas personas afirman que no hay nada peor que estar rodeado de gente y, aun así, sentirse solos. Esa sensación puede ser consecuencia de las formas en que nos relacionamos con el entorno: la comunidad, la familia, las amistades, los compañeros de trabajo. Es una percepción subjetiva. A lo largo de nuestras vidas, atravesamos diferentes acontecimientos que nos ponen en una situación de soledad. Pero si a esta sensación se combina con tristeza, incomprensión o superficialidad en nuestras relaciones personales, entonces quizá sea el indicio de un problema psicológico que necesita atención.
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el 20% y el 34% de las personas mayores de América Latina, China, Europa y Estados Unidos se sienten solas. Esta realidad ha sido calificada como una epidemia equivalente a la lepra del siglo XXI por la revista británica The Economist.
Según publicó en 2015, el neurocientífico estadounidense, conocido como “Doctor Soledad”, John Cacioppo, en la revista The Lancet: “La soledad no sólo se trata del aislamiento social, más bien se trata de una condición única en la que un individuo se percibe a sí mismo como socialmente aislado, incluso cuando está entre otras personas”.
Cacioppo descubrió que el cuerpo genera un estado de hipervigilancia ante el sentimiento de soledad porque lo considera como una amenaza, lo que permite que la persona esté mucho más alerta a las señales de rechazo o exclusión, lo que finalmente se convierte en un círculo vicioso donde cada acción se percibe erróneamente, convirtiéndose en una respuesta de mayor alejamiento social.
Después de leer las investigaciones anteriores, miles de preguntas daban vueltas por mi cabeza: ¿y si hubiera sido más amistosa o hubiese compartido con ella alguna palabrita en las escaleras? ¿Seré la única que se pregunta estas cosas después de la partida de nuestra vecina?
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Al día siguiente, mientras regresaba a mi hogar, caminé con la cabeza gacha, quizá como un gesto silencioso de despedida de mi vecina. Abrí lentamente el portón de ingreso al edificio y avancé por la vereda recién regada. A unos metros del edificio, noté que había un camión de mudanzas. Escuché un último portazo y los pasos firmes de un hombre vestido con un overol anaranjado que cargaba un par de cajas. Algunos minutos después, el camión se retiraba del estacionamiento. Entré a mi hogar y mi marido me contó que la familia se había ido. Lo miré consternada. Habían pasado apenas 24 horas.
Han pasado algunas semanas y aún pienso en ella. Hubo votaciones hace poco y me sorprendo cavilando: ¿qué pensaría el alcalde recién electo de esta comuna, Sebastián Sichel, si le escribo para que proponga políticas de salud mental que prevengan la soledad crónica? ¿Las autoridades estarían dispuestas a instaurar un Ministerio de la Soledad como en Europa?
La psicogerontóloga, investigadora y presidenta de la Fundación GeroActivismo, Agnieszka Bozanic Leal, recalca la importancia de las redes dentro de las comunidades para prevenir el suicidio en personas mayores.
“A pesar de que la persona mayor pueda vivir sola y no tenga, quizás una red directa, es importante que la comunidad también pueda compensar esa falta. Chile es un país que está envejeciendo, donde las cifras de natalidad son muy bajas, por lo tanto, a futuro, se van a ver familias de personas mayores sin descendencia que les pueda cuidar. Entonces es importante que la comunidad pueda también hacerse cargo de esto”, comenta.
Precisamente una de las estrategias que se han implementado en países europeos son las viviendas colaborativas o cohousing, donde las personas viven en comunidad y comparten los servicios básicos.
En relación al acceso que las personas mayores tienen para tratamientos en salud mental, Bozanic no cree que exista uno o de existir puede ser deficiente: “Los programas actuales de salud mental no se plantean desde un enfoque gerontológico y de género, que son fundamentales a la hora de hablar de las vejeces”, dijo.
Frente a esto, también es necesario preguntarse qué tipo de estrategias son efectivas y de qué manera abordarlas. Bozanic explica que no existe ningún programa específico o campaña para abordar esta crisis: “Si bien existen algunas directrices de parte del Ministerio de Salud (MINSAL), no hay un programa específico en abordaje de estas temáticas y, peor aún, existe una escasez de profesionales de la salud mental que sepan trabajar con esta población en específico”, comenta. Sobre las campañas que existen, aclara que “la problemática real de campañas que desarrollan es que sólo se manejan por internet y las personas mayores, en gran medida, no manejan internet, ya sea porque no tienen un teléfono inteligente o no tienen internet por falta de dinero o no saben cómo utilizar estos dispositivos”, aclara Bozanic.
Mientras bebo un café y acaricio a mis mascotas, observo a lo lejos la cordillera nevada y el sol escudriñando los recovecos de sus enormes laderas. En la calle central del parque veo a personas que deambulan, en silencio. Trato de disculparme por olvidarme del otro y, como tantos, vivir encerrados en una burbuja. Pienso en la comunidad que habitamos, en cómo acompañarnos en nuestro cotidiano, con un simple gesto de amabilidad, que nos pueda hacer sentir parte de ella.
*No estás solo, no estás sola: Ministerio de Salud fono *4141 prevención del suicidio. La línea telefónica *4141 es completamente gratuita y se puede llamar desde celulares de lunes a domingo, las 24 horas del día.
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* Esta crónica fue escrita por Yaninna Quiroz Espinoza durante el curso de redacción periodística del vespertino de la Escuela de Periodismo de la Usach.
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