Son ocho meses de aislamiento, cuarentenas, cordones sanitarios y toque de queda. Muchas funciones han debido seguir, a igual o mayor ritmo, por considerarse básicas y esenciales para el funcionamiento de nuestro país. En esta oportunidad me gustaría relevar y reconocer un oficio que pareciera invisible: el trabajo en el campo chileno, el que es empujado, en su mayoría, por mujeres encargadas de entregarnos el abastecimiento más necesario, el que proviene de la tierra y que garantiza la seguridad alimentaria de la población. El sector rural se ha feminizado. Los hombres estudian y trabajan en las ciudades donde hay mejores y más oportunidades laborales. Es la mujer rural, entonces, nuestra primera línea.

Las autoridades han señalado que en Chile no habrá desabastecimiento ni alza de precios de los productos del agro y que se irán adoptando las medidas necesarias para mantener la oportuna distribución de los alimentos, como también, medidas para la protección de la agricultura familiar campesina.

En esta emergencia, la mujer rural ha sentido miedo e incertidumbre, vive en lugares alejados que cuentan con menos servicios, en que la atención médica es escasa, hay menos acceso a la información, en que existe una alta población infantil, como también de adultos mayores. Son ellas las que cumplen hasta una triple jornada laboral, entre las tareas de cuidado de otros, los quehaceres domésticos y el trabajo agrícola remunerado de algunas, como asimismo, el trabajo en sus huertas familiares y la comercialización de los productos que cultivan, cuando son emprendedoras agrícolas.

Pese a que las mujeres rurales enfrentan mayores dificultades para desarrollarse y avanzar (un 48% no han terminado la educación media), desde 1992, en PRODEMU, apoyamos anualmente a 3.800 mujeres que viven en el mundo rural en todo Chile, entregándoles, un programa social de tres años, recursos financieros, herramientas, habilidades y formación para iniciar un emprendimiento rural asociativo. La mujer del campo hoy se ha reconvertido. Han comenzado a hacer reparto a domicilio, a difundir sus productos a través de redes sociales, utilizan transferencias bancarias, lo que les ha significado ir rompiendo una barrera profunda para todas las mujeres; la brecha digital.

Los procesos de empoderamiento de estas mujeres, acompañadas por PRODEMU, sumado al aprendizaje, con enfoque de género, de técnicas de manejo, gestión y trabajo de redes, logran avanzar en su desarrollo personal y autonomía económica, lo que en estos momentos de crisis, es una enorme ventaja.

Paola Diez Berliner

Directora Nacional

Fundación PRODEMU Promoción y Desarrollo de la Mujer

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