Natalia Becerra, psicóloga: “Para muchas mujeres es chocante ver a un hombre llorar”

Natalia Becerra

Especialista en relaciones y creadora de tres podcasts, en esta entrevista reflexiona sobre la salud mental en Chile, el comportamiento masculino y las principales herramientas para enfrentar problemas psicológicos. Todo lo que lleve al autoconocimiento es importante, advierte.




Su papá falleció cuando tenía 11 años por suicidio. Ella sintió que necesitaba entender su depresión endógena y por qué había tomado ese camino. Por eso tomó la decisión de estudiar psicología.

“Ese evento marcó un punto de inflexión en mi vida. Uno para afuera dice que lo hace (ejercer psicología) para ayudar a la gente, pero de verdad creo que en nuestro corazón queremos ayudarnos a nosotros mismos. Además, soy de esa escuela que dice que si tú no estás bien, no puedes ayudarle a nadie”, dice Natalia Becerra. Y es que estaba convencida de que si llegaba a estar bien, podría ayudar a otras personas.

Aunque trabajó durante varios años en el mundo corporativo, durante la pandemia decidió echar a andar su proyecto personal: empezó a atender de manera particular a conocidos que le pedían ayuda con sus hijos. Primero con niños, después con adolescentes y finalmente con adultos. Hoy, es especialista en relaciones de pareja, creadora de tres podcasts y cuenta con más de 70.000 seguidores en su perfil de Instagram, desde donde promueve sus servicios de superación de dependencia emocional y talleres.

Hace poco se celebró el mes de la salud mental masculina. ¿Cómo percibes ese tema en Chile?

En general el gobierno trata la salud mental indistintamente del género. Sin embargo, lo que más llega (a las consultas) son mujeres. Los hombres no tanto. También conozco a una psicóloga que dice que la “terapia no está condicionada para los hombres”, y efectivamente es así, desde mi punto de vista. Porque, culturalmente hablando, al hombre desde muy chiquitito se le reprimen sus emociones con frases como “los hombres no lloran” o “no seas maricón”. En sus casas se les priva de decir sus emociones. Entonces cuando un hombre que le dice a otro hombre “tengo miedo”, “me siento inseguro”, o “no se me erecta” les responden “estás llorando, huevón”. De ahí viene el problema, ya que, de alguna u otra forma, todos los esquemas los reprimen. Hoy en día hay mucha visibilidad en torno a la crianza respetuosa. Que está buena, pero no son políticas a nivel país, son políticas de nosotros, los privados.

Distintos estudios posicionan a los hombres como gran mayoría en tasas de suicidio y depresión ¿Por qué crees que esto está tan acentuado?

Yo creo que son varios factores. Uno es sociocultural, hay una cultura que no valida las emociones de los hombres. Hasta para muchas mujeres es chocante ver un hombre llorar. Hay una creencia a nivel social de que el hombre no siente. Pero también creo que acá pasa mucho por cómo se desarrolló esa persona en su historia de vida, porque efectivamente puede haber una sociedad que dice cosas que no te validan, pero si tú internamente sabes que eso es así, te definirá como adulto.

Respecto al país ¿consideras que se han implementado adecuadamente la prevención del suicidio y el fortalecimiento de la salud mental?

Las políticas chilenas son buenas, sin embargo el sistema está colapsado. Hay mucha necesidad de salud mental. En Argentina, por ejemplo, es ‘control niño sano’: allí todos van al psicólogo, es como ir al pediatra. Pero porque están los profesionales, está el tiempo, hay grupos de personas que lo hablan. Acá las políticas están bien, pero hay mucha gente y los psicólogos están sobrepasados, además no hay tantos profesionales que quieran trabajar en esto porque el pago es bajo. Y además te miden. Por ejemplo: en una mañana tienes que atender a 12 personas. Yo con suerte atiendo a dos. Con suerte, es decir: estoy trabajando una sexta parte de lo que trabajan ellos. Es desproporcionado.

Natalia Becerra

¿Qué pasa cuando eso ocurre?

¿Qué es lo que hacen muchos colegas? Media hora (de atención), ‘vas al psiquiatra, toma estas pastillas y váyase a la casa’.

¿Qué piensas de la cultura sobre la salud mental hoy en Chile?

Yo creo que la cultura está cambiando. Antes había creencias que todavía están, pero que son cada vez menos como ir al psicólogo. Yo siento que la generación Z está más abierta a ir al psicólogo que una persona de mi edad o una de la edad de mi mamá. De hecho, eso estaba hablando con ella el otro día y me dijo ‘no, yo no iría al psicólogo, a mi edad ya viví ya’. Pero ella está viviendo su proceso de otra forma. Hay mucha gente que todavía tiene esa creencia que el psicólogo es para los `locos’. Efectivamente la cultura impacta, pero también creo que está cambiando. Creo que los hombres están cambiando también debido a que las mujeres se están movilizando y ellos están viendo que se están quedando atrás.

¿Qué consejos le darías a las personas para afrontar sus problemas en temas de salud mental? ¿Qué herramientas son las adecuadas?

A una persona que está recién empezando le recomendaría leer libros de interés o que escuchen podcast de auto-conocimiento. Más que nada todo lo que te lleve a auto-conocerte. Justo hoy estaba pensando en eso: ¿Cuándo llega uno a terapia? Cuando uno está mal, cuando estamos en la B. Porque hay una creencia genuina de ‘yo puedo solo o sola’. Que está perfecto, pero a veces ya es demasiado. Por eso creo que acá es pura educación. No puedes ser ignorante emocionalmente, tienes que educarte en tus pensamientos, en tus emociones, cuidar tu cuerpo físico.

¿En qué sentido?

En realidad se puede iniciar de lo más básico, quizás salir a trotar o meterte a un gimnasio, tomar agua, dormirte a la hora. Dormir lo que más puedas. La base es que comas bien, tomes agua, te ejercites. Luego empezar a hablar de las cosas, expresarte y rodearte de las personas correctas, saber en quién puedes confiar, rodearte de un entorno sano. Y, obvio, también ir a terapia.

* Esta entrevista se realizó en el marco del ramo Fundamentos del Periodismo de la Escuela de Periodismo de la Usach con la guía de la profesora Amanda Marton.

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