Parto robado




Milena Rojas (33) –sicóloga y perito forense- llegó a dar a luz a las 3 de la mañana del martes 23 de enero de 2015, en una clínica privada ubicada en Santiago Centro. Estaba con 38 semanas de gestación y su embarazo había sido normal. Aunque había elegido con pinzas al doctor porque era partidario del parto respetado, él se había ido de vacaciones; se había enterado días antes y eso la tenía tensa porque ella había discutido su plan de parto con ese doctor: le había pedido parir en una camilla inclinada y que su parto fuera lo menos intervenido posible: ojalá sin anestesia, sin inyección de oxitocina sintética y ojalá sin necesidad de episiotomía. Tras quedarse sin doctor, asegura Milena, a la hora de llegar a urgencias todo fue un caos.

"Francisco (su pareja) trató de decirle al doctor de turno que habíamos acordado un plan de parto, pero ni siquiera lo escuchó. Yo gritaba desesperada del dolor y, apenas llegué, la matrona me empezó a gritar que me callara. A Francisco le empezaron a pedir que llenara formularios y después no lo querían dejar entrar a la sala de partos porque no encontraban la bata verde. Me pusieron en una camilla completamente horizontal. Empecé a reclamar que yo había pedido una camilla vertical y entonces la matrona me amarró los pies. Estaba desesperada", recuerda.

Milena tuvo un parto normal, pero no pudo evitar llorar desconsoladamente después de que se llevaran a su hijo Martín a la sala de recuperación. "Tenía pena, estaba enojada. No se cumplió nada de lo que yo quería para mi parto", dice. Su pareja hizo un reclamo formal en la clínica: a lo largo de seis páginas escritas a mano, detalló la serie de problemas que habían enfrentado desde antes del parto, haciendo hincapié en el abandono del doctor, al que nunca más volvieron a ver. La clínica les respondió que los dichos de maltrato eran controvertidos porque tenían registros de que Milena le había pegado a la matrona durante el trabajo de parto y que las señaladas recomendaciones de la OMS que Francisco citaba en su reclamo, correspondían a lineamientos generales para las atenciones sanitarias dadas en las diferentes realidades médicas a nivel mundial, pero que en ningún caso constituían normas obligatorias para regir la práctica médica. Milena se puso a llorar de rabia cuando leyó la carta. "Me ponían en cuestionamiento a mí. Sentí que era lo único que faltaba".

Junto a Francisco decidieron recurrir entonces a la Superintendencia de Salud, pero llegaron tarde: ya habían pasado los 5 días hábiles de haber recibido la carta de la clínica por respuesta. Con el pasar de los días, se daba cuenta que en vez de aminorar, su pena crecía. Cada vez que recordaba el parto se quebraba. También cuando al prender el televisor encontraba el comercial de una maternidad donde la mujer se veía feliz. Un día no dio más y decidió pedir hora a una sicóloga experta en partos traumáticos.

"Hablar con ella me ayudó porque reconoció que todo lo que nos había pasado efectivamente había sido muy violento: nuestro médico de confianza nos había abandonado y nada de lo que acordamos con él pudo pasar. También que me amarraron, que me trataron mal. Pero me hizo ver que yo di la pelea hasta donde pude. Eso me hizo sentir en paz, porque para mí recordar mi parto es triste. Uno tiene expectativas, escucha a las mujeres decir 'es el momento más importante de mi vida'. Yo no puedo decir lo mismo", dice.

Y agrega: "Por supuesto que mi felicidad es porque Martín nació sanito, pero tengo un recuerdo doloroso, traumático. Y además tengo una sensación de impotencia porque no tendría por qué haber sido así. Yo fui una mujer sana, tuve un embarazo sano, mi hijo también fue sano. Ellos lo único que deberían haber hecho es haber favorecido ese proceso que era natural y haberlo favorecido con comprensión, con empatía, con amabilidad, de manera amorosa y en vez de eso siento que entorpecieron todo. Desde el primer momento me hicieron callar, me amarraron. No tenían ningún derecho de haberse apropiado de mi parto. Yo siento que me lo robaron".

Hoy Milena, también forma parte de los grupos de mujeres que se organizan en internet. Y está decidida a evitar que a otras les pase.

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