Por qué ocurren las pesadillas recurrentes y cómo tratarlas

Pesadillas recurrentes Paula



Con el paso del tiempo, la periodicidad de las pesadillas suele disminuir en comparación con la infancia. Niños y niñas las tienen de manera habitual y sus miedos nocturnos son algo con lo que la mayoría de padres y madres tienen que lidiar, pero para algunos las pesadillas se mantienen -o incluso se activan- en la adultez.

En el contexto en que estamos, profesionales de la salud mental han identificado un incremento en la frecuencia de las pesadillas en personas adultas. Trinidad Avaria, psicóloga de Colectivo Trenza (@trenzacolectivo), comenta: “Desde el momento de la revuelta social y el estallido se nota un aumento esporádico de pesadillas con temor, que involucran caos y también represión, las que fueron cediendo y que regresaron con la pandemia”. La psicóloga también recalca la nitidez de estas pesadillas, que se relacionan con la cercanía de la muerte, el encierro y la vida virtual.

Según datos entregados por la Clínica Mayo, las mujeres tienen más pesadillas que los hombres, algo que confirma un estudio de la Universidad de West England que además identifica tres categorías en las pesadillas femeninas: las que implican amenazas y búsqueda de supervivencia, las pesadillas acerca de pérdidas de seres queridos y los sueños confusos que generan angustia. Estas categorías se han hecho patente en el último tiempo, especialmente porque la pesadilla ha tenido continuidad hacia la realidad. “Efectivamente el 2020 tuvo un componente muy pesadillezco”, afirma Avaria, y continúa: “el sueño y la realidad dejaron de distinguirse en sus temáticas”.

Pero, ¿qué son las pesadillas? “Son sueños vívidos de contenido amenazante que provocan angustia y suelen despertar a quien las tiene”, explica la doctora Victoria Mery, neuróloga del Centro de Medicina del Sueño y Epilepsia de la Clínica Alemana. “Los sueños en general reflejan nuestras preocupaciones mezcladas con la distorsión perceptiva que implica. Cuando esto se asocia a un alto distrés emocional, hablamos de pesadillas”, señala la profesional.

Estas ocurren en la etapa del sueño REM y esa es la razón por la que suelen aparecer más habitualmente en la madrugada o en la segunda mitad de la noche, momento de esa fase en la que el cerebro manifiesta una alta actividad, similar a la que se tiene al estar despierto.

Existen formas de manejar la angustia y estrés al momento de despertar de una pesadilla. La psicóloga de la Clínica Las Condes, Carolina Pérez, aconseja reconectarse con el presente a través de una respiración pausada. “Sirve tomar conciencia de dónde estoy, entregarme el mensaje de que estoy a salvo. También puede dejarse una luz muy tenue o música relajante para volver a conciliar el sueño”. Pero hay personas en las que la frecuencia constante se transforma en un trastorno de pesadillas o pesadillas crónicas, las que no sólo generan angustia, sino que además complican la actividad y el desempeño diurno, pueden afectar a la concentración y la memoria e incluso causar miedo la sola idea de ir a dormir, lo que requiere de tratamiento médico.

La neuróloga de la Clínica Las Condes, Andrea Contreras, recalca la importancia de mantener una buena higiene del sueño para evitar las pesadillas recurrentes, ya que permite que la persona se prepare para un sueño reparador. Algunas de las recomendaciones son:

  • Mantener horarios regulares para acostarse y para levantarse.
  • Evitar las siestas durante el día.
  • Evitar la luz de las pantallas de 30 a 60 minutos antes de dormir.
  • Evitar que la cama sea centro de operaciones de otras actividades y priorizar su uso para el dormir.
  • La pieza debe tener una iluminación nocturna adecuada, con aislamiento acústico e idealmente una temperatura entre los 19º y 22º.
  • Realizar actividad física durante el día, evitándola tres horas antes de ir a dormir.
  • Evitar nicotina, cafeína y bebidas estimulantes después de las 18 hrs.
  • Evitar comer las dos horas previas a ir a dormir.
  • Tener una rutina placentera antes de dormir, como meditar, leer o escuchar música.
  • Evitar la automedicación.

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