Aunque cada día como sociedad estamos más conscientes de la importancia que le debemos dar al amor propio, ver a la comida como una enemiga es algo que sigue incrustado en una gran parte de la sociedad. Y a pesar de que también hay hombres que tienen ese acercamiento a ella, los especialistas coinciden en que es un problema que principalmente afecta a las mujeres. Según la psiquiatra de la Clínica Dávila Eugenia Escorza, algo que ha sido culpa “del modelo patriarcal que ha primado en que la mujer es exigida socialmente en conductas externas, respecto a su belleza y a ser deseable para el otro. Básicamente más en cómo se ve que en cómo es”.
Vivir pendientes constantemente de lo que comemos involucra un cruce entre lo físico, lo emocional y lo mental. Y es que no poder disfrutar de algo rico, de algo que debería ser placentero, por pensar en el efecto que pudiese tener en la apariencia, puede tener efectos nocivos en el largo plazo. “El estrés que genera comer con culpa puede producir desbalances tanto emocionales como aumento de marcadores inflamatorios”, profundiza la nutricionista de la Clínica Ciudad del Mar, Lilian Contreras.
En ese sentido disfrutar lo que se come sin pensar en el efecto que tenga en el cuerpo es clave para terminar con la sensación de culpa. A pesar de que pareciera ser lo opuesto, es un paso que puede ayudar a terminar con esa verdadera esclavización. La nutricionista Camila Quevedo afirma: “Quienes viven con esas restricciones nunca se sienten plenamente conformes ni con lo que están comiendo ni con el cuerpo que tienen ni con la sensación de bienestar físico. Esto además daña las emociones con el sentido de represión que genera”. Básicamente, en esa acción se está constantemente intentando guiar el cuerpo y la mente hacia algo que no es necesariamente lo que se quiere y muchas veces buscando estándares ligados a una perfección inalcanzable.
- Un buen consejo para disfrutar lo que se come y terminar con la culpa y prohibiciones innecesarias es aplicar el mindfulness, la alimentación consciente, redescubriendo el placer que entrega algo rico. Camila Quevedo explica: “Una técnica que sirve para disfrutar y gozar el comer quitando la culpa es entregar al acto un carácter más sagrado; detenernos, cocinar, darse el espacio. Mirar los colores de la comida y entregarle cariño y amor al acto de alimentarse”.
- La nutrióloga de la Clínica Santa María, Dra. Daniela Adjemian recalca: “Si la sensación de culpa es algo que está afectando el funcionamiento de la persona, debería consultar a un profesional tanto de la salud mental como especialista en nutrición para ver alternativas de tratamiento”.