¿Por qué vuelve el cáncer de mama?
Para quienes no han tenido cáncer de mama, puede parecer extraño saber que, habitualmente, las mujeres que viven la enfermedad experimentan un bajón anímico cuando terminan con sus tratamientos. Después de meses de haber estado -mental y físicamente- en un modo de supervivencia, y cuando ya no quedan más sesiones de quimio o radioterapia; muchas recién ahí se dan cuenta de todo lo que tuvieron que atravesar con esta enfermedad, pero además comienzan a tener una sensación de vacío, algo así como un: ¿y ahora qué?
Esa aflicción no sólo viene dada por el hecho de tener que retomar la vida normal después de pasar por una experiencia que las puso a prueba, o por la pérdida del contacto semanal con su equipo médico; sino también porque empieza a aparecer el fantasma del regreso del cáncer. “Y es que no se puede asegurar a las pacientes que el cáncer no volverá a aparecer en algún momento de su vida”, sostiene la cirujana de mama de la Clínica Las Condes, Paola Ruiz de Viñaspre.
Especial: Después del diagnóstico
En términos médicos, a ese proceso biológico se le conoce como recurrencia y se da cuando las células cancerosas, que resisten y sobreviven al tratamiento inicial, comienzan a crecer y forman un nuevo tumor. Esto puede generarse meses o años después, reapareciendo en el mismo lugar o uno cercano (local/regional); o en otras partes del cuerpo (metastásico). “Pueden quedar células malignas en los tejidos de la mama o el torrente sanguíneo o linfático que, frente a algún estímulo, vuelven a proliferar y crecer”, sostiene la dra. Ruiz de Viñaspre.
Pero, ¿por qué esta enfermedad puede volver a manifestarse? ¿Qué elementos inciden en su recidiva? La médico oncóloga de la Red de Salud UC Christus, Laura Itriago, indica que la recurrencia del cáncer de mama está relacionada con factores biológicos, como el tamaño y tipo del tumor, así como la presencia de receptores hormonales en las células cancerosas.
“El riesgo tiene que ver con el tipo de cáncer, porque no todos son iguales. Se ve caso a caso. Es decir, si una persona tiene un tumor pequeño, sin ganglios comprometidos y un perfil biológico favorable con receptores hormonales positivos, la probabilidad de que el cáncer regrese es muy baja”, dice y agrega: “Pero, por el contrario, hay otros como el triple negativo, que tienden a ser más agresivos y tienen mayores chances de recurrencia en los primeros dos años después del tratamiento”, sostiene.
Es por eso que el momento del diagnóstico es clave, ya que, dependiendo de la etapa y tipo de tumor, se determina si las pacientes deben recibir quimioterapia, radioterapia, y/o cirugía; o una combinación entre ellas. Todo para eliminar los rastros del cáncer en el cuerpo y reducir las probabilidades de recidiva en el futuro.
Sin embargo, la dra. Itriago sostiene que incluso en tipos biológicos más favorables como los hormonales positivos, el cáncer puede aparecer hasta diez años después del tratamiento inicial, lo que explica que los tratamientos hormonales -administrados vía fármacos diarios- sean prescritos por entre 5 y 10 años para reducir esa probabilidad. “Por eso también cuesta mucho decir que una paciente está libre de cáncer. Por lo general, les decimos que en estos momentos se eliminó todo el tumor, y que nuestro objetivo es reducir al máximo el riesgo de que regrese. Pero es importante comprender que la posibilidad de recurrencia siempre existe y que es algo que es frecuente”.
Sin embargo, hay una serie de intervenciones que las mismas pacientes pueden realizar para reducir, en parte, esas probabilidades de recidiva. La dra Ruiz de Viñaspre indica que es fundamental, en ese sentido, realizar un cambio de hábitos en los estilos de vida. “Entre las acciones que se deben hacer están realizar ejercicio físico, mínimo tres veces por semana; mantener una dieta equilibrada, tipo mediterránea; evitar el alcohol y tabaco; y mantener un peso adecuado”.
Finalmente, la dra. Itriago coincide en este último punto, explicando que el sobrepeso aumenta el riesgo de tener cánceres que son dependientes de hormonas, ya que el tejido adiposo es metabólicamente activo. “No se trata de tener una dieta estricta, pero sí un peso adecuado y actividad física regular. Se debe intentar que la alimentación sea saludable: eso significa evitar frituras y alimentos procesados, y comer proteínas, frutas y verduras. Es decir, ser lo más sano posible”.
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