Camilo Escalona, vicepresidente PS: "Lo óptimo es una candidatura común con el Frente Amplio en primera vuelta presidencial"
El exsenador plantea también que, en caso de no llegar a esa convergencia, se puedan generar las "condiciones para un apoyo eficaz en la segunda vuelta".
Desde la vicepresidencia del PS, el extimonel del partido y una de las figuras emblemáticas de la colectividad, Camilo Escalona, expone su mirada sobre los desafíos futuros de la oposición.
¿Cómo evalúa al gobierno?
Creo que los gobiernos se evalúan al final. Pero en el tema económico, la pretensión del gobierno de que la valoración macroeconómica de Chile en el mundo es fruto del gobierno de Piñera no tiene ninguna consistencia, eso es fruto de a lo menos 25 años o más. Entonces, cuando Piñera trata de vestirse con los éxitos que nos pertenecen a todos me causa una profunda molestia, y creo que a la gente también.
¿Qué sintió con la conmemoración que se hizo en La Moneda por el triunfo del No?
Yo soy frío en estas materias. No me altera el ánimo eso.
¿Fue o no oportunista Piñera?
Veo una gran inconsistencia en el discurso, porque Piñera trata de quedar bien con Dios y con el diablo. Dice que todos fueron buenos esa noche: los opositores que eran perseguidos y que consiguieron generar las condiciones para la derrota política de Pinochet y también Pinochet, porque reconoció el resultado. Y desconoce lo que todos los antecedentes de la época confirman, que fue el intento de autogolpe. Piñera no puede valorar a los dos por igual, es una inconsistencia de su discurso y da pie para que se le califique de oportunista.
Tomando casos como el de Camila Flores, ¿cree que ha ido destapando un pinochetismo oculto?
Es que siempre ha habido ese pinochetismo. Pinochet tuvo casi un 45% de los votos. No pasó lo que en otras sociedades, en que el régimen dictatorial se colapsó completamente y no hubo quién sostuviera la bandera del continuismo dictatorial en democracia. El liderazgo, primero de (Jovino) Novoa y después de (Pablo) Longueira, defendió los enclaves autoritarios durante quince años. La peregrinación a visitar a Pinochet a Londres fue tremenda. Yo les hice bromas a varios senadores de la derecha cuando murió Pinochet, que estuvieron al sol en el patio de la Escuela Militar rindiéndole reconocimiento al dictador. Mi excolega Carlos Kuschel llegó coloradito, parecía pancora.
¿Y qué le pareció el peregrinaje de algunos dirigentes para visitar a Bolsonaro en Brasil, como Van Rysselberghe y José Antonio Kast?
Penoso. Como yo no soy de los que firmó la carta a Lula, lo puedo decir con mucha autoridad. Las fuerzas políticas no pueden despegarse de su carácter nacional. Las figuras políticas que no han meditado en profundidad la responsabilidad que tienen se dejan llevar por las exigencias mediáticas del minuto. La foto hoy día con Bolsonaro puede vender, pero el costo puede ser muy alto. Igual que ayer, firmar la carta de apoyo a Lula era de un alto costo. Tenemos una responsabilidad primera que es con Chile. No podemos aparecer como calcetineras que van corriendo detrás de la estrella de turno, que en este caso se llama Bolsonaro. Los partidos no somos un club de fans.
¿Le hizo daño a la izquierda firmar esa carta a favor de Lula?
Fue muy negativa esa carta, un grave error. Porque independientemente del contenido, el hecho que se genera es que aparecemos conectando una conducta gubernamental que tuvo muchos efectos positivos, pero que tuvo un gran efecto negativo que fue la complicidad con la corrupción. Todo el sistema de corrupción hizo todo lo posible para que Lula no fuera presidente, y como él estaba fuera del sistema de la corrupción, tenía la posibilidad quizás única de actuar para desmontar esa costra sobre la democracia brasileña, y la tiró por la borda. Hoy día nos cobran eso, porque las palabras de Kast y Van Rysselberghe son a partir de Lula: ellos meten a todos en un mismo saco. Al final, eso es un costo para todos los partidos de izquierda de América Latina.
La creación de Convergencia Progresista (PS-PPD-PR) generó coletazos. La DC y el PC no quedaron conformes.
Esta es una iniciativa válida, porque no es un cambio de la política de alianzas del PS, que continúa teniendo como propósito lograr que puedan confluir de aquí a la próxima elección presidencial, en una sola alternativa o propuesta, todos los actores que vayan desde la DC hasta el Frente Amplio, pero eso no significa el inmovilismo y resignarse a la dispersión que hay ahora.
Pero Fuad Chahin sintió que se estaba distanciando a la DC con la creación de ese bloque.
Mientras más unidas estén las fuerzas socialistas, más probable es el acuerdo de toda la oposición. Así se demostró bajo la dictadura. Cuando las fuerzas socialistas estábamos divididas y unos eran más cercanos al comunismo y otros a la DC, no hubo acuerdo de la oposición.
No todos lo entendieron así. Quinientos militantes, incluyendo a parlamentarios como Díaz y De Urresti, dijeron que no se socializó y que el bloque mueve al PS hacia el centro.
Pero si acabamos de hacer un pleno en que esto se discutió y estaban estas personas presentes. Yo mismo expuse que no podemos quedar expuestos a que el inmovilismo haga que al final el único partido con que nos podamos entender es el PC. La carta dice que esto mueve al centro la política de alianzas del partido y eso es una afirmación inexacta, porque el PR y el PPD no son partidos de centro. Pero si nos guiamos por lo que ellos dicen, de que no nos podemos entender con el PR y el PPD porque nos iríamos al centro, ¿con quién entonces nos vamos a entender? El FA tiene una posición similar a la DC: están en el fortalecimiento de su propia identidad, no quieren un entendimiento ahora. Entonces, qué queda: solo el PC (...) Esa no es la política de alianzas del PS, que es la unidad del conjunto de la oposición.
¿La articulación opositora debe darse a nivel electoral o también programático?
Como decía don "Cloro" Almeyda, para lograr los objetivos que nos proponemos necesitamos una escala grande y una chiquita. La escala grande es una propuesta de país, una respuesta a los temas que tiene hoy nuestra sociedad. La escala chiquita es encontrar los mecanismos electorales que ayuden a ese propósito. El tema electoral es instrumental al propósito de un proyecto de país, pero no lo debe obstaculizar, porque si no somos capaces de resolver los problemas electorales, lógicamente podemos tener grandes ideas, pero no las vamos a poder aplicar.
Algunos plantean que la ex Nueva Mayoría, sin el Frente Amplio no tiene opciones de gobernabilidad. ¿Cómo lo ve usted?
El dilema que tiene la democracia como sistema político aconseja alianzas amplias para gobernar. Creo que ninguno por separado puede pensar en resolver el problema, que no es solo nacional sino que civilizacional. Pero, claro, si no tenemos un acuerdo previo no nos podemos quedar cruzados de brazos, entonces yo creo que lo óptimo es que fuéramos con una candidatura común a la primera vuelta de la próxima elección presidencial, si eso no es posible...
¿La ex Nueva Mayoría y el Frente Amplio?
Ex Nueva Mayoría y Frente Amplio. Si eso no es posible, debiésemos generar las condiciones para un apoyo eficaz en la segunda vuelta.
¿Qué es un apoyo eficaz?
Que hayamos conversado bases programáticas que se puedan implementar en la lucha electoral de la segunda vuelta y no solo como ocurrió la última vez, en que aparecían una u otra persona de mala gana diciendo que apoyarían al que había quedado en segunda vuelta.
¿Los mínimos comunes tienen que plasmarse por escrito?
Los compromisos tienen que ser sólidos y explícitos, y en eso la propuesta programática del segundo gobierno de Bachelet fue débil, porque era susceptible de demasiadas interpretaciones; tantas, que al final no se podía aplicar el programa. Cuando la propia expresidenta habla de la teoría del realismo sin renuncia, estaba invitando a una conversación, un debate que nunca se hizo, cada cual se refugió en su propia trinchera, se metió en su propia cápsula y fue imposible restablecer un entendimiento que le diera eficacia a la acción de gobernar. Creo que la elección presidencial se perdió ahí, en ese momento, cuando no hubo la capacidad política de las fuerzas que estaban en el gobierno de poder precisar los objetivos, la carta de navegación (...) Tiene que haber un sentido nacional en la propuesta. Si nos consumen los particularismos estamos perdidos, no vamos a volver a ganar.
¿En el escenario presidencial, ¿qué le parece, por ejemplo, la opción de Heraldo Muñoz?
Si en el fútbol tuviésemos tantos relevos como presidenciales, la Selección podría salir campeona del mundo (risas).
¿Dónde están?
Pero mire, en el PS hablan de (Máximo) Pacheco, de (José Miguel) Insulza, el propio Elizalde. Le nombré tres con entera facilidad. En el PPD hablan de Muñoz, de (Felipe) Harboe, de (Ricardo) Lagos Weber, y obviamente el que está al cateo de la laucha es Girardi, si él es el ratón más grande. Un dato interesante es que el PC tiene figuras que son posibles de levantar como presidenciables: la exministra (Claudia) Pascual, la presidenta de la CUT (Bárbara Figueroa) es una figura interesante, (Daniel) Jadue en lo suyo. La DC tiene también, mire usted la bancada de senadores y ahí tiene figuras que también tienen aspiración presidencial. Ojalá que todo esto se volcara en una primaria. Si participa el Frente Amplio mejor, si no participa el FA, que por lo menos echáramos las bases de que no nos vamos a anular mutuamente en la segunda vuelta.
La Moneda ha acusado al PS de obstruccionista y la vocera dijo que Elizalde era un líder negativo para el país. ¿Cómo lo toma?
Creo que son intemperancias verbales que no conducen a nada. Lo que quiere Piñera es no tener oposición, que vayan todos los líderes de la oposición a La Moneda, a la oficina de Andrés Chadwick y se saquen fotos, le muevan la colita al gobernante. No, eso no es la democracia, la democracia es el intercambio de ideas, y ¿dónde se hace?: en Valparaíso, porque ahí está la sede del Congreso. Esta no es una monarquía, es una república, para eso tiene Parlamento. El PS nunca ha estado en contra del diálogo donde corresponde.
¿Y por qué cree que apuntan al PS? No se ha escuchado la misma crítica al PPD o al PR.
Es que hubo líderes de esos partidos que se entusiasmaron con ir allá, pero uno no puede estar en todas las fotos, uno no puede ser gobierno y oposición a la vez. Nosotros no nos hemos dejado cooptar por el gobierno y por eso el gobierno se molesta, porque le gustaría tenerlos a todos en el bolsillo.
¿Cómo evalúa la gestión de Elizalde? ¿Sería bueno que busque la reelección?
Él reúne una mayoría que sacó al PS de una situación bien difícil que fue la derrota. Todos hemos puesto un poco de voluntad para eso, unos más que otros. No tendría por qué negársele la posibilidad de que continúe si el estatuto del partido se lo permite. Pero no es un tema que esté resuelto ahora. No conozco la opinión de él. Pero veo que ha habido mucha odiosidad hacia Elizalde.
¿De parte de quién?
Del gobierno y de los que suscriben la carta, que le cargan los dados.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.