Guido Sandleris, expresidente del Banco Central de Argentina: “Para que esfuerzos por corregir los desequilibrios fiscales rindan frutos en el control de la inflación, necesitamos un consenso en la mayoría del arco político”
Ad portas de las elecciones parlamentarias de este domingo en Argentina, el economista no ve mucho espacio de negociación con el kirchnerismo, al que considera el "gran culpable" de la situación económica del país, pero sí cree que hay margen para un acuerdo entre la oposición y parte del peronismo.
De concretarse los resultados de las primarias de agosto en las elecciones parlamentarias de este domingo, Guido Sandleris, expresidente del Banco Central de Argentina bajo la administración de Mauricio Macri, cree que se conseguirá un contrapeso a las políticas del gobierno de Alberto Fernández y su vicepresidenta Cristina Fernández, a los que califica de “irresponsables”, particularmente en lo fiscal.
Sin embargo, asegura que incluso el mercado en consciente de los dos años que le restan al kirchnerismo en la Casa Rosada, fuerza política a la que considera como la “gran culpable” de la situación económica que atraviesa al país y que mantiene a la sociedad argentina en un escenario sumamente delicado.
En ese marco, recalca que una de las lecciones que dejó el macrismo fue que no basta con uno o dos años de políticas “virtuosas”, si un recambio político vuelve a conducir al incremento del gasto público sin el respaldo de un crecimiento en los ingresos.
Aunque reconoce que la oposición tiene pocas posibilidades de llegar a un consenso en la materia con el kirchnerismo, sí se muestra esperanzado con que se logre acuerdo con cierta parte del peronismo, de manera de ver en el horizonte una solución sostenible al crónico problema de inflación en Argentina.
¿Qué análisis hace del problema estructural de inflación en Argentina, que ha trascendido a gobiernos de distintos colores políticos?
-Está claro que cuando uno mira el desempeño de los últimos 50 años de Argentina, tanto en términos de crecimiento como de inflación, ha sido muy malo. Es el segundo país que menos ha crecido y el segundo país con más alta inflación de la región, después de Venezuela. En este momento Argentina tiene la cuarta inflación más alta del mundo.
Está claro que esto no es un problema de un gobierno. No lo pudo resolver el gobierno de Macri, no lo ha podido resolver el gobierno actual. Sacando la década de los 90 con, su régimen de convertibilidad con una inflación cercana a cero, Argentina ha tenido en los últimos 20 años uno o dos años con inflación menor a 10%.
Uno mira eso y se pregunta, ¿qué es diferente en Argentina? ¿Por qué no hemos podido controlar la inflación? Yo creo que la respuesta es fiscal y de confianza. Argentina ha tenido déficit fiscales persistentemente y eso en ciertos periodos se financia con deuda y en otros con emisión monetaria del Banco Central. Cuando se han financiado con deuda, han terminado en crisis de deuda, en default. Cuando se financian con emisión monetaria, han terminado con la inflación hacia arriba.
Uno puede decir que la madre de las crisis económicas argentinas, que se manifiestan a través de la deuda o a través de devaluaciones y alta inflación, es fiscal. Es un país que no ha logrado consistentemente que su Estado gaste menos o igual de lo que recauda. No se puede gastar siempre más de lo que se recauda, a menos que haya mucha credibilidad que permita financiarlo con deuda permanentemente. Argentina no ha logrado construir credibilidad de su moneda, no tiene un mercado de deuda doméstico que permita financiar consistentemente algo de déficit fiscal. La consecuencia de eso es esta situación de inflación alta y creciente ahora.
Hasta que Argentina no logre resolver consistentemente su desequilibrio fiscal y llevar el tamaño de su Estado a un nivel que sea consistente con el crecimiento, vamos a seguir teniendo inflación, más allá del régimen monetario que tengamos.
En política monetaria hemos intentado con un montón de esquemas, desde control de capitales, metas de inflación, libre movilidad de capitales, metas de base monetaria, mucha intervención cambiaria. Hemos probado con todo y todo termina fracasando en términos de su capacidad de administración, porque no logramos resolver este desequilibrio fiscal permanente.
Ahí está el gran desafío, que es particularmente difícil cuando el Banco Central ha ido perdiendo credibilidad. No alcanza con resolver lo fiscal por un tiempo. Porque el gobierno de Macri consiguió reducir el déficit de casi 5% del PIB qué recibió en 2015 a 0,4% en 2019, pero la expectativa de que iba a perder las elecciones, de que iba a venir un gobierno al que no le importaba el déficit y de que el Banco Central podría volver a financiar al Tesoro, empuja las expectativas de inflación hacia arriba, las que después efectivamente se ven convalidadas.
¿Qué tan problemática ha sido en este escenario la falta de credibilidad que tiene el Banco Central y cómo se podría resolver?
-Es muy problemático. Es clave, porque los bancos centrales, con sus herramientas de comunicación, son fundamentales para afectar las expectativas y las expectativas importan mucho, porque afectan lo que sucede hoy.
El Banco Central de Argentina durante muchos años no ha logrado reconstruir en forma sólida su credibilidad, porque aún si nos remontamos al período en que Argentina tuvo una inflación baja, entre 1991 y 2001 con la convertibilidad, tuvo un régimen donde el tipo de cambio estuvo muy rígido como una forma de garantizar que el Banco Central no iba a hacer locuras, tenía una credibilidad prestada.
Se hace mucho más difícil hacer política económica cuando no tienes credibilidad y es una tarea de orfebre ir reconstruyéndola. Eso lleva tiempo; primero está el asunto de que va a ser muy difícil que el Banco Central sea creíble si Argentina tiene desequilibrios fiscales. Está instalada la expectativa de que más temprano o más tarde el Banco Central va a tener que financiar al Tesoro, lo que a veces implica niveles de emisión que son inconsistentes con frenar la inflación.
Pero una de las lecciones que quedan del gobierno de Macri, al menos para mí, es que no alcanza con un gobierno virtuoso si no aseguramos continuidad de políticas macroeconómicas consistentes. No alcanza con ser consistente uno o dos años si después pierde las elecciones y el gobierno que viene dice que no le importa demasiado el déficit fiscal.
Uno puede decir que el déficit actual del gobierno tiene que ver con la pandemia, ese es un punto válido, pero aún prepandemia el gobierno actual había tenido en sus primeros tres meses de gestión de 2020 el mismo déficit que tuvo Macri en todo el 2019. El kirchnerismo que está gobernando ahora y que gobernó los 12 años previos al gobierno de Macri, ha demostrado poca responsabilidad fiscal.
Además Argentina tiene que integrarse al mundo. Es una de las economías más cerradas, lo que queda de manifiesto en su baja participación en los flujos comerciales mundiales.
Para que esfuerzos por corregir los desequilibrios fiscales rindan frutos en el control de la inflación, necesitamos un consenso en la mayoría del arco político. El kirchnerismo no parece compartir esto, pero hay una parte del peronismo que sí y hay que trabajar con ellos para establecer estos consensos.
¿Qué opina de las más recientes medidas de control de precios del gobierno, en un intento por controlar la inflación?
-Son medidas completamente electoralistas, que buscan generar algún tipo de impacto de muy corto plazo de cara a las elecciones. Por eso después de haber perdido las primarias lanzan esto.
Los controles de precios no pueden ser permanentes, puede haber algún plan de acuerdo transitorio de estabilización. Pero lo que hizo este gobierno es puramente electoralista. Reprime inflación, pero cuando se quitan los controles los precios saltan, porque estás atacando el síntoma y no la raíz del problema. Si fuera tan simple como controlar los precios, sin generar otros efectos negativos en la economía como desabastecimiento y demás, todos los países tendrían precios bajos, la gente podría comprar mucho, pero no funciona así.
¿Cree que electoralmente les rinda frutos en esta ocasión?
-Acá en Argentina le hemos puesto a lo que ha hecho el gobierno el “plan platita”. En estos últimos dos meses el gobierno ha tratado, de diferentes maneras, de mejorar el poder de compra de la gente, sin tener en cuenta los efectos negativos posteriores que puede generar. Es un comportamiento absolutamente irresponsable por parte del gobierno, han destinado a este “plan platita” fondos casi equivalentes a todo el déficit fiscal del año 2019 del gobierno de Macri. No hay que perder esa perspectiva, son casi 0,3% del PIB lo que han destinado a estas medidas para tratar de mejorar sus chances electorales.
Esta es una muestra más de la irresponsabilidad fiscal del kirchnerismo, que es la gran culpable de esta situación difícil que atraviesa la economía argentina. El gasto público en 2003, cuando asumió Néstor Kirchner, llegaba a aproximadamente a 20% del PIB, pero después de su gobierno y de los de Cristina Fernández, ese 20% o 21% se transformó en 40% del PIB.
El gobierno de Macri intentó corregirlo y bajó más o menos al 36% del PIB, pero reducir el gasto no te hace popular, implica un costo político.
Lo que tenemos hoy, en parte por la pandemia y en parte por convicción, es un nuevo gobierno kirchnerista que ha vuelto a llevar el gasto público al 40%.
Las cifras de inflación y de pobreza son muy altas en Argentina, pero es en otros países de la región donde hemos visto estallidos sociales. ¿Qué contiene el malestar social de los argentinos?
-Es una gran pregunta. No sé si tengo una respuesta contundente. Sí tengo hipótesis. Creo que en parte pasa porque Argentina tuvo una crisis social muy grande antes. Cuando una sociedad coquetea con el caos, cómo le pasó a Argentina en el 2001, eso genera o puede generar ciertos anticuerpos, ciertas redes de contención. Había gasto social que hace el Estado y otros mecanismos de contención de los sectores más empobrecidos por la política económica.
Pero es una situación muy preocupante. Argentina tiene más de 40% de pobreza y cuando uno mira las medidas que han generado una fuerte reacción social en Colombia o en Chile, vemos economías que venían con inflación baja y venían creciendo más, donde empezaban a vivir cierta trampa de los ingresos medios, donde nuevas generaciones demandan acceso a cierta calidad de vida.
Argentina vivió algo así en medio de una crisis económica fenomenal en 2001 y te diría que eso tal vez creó ciertos anticuerpos. Además, los partidos políticos y las agrupaciones sociales han podido dar contención a la frustración social que genera una economía que no funciona. Creo que quizás eso es en parte una virtud del sistema político argentino.
Sin embargo, la situación es volátil. No sabemos cuánto más pueda aguantar la gente esta situación económica tan difícil que está enfrentando. Es bien sensible el escenario.
¿Qué se juega Argentina en las elecciones de este domingo?
-Creo que es una elección muy importante en lo que se refiere a la composición de diputados y senadores. Por primera vez desde el regreso de la democracia, en 1983, está la posibilidad de que el peronismo pierda el control del Senado.
En el caso de los diputados, donde el peronismo también tiene mayoría, está la posibilidad de que básicamente queden nivelados y que incluso Juntos para el Cambio, la principal fuerza opositora, pasé a la mayoría.
En temas más de fondo, creo que de repetirse el resultado de las primarias, habría un mensaje muy claro de rechazo a la gestión de los primeros dos años del gobierno de Alberto Fernández y su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
En el plano económico, el gobierno no ha logrado resolver ninguno de los problemas que enfrentaba la economía argentina, e incluso ha contribuido a agravarlos. En la pandemia si uno mira los datos Argentina no ha tenido una buen desempeño; tuvimos una de las cuarentenas más largas del mundo, el país del mundo con más días de clases perdidas, hubo una de las caídas económicas más grandes del mundo, con una contracción de 10% del PIB el año pasado, un retraso en el inicio de la campaña de vacunación debido a que por cuestiones ideológicas no cerraron un trato con Pfizer. Además, hay una serie de escándalos que han sido muy significativos, desde el vacunatorio VIP, en el cual funcionarios y sus amigos y familiares se vacunaron antes que el resto de la población, además imponían reglas muy estrictas para la gente, pero ellos no los cumplían, con una foto de una fiesta en la Casa Rosada.
De concretarse una victoria de la oposición en el Parlamento, ¿qué capacidad tendría para impulsar desde ahí algún tipo de cambio?
-El sistema en Argentina, al igual que en Chile, es eminentemente presidencialista, donde el Ejecutivo tiene mucho poder y el Legislativo puede actuar como contrapeso, pero no es un sistema europeo donde pueda hacer cambios mayores.
Pero con ese contrapeso el gobierno va a tener que negociar con la oposición, cosa que no requiere en este momento. Eso implica un cambio, que en lo económico nos vamos a ver en todo lo que tiene relación con leyes impositivas. Los impuestos los tienen que pasar sí o sí por el Congreso, y ahí hay una diferencia de misión muy importante entre lo que es la oposición y el oficialismo.
Por otra parte, hay un nivel de gasto público muy importante en Argentina, que creció mucho durante el kirchnerismo y que el gobierno de (Mauricio) Macri corrigió parcialmente. El gobierno actual, en parte por la pandemia en parte por convicción, volvió a incrementar el gasto público e impuestos. En cambio la oposición cree que el gobierno debe reducir un poco el tamaño del Estado, porque se convirtió en una mochila muy pesada para el sector privado, lo que implica menos gasto para poder bajar los impuestos.
Me parece, por lo tanto, que un resultado electoral en línea con lo que sucedió en las primarias, va a permitir que el Poder Legislativo actúe más como un contrapeso e impida nuevos aumentos de impuestos en los próximos dos años.
Además, está todo lo que tiene que ver con la institucionalidad. El gobierno de Alberto Fernández, probablemente impulsado por su vicepresidenta Cristina Fernández, ha intentado avanzar sobre la justicia y una serie de instituciones. Con una situación más balanceada en el Congreso, hacer eso se les va a volver un poco más difícil.
¿Qué significaría para el mercado que se confirme al resultado de las primarias?
-Después de las Paso hubo un repunte que duró muy poco en el precio de los activos argentinos y en bonos, y de hecho desapareció a los pocos días en la medida que el gobierno iba anunciando sus políticas.
Faltan todavía dos años de este gobierno y la evolución del precio de los activos y el mercado van a tomar eso en cuenta. Más allá de que el resultado electoral podría señalar que hay más chances de que la oposición tal vez en 2 años puede imponerse y volver al gobierno, lo cierto es que dos años es mucho tiempo en Argentina.
Hay mucha incertidumbre en la coalición gobernante respecto a cómo se van a manejar en los próximos dos años. Hay una discusión política interna que no han logrado cerrar, no saben para dónde ir y no han armado un plan, por lo tanto quedan dos años que pueden ser duros en lo económico. Entonces, los mercados van a estar mirando las dos cosas, el horizonte tal vez más positivo dentro de dos años si hay un cambio de gobierno y dos años de gobierno difíciles que todavía le quedan a este gobierno.
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