Kamala Harris quiere prohibir los precios abusivos. ¿Qué dicen los economistas?

Kamala Harris quiere prohibir los precios abusivos. ¿Qué dicen los economistas?

La línea que separa la especulación de las fuerzas normales del mercado puede ser muy tenue. Y detenerla tampoco es tarea fácil. La vicepresidenta Harris, que aceptará formalmente la nominación de su partido en la Convención Nacional Demócrata que se desarrolla esta semana en Chicago, ha echado la culpa de los altos precios de los alimentos a las empresas.




Los estadounidenses odian los precios altos, y Kamala Harris dice que planea combatirlos prohibiendo la especulación con los precios en los alimentos y las tiendas de comestibles. Pero, dependiendo de la forma que adopte, los economistas podrían odiar su plan.

La vicepresidenta Harris, que aceptará formalmente la nominación de su partido en la Convención Nacional Demócrata que se desarrolla esta semana en Chicago, ha echado la culpa de los altos precios de los alimentos a las empresas. Las encuestas realizadas por Stefanie Stantcheva, economista de la Universidad de Harvard, muestran que muchas personas, sobre todo demócratas, creen que la avaricia empresarial es la culpable de la inflación.

La industria alimentaria ha rebatido esa creencia, argumentando que el aumento de los precios tiene que ver con el extraordinario reordenamiento económico causado por la pandemia, que paralizó las cadenas de suministro, inyectó dinero público en la economía y disparó la demanda.

El candidato republicano Donald Trump, que se ha quejado con frecuencia de los altos costos de los alimentos, especialmente del precio del tocino, describió la semana pasada el plan de la vicepresidenta como un “control comunista de los precios”.

El equipo de Harris ha ofrecido pocos detalles hasta ahora. Pero he aquí lo que dicen los economistas sobre el abuso de precios, qué es y si es ideal -o incluso posible- intentar frenarlo.

¿Por qué los alimentos?

Aunque la inflación de los alimentos ha disminuido algo recientemente, los precios siguen siendo mucho más altos que antes de la pandemia. En julio, los precios al consumo de los alimentos en el hogar eran un 26% más altos que a fines de 2019, mientras que los precios de los bienes excluidos los alimentos y los artículos energéticos habían subido sólo un 14%. Los precios de los alimentos también afectan psicológicamente: la gente va con frecuencia al supermercado y no puede escatimar mucho en lo que come.

Ernie Tedeschi, antiguo miembro del Consejo de Asesores Económicos del Presidente Biden y actual director de economía del Laboratorio de Presupuestos de la Universidad de Yale, señala que los márgenes de los minoristas de alimentación y bebidas se han mantenido elevados en relación con antes de la pandemia, mientras que los de otros minoristas, como los de ropa y mercancías generales, no.

Esto, advierte, podría ser un reflejo de la elección de los consumidores, que podrían haber cambiado sus preferencias por artículos más rentables, como las marcas blancas. En cualquier caso, “los economistas deben sentir curiosidad y averiguar qué está pasando”, afirmó Tedeschi.

¿Qué es el price gouging?

Fuera de los ejemplos extremos -como el de Martin Shkreli, que elevó el precio de un medicamento utilizado desde hace décadas para tratar a los enfermos de sida de US$ 13,50 la pastilla, a US$ 750 en 2015-, puede resultar difícil identificar el fraude en los precios y elaborar políticas para combatirlo.

Las normas contra la especulación pueden convertirse en controles de precios. La teoría económica estándar muestra que imponer un precio máximo a un producto puede desalentar a los vendedores, reduciendo la cantidad de producto que se vende y provocando escasez. Las políticas de control de alquileres son un ejemplo de tope de precios que se ha convertido en un elemento básico de los libros de texto de introducción a la economía y, como grupo, la mayoría de los economistas piensan que el control de alquileres es una mala idea.

“Puede ser muy difícil crear un control de precios que no sea manipulable”, aseguró Michael Sinkinson, economista de la Kellogg School of Management de la Northwestern University, que también formó parte del Consejo de Asesores Económicos de Biden. “¿Cómo se fija un control de precios? ¿Cuál es el punto de referencia adecuado?”, cuestionó.

¿Funciona alguna vez el control de precios?

Las opiniones de los economistas sobre las normas que impiden la especulación con los precios durante acontecimientos extremos, como fuertes tormentas, son más dispares. Tales leyes son comunes: durante un estado de emergencia en Florida, por ejemplo, “es ilegal alquilar, vender, arrendar, ofrecer en alquiler, vender o arrendar productos esenciales, unidades de vivienda o instalaciones de autoalmacenamiento a un precio desmesurado”. Poco después de que estallara la pandemia de Covid-19, el entonces presidente Trump emitió una orden ejecutiva para evitar la subida de precios de los suministros médicos.

Algunos economistas sostienen que subir los precios en estas circunstancias puede ser predatorio, porque la oferta se limita a lo que las empresas tengan a mano. Pero otros sostienen que la señal que envían los precios es importante: un aumento del precio del agua en una isla azotada por un huracán crea un incentivo para que el agua se envíe rápidamente, mientras que un precio artificialmente bajo en un momento de escasez podría fomentar el almacenamiento.

Un lugar donde los economistas sí aceptan cierto grado de control de precios es en los monopolios naturales, señala el economista de Harvard Greg Mankiw, autor de un libro de texto de introducción a la economía muy utilizado y presidente del Consejo de Asesores Económicos durante el gobierno del expresidente George W. Bush. Los servicios públicos son un ejemplo.

Pero el negocio de la alimentación no es un monopolio: la mayoría de la gente, aunque no todos, tienen la opción de ir a otra tienda si una sube demasiado los precios. Entre los economistas, comentó Mankiw, “nuestro supuesto es que las empresas son siempre codiciosas y son las fuerzas de la competencia las que mantienen los precios cerca del costo”.

Harris, por su parte, también ha dicho que quiere aumentar la competencia.

“Mi plan incluirá nuevas sanciones para las empresas oportunistas que se aprovechan de las crisis y se saltan las normas, y apoyaremos a las empresas alimentarias más pequeñas que intentan cumplir las reglas y salir adelante”, sostuvo la semana pasada.

Cuanto más se incline su plan por el aumento de la competencia como forma de bajar los precios, y cuanto menos se incline por la fijación de precios máximos, más podría gustar a los economistas lo que tiene que decir.

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