La columna de Francisca Jünemann: “La mujer emprendedora”

"Así la evidencia, podemos concluir que el emprender está siendo en la mayoría de los casos una alternativa precaria para las mujeres ante la ausencia de posibilidades de trabajo dependiente".


El emprendimiento es la capacidad de emprender, de comenzar un proyecto nuevo, una obra que, como señala la Real Academia Española (RAE): “Encierra una dificultad o peligro” para “tomar un camino con resolución…”; ruta que entrega beneficios en comparación con el trabajo dependiente, como mayor autonomía y flexibilidad; la posibilidad de un crecimiento ilimitado, sin un techo impuesto por otros, que permite desplegar todas las capacidades y los talentos; y que genera el hábitat para la innovación con ideas expandidas en espacios libres de estructuras predeterminadas y tradicionales. Es, además, un elemento esencial de desarrollo social y económico de los países.

Emprender con éxito requiere cualidades personales como visión, creatividad, determinación, perseverancia, criterio en las decisiones y adaptación permanente. Por eso el valor de las personas emprendedoras y de sus emprendimientos es inmenso, digno de apoyo cuando son pequeños para que logren crecer a medianos y finalmente a grandes organizaciones.

¿Y cómo están en Chile las mujeres emprendedoras?

Para intentar conocer más su realidad laboral ante la poca evidencia que existía, en el último Zoom de Género -informe laboral mensual de OCEC UDP, ChileMujeres y CCS- evidenciamos que, del total de emprendedores, el 98% es microemprendedor, y el 70% de los microemprendimientos de mujeres se desarrolla en la informalidad. A su vez, la brecha de género de informalidad en este tipo de emprendimiento aumentó de 4,8 a 7,2 puntos porcentuales en el último año.

En el estudio de opinión “Mujer y Trabajo” junto a Cadem preguntamos si trabajaría dependiente con contrato en una empresa de tener la posibilidad, respondiendo el 74% de las mujeres de manera afirmativa, aumentando al 91% en las jóvenes.

Así la evidencia, podemos concluir que el emprender está siendo en la mayoría de los casos una alternativa precaria para las mujeres ante la ausencia de posibilidades de trabajo dependiente, por el mayor desempleo femenino, por una parte, y la ausencia de determinadas condiciones laborales por otra, como mayor flexibilidad horaria, teletrabajo parcial para hombres y mujeres y equidad salarial.

En cuanto a las soluciones, éstas no pueden enfocarse solamente en el trabajo dependientes, porque como dice Gina Ocqueteau, emprendedora y consejera de ChileMujeres, “para que emprender sea una elección para las mujeres y un aporte innovador al país, se deben incorporar condiciones que permitan el empoderamiento y la autonomía económica real y es ahí donde se necesitan apoyos y políticas del mundo público y privado con enfoque de género. Un emprendimiento no puede ser un “plan B” frente a la falta de oportunidades y garantías en otras fuentes laborales. Debemos poner a disposición recursos y acompañar con capacitaciones permanentes a las mujeres que apuestan por proyectos propios para que puedan desarrollarlos y crecer en diferentes rubros”.

Somos casi 900 mil las mujeres en Chile que hemos emprendido para poder trabajar en libertad, que hemos tomado la difícil decisión de crear un camino incierto por un sueño, que conocemos el esfuerzo de generar los ingresos para cumplir con quienes trabajan con nosotras. Y a pesar de que nuestro país tiene mucho por hacer para que el emprendimiento sea una opción real de trabajo formal para todas quienes tomen este camino ¡No se desalienten! porque tienen derecho a que sus capacidades y talentos se desarrollen como ustedes decidan.

*La autora de la columna es presidenta de ChileMujeres

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