La política comercial de Biden, de poner al trabajador local primero, molesta a los socios extranjeros
En el corazón de los conflictos está la influencia que los demócratas progresistas y los sindicatos tienen sobre el presidente, dicen los economistas y otros.
El objetivo del presidente Biden de reparar las deterioradas relaciones con los socios comerciales europeos y asiáticos está entrando en conflicto con su otra prioridad de poner primero a los trabajadores estadounidenses.
Lo que la Casa Blanca llama su política comercial “centrada en los trabajadores” ha provocado enfrentamientos con México y Canadá, que se opusieron al plan de la administración de otorgar créditos fiscales más altos a los autos eléctricos construidos por trabajadores sindicales estadounidenses.
Los aliados asiáticos como Japón y Australia están cada vez más frustrados por la falta de interés de Washington en unirse a los tratados comerciales regionales para contrarrestar la creciente influencia de China. El Reino Unido y Japón todavía esperan el levantamiento de los aranceles al acero y al aluminio de la era Trump.
En el corazón de estos conflictos está la influencia que los demócratas progresistas y los sindicatos tienen sobre Biden, dicen los economistas y otros. Aproximadamente el 56% de los hogares sindicalizados votaron por Biden, según AP Votecast, que realiza encuestas de votantes, en comparación con un 42% que votó por Donald Trump.
Los sindicatos tienden a favorecer los aranceles sobre las importaciones y las políticas de “compre productos estadounidenses” (Buy American) que aumentan la producción nacional. También generalmente se oponen a los tratados comerciales, creyendo que conducen a sueldos más bajos y pérdida de puestos de trabajo para los trabajadores estadounidenses.
La búsqueda de la política centrada en los trabajadores podría producirse a expensas de establecer el liderazgo mundial de Estados Unidos en materia de comercio, dijo Ed Gresser, exfuncionario de política de alto nivel de la Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos (o USTR por sus siglas en inglés) durante las administraciones de Obama, Trump y Biden.
“La administración quiere mostrar que Estados Unidos está de vuelta”, afirmó Gresser, ahora vicepresidente del Progressive Policy Institute, un grupo de expertos sin fines de lucro. “Será mucho más difícil lograr eso si lo que estamos viendo es que Estados Unidos no participa en las discusiones de política comercial y permanece en un modo más nacionalista y más temeroso”.
Adam Posen, presidente del Peterson Institute for International Economics, un grupo de expertos pro-comercio de Washington, dijo que la política comercial de Biden protege a los trabajadores tradicionales de la industria manufacturera, al tiempo que aumenta los costos de los productos importados para las empresas y los consumidores estadounidenses.
Posen dice que la política de Biden favorece el “trabajo industrial de hombres blancos” y “empeora las cosas con los aliados y las hace más caras para los consumidores”.
La administración Biden dice que ha resuelto las disputas con la Unión Europea y ha impulsado la cooperación económica con las naciones del “Quad”, que incluye a Japón, Australia e India.
La política de dar prioridad al gasto interno para ayudar a los trabajadores y las comunidades “de ninguna manera nos impide hacer el importante trabajo de alinearnos con aliados y socios”, afirmó un alto funcionario de la administración. “No vemos un conflicto”.
Biden quiere obtener el apoyo de aliados comerciales y otros países para tratar con China. Fue crítico de la política comercial de Trump, calificándola como un enfoque unilateral que enfureció a los socios comerciales de toda la vida. Biden dijo que trabajaría para reparar esas relaciones y conseguir el apoyo de aliados para tratar con China.
Pero Biden también ha enfurecido a los socios comerciales de Estados Unidos. Como parte de su ahora estancado plan Build Back Better, Biden propuso créditos fiscales más generosos para los vehículos eléctricos construidos en las fábricas del sindicato United Auto Workers por sobre los fabricados en otros lugares.
“La forma en que formularon este incentivo realmente, realmente tiene el potencial de convertirse en el tema dominante en nuestra relación bilateral”, afirmó a la prensa el mes pasado la viceprimera ministra de Canadá, Chrystia Freeland.
Los aliados asiáticos están cada vez más impacientes por la falta de un fuerte compromiso de Washington con los pactos comerciales regionales y buscan el liderazgo de Estados Unidos en áreas como el comercio digital, que podría incluir nuevos estándares para el e-commerce y el intercambio de datos.
“La presencia de Estados Unidos en materia de seguirdad ha traído estabilidad y paz a la región”, afirmó el viceprimer ministro de Singapur, Heng Swee Keat, en un discurso el 30 de noviembre. “Pero para que esto continúe en las próximas décadas, Estados Unidos no puede permitirse el lujo de estar ausente de la arquitectura económica en evolución de la región”.
Beijing está impulsando su participación en la formulación de políticas comerciales regionales. Recientemente, solicitó unirse al Acuerdo Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (TPP 11), la nueva versión de un acuerdo comercial abandonado por EE. UU. en 2017.
China también es el líder de la Asociación Económica Integral Regional, un nuevo acuerdo comercial regional amplio, aunque limitado, que se lanza en enero sin Estados Unidos.
Los funcionarios del Reino Unido y Japón dicen que están frustrados por la lentitud del progreso en el levantamiento de los aranceles al acero y al aluminio impuestos a sus productos por Trump, quien citó amenazas a la seguridad nacional que socavaban las industrias importantes de Estados Unidos.
Los grupos laborales, incluidos United Steelworkers, y algunos legisladores apoyan los aranceles como una forma de proteger los empleos estadounidenses en una industria crítica.
Un punto brillante para las relaciones comerciales de la administración Biden es Europa. La representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, resolvió una disputa de larga data sobre los subsidios a aviones comerciales, redujo los aranceles sobre el acero y el aluminio europeos y estableció un nuevo marco para discutir los problemas tecnológicos emergentes. Resolver las disputas sobre aviones y metales elimina miles de millones de dólares en aranceles promulgados, amenazados y en contra-aranceles.
“Todo eso se suma a un año histórico para las relaciones transatlánticas”, afirmó el mes pasado Valdis Dombrovskis, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea.
La administración también orquestó un acuerdo fiscal global que reemplazó el impuesto a los servicios digitales amenazado por varias naciones y evitó una nueva lucha arancelaria con Vietnam. Su dura postura sobre el trabajo forzoso en China y en otros lugares cuenta con el apoyo de ambos partidos.
El vocero del USTR, Adam Hodge, dijo que los aliados también han expresado su apoyo a la política comercial que enfatiza a los trabajadores. “Continuaremos trabajando con ellos para crear una prosperidad inclusiva para los trabajadores en Estados Unidos y en todo el mundo”.
La oficina de Tai presentó dos casos contra plantas de fabricación mexicanas alegando la violación del derecho de los trabajadores a sindicalizarse en virtud del Acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá, o USMCA. En ambos casos, las empresas acordaron cambiar sus prácticas para cumplirlas.
La AFL-CIO (Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales) está satisfecha con la política comercial de la administración Biden hasta el momento, afirmó Eric Gottwald, especialista en políticas comerciales del sindicato.
Tai visitó la sede de la AFL-CIO en Washington en junio, donde dijo que los trabajadores sindicales son “la columna vertebral de nuestra economía y nuestra democracia”.
“Ustedes son la luz guía de la política comercial para la administración Biden-Harris”, afirmó Tai.
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