Basilea III en Chile: desafíos futuros




El marco de Basilea III representa la respuesta regulatoria a la última crisis financiera internacional y la piedra angular de la recientemente revisada arquitectura de regulación bancaria internacional. En comparación con el marco regulatorio internacional vigente previo a la crisis, Basilea II, este nuevo marco regulatorio considera mayores exigencias de capital, una mejor medición de los riesgos, una definición más estricta de los instrumentos de capital elegibles para mejorar la calidad del capital, mayores exigencias de capital para entidades sistémicamente importantes, colchones de capital para enfrentar respectivamente situaciones de estrés y el ciclo económico y nuevas exigencias de liquidez. Las nuevas regulaciones apuntan al mejoramiento de la base de capital y de liquidez de la banca, lo que permitirá limitar a futuro la frecuencia y profundidad de las crisis financieras, pero también impondrá algunos costos asociados a la transición desde Basilea II a Basilea III.

En contraste con los acontecimientos financieros del mundo desarrollado, Chile ha mantenido por décadas un sistema financiero sólido y estable con un riguroso régimen de regulación y supervisión que restringe los riesgos de crédito, liquidez, financieros, limita el ratio de capital a activos totales y exige patrimonio según el acuerdo de capital de Basilea I bajo el enfoque estándar. Sin duda que la instauración de Basilea III en Chile deberá adaptarse a las características propias de nuestro sistema bancario y requerirá establecer una transición gradual que permita minimizar posibles efectos negativos en el crédito.

Producto de las nuevas exigencias de liquidez, la banca deberá intensificar la obtención de fondos estables y de largo plazo, incrementar la mantención de activos líquidos y revaluar sus líneas de negocios. Para mantener la competitividad de la banca local será necesario que nuestra regulación considere como parte del capital bancario al más amplio conjunto de instrumentos de capital que contempla Basilea III.

Una evolución hacia el uso de modelos internos avanzados de riesgo presenta el desafío de contar con datos, profesionales, metodologías, modelos y sistemas adecuados tanto en los bancos como en la superintendencia del ramo, para efectos de su diseño, implementación, funcionamiento, aprobación y supervisión. Si bien la utilización de modelos internos de riesgos ayuda a mejorar la gestión de riesgos, la coexistencia de bancos que usan modelos simples estándar y otros que utilizan modelos internos plantea el desafío para los reguladores de mantener un campo de juego nivelado en la industria.

En algunos casos de países desarrollados, el funcionamiento de los modelos internos ha evidenciado deficiencias a ser solucionadas, como disminuciones en los ponderadores de riesgo calculados en ciertos entornos de mayor incertidumbre, subestimaciones de los riesgos al no considerar apropiadamente eventos de alto impacto y baja probabilidad de ocurrencia y en algunos casos comportamientos procíclicos.

En suma, la necesidad de acopiar más capital para los bancos chilenos dependerá críticamente de si se usan modelos estandarizados simples o modelos internos más avanzados para calcular los ponderadores de riesgo, de la frecuencia con que estos se actualicen y de la imposición de eventuales niveles mínimos por parte del regulador.

Respecto de las mayores exigencias de patrimonio para los bancos sistémicamente importantes, el regulador tendrá que enfrentar el desafío de identificar a las instituciones financieras sistémicamente importantes y evaluar la magnitud deseable de capital adicional a ser exigido.

Por otra parte, es probable que la aplicación del colchón contracíclico y del coeficiente de financiamiento estable requiera de mayor discusión, en el primer caso por problemas de aplicación en la práctica y porque podría constituirse en una fuente de prociclicidad, y en el segundo ya que no existe un consenso sobre el nivel apropiado de transformación de plazos de un banco.

Finalmente, la adopción en Chile de Basilea III presenta el desafío para la banca y el supervisor bancario de administrar y fiscalizar respectivamente un sistema de mayor complejidad.

*El autor es miembro consejo asesor Centro de Estudios Financieros (CEF) del ESE Business School Universidad de los Andes.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.