Crecimiento 2018, el fin de un ciclo
*Por Patricio Arrau. Es el fin de un ciclo político y lo que viene está en las manos del Gobierno que asumió ayer. Chile se merece retomar la senda al desarrollo con unidad.
El ministro Nicolás Eyzaguirre dijo recientemente en una entrevista que le hubiera gustado estar un año más en el cargo para demostrar que el bajo crecimiento de este período no se debió a las reformas del Gobierno de la Presidenta Bachelet, sino que fueron el resultado del ciclo económico, que baila al son del resto del mundo y, por ende, principalmente inducido desde el exterior. Asimismo, festejó el crecimiento de enero que fue 3,9% y seguramente estará exultante, ya fuera del cargo, cuando se entregue el crecimiento de febrero, pues ese es el último mes de su gestión y el crecimiento será superior al 4%.
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El ministro Eyzaguirre tiene razón, la reactivación de la economía chilena desde fines de 2017 responde al fin de un ciclo, pero no se trata de un ciclo económico o de inversión minera, se trata del fin de un ciclo político. ¿Cómo la política puede afectar el crecimiento económico? A través del impacto que ella tiene en las expectativas de los agentes económicos, especialmente en las decisiones que determinan la inversión, puesto que convengamos que el consumo se mueve con bastante parsimonia. Un shock a la percepción de cómo se pueden afectar en el futuro las condiciones de entorno institucional, tributario, de relaciones laborales, permisos, etc., puede tener un tremendo impacto en las decisiones de inversión y de crecimiento. El shock de los primeros seis meses del Gobierno de Michelle Bachelet fue brutal. Érase una vez cuando la economía podía ser modelada en la forma mecanicista que sugiere el ministro Eyzaguirre, en la época de oro del keynesianismo, desde la segunda guerra hasta fines de los sesenta, donde las variables se relacionaban en forma estática y contemporánea, y las expectativas se modelaban en forma trivial mirando las series de datos hacia atrás. Pero la ciencia económica se puso al día y la forma en que se modelan las expectativas es mirando hacia adelante, no hacia atrás. Lo que viene después de una elección presidencial importa mucho. Importó el segundo semestre del año 2013, cuando la economía se desaceleró y también importó el segundo semestre de 2017. La prueba final de la hipótesis de ciclo económico externo del ministro Eyzaguirre la tendremos el segundo semestre del año 2021. Si el gobierno se proyecta y la economía no se desacelera, o bien si hay un nuevo cambio con discurso refundacional y se desacelera, entonces será la prueba final.
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Pero hay un punto que nunca se responde en este debate. Durante los cuatro años del Gobierno que finaliza, la economía mundial crece por encima del 3% al año. ¿Por qué Chile creció sistemáticamente por debajo de esa cifra, cuando siempre crecía por encima del resto del mundo? ¿Cuándo se había visto en un ciclo económico normal una caída de la inversión por cuatro años consecutivos?
Pero no todo es el mero cambio de signo político, sino también como se conduce ese nuevo gobierno. Es evidente que el año 1990 tuvimos un muy abrupto cambio de signo político y es lógico suponer que el mundo económico tuvo un shock de expectativas que lo aterrorizó. Eso se observa perfectamente en la cifras. El año 1988 y 1989 la economía creció 7,3% y 9,9%, respectivamente. El shock causó estragos, pues el año 1990 la economía creció 3,3%, es decir un tercio del año anterior. Pero algo ocurrió ese año. La conducción política y económica revirtió rápidamente las expectativas y la economía se aceleró a 7,8% y 11,2% en los años 1991 y 1992. La buena política se tomó la cancha de la mano de un equipo económico y político de lujo y de una oposición constructiva, un gobierno que hizo el diagnóstico correcto, que actuó en consecuencia en ese momento frágil, que afortunadamente modelaba la economía de una forma no mecanicista ni estática y que invitó a todos los chilenos a ser parte de un mismo país, buscando acuerdos amplios. Es la diferencia entre los cuatro años del Presidente Aylwin y los cuatro años de la Presidenta Bachelet. Así es, es el fin de un ciclo político y lo que viene está en las manos del Gobierno que asumió ayer. Chile se merece retomar la senda al desarrollo con unidad.
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*El autor es economista
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