El ejemplo de la Universidad Arcis
La semana pasada, la ministra de Educación, Adriana Delpiano, anunció la inviabilidad de la Universidad Arcis, una situación que se veía venir desde hace meses, a pesar del intento del propio Gobierno de sostenerla vía una intervención. Lo sorprendente es que la secretaria de Estado transformó en ese momento a la Universidad de Chile en el mecanismo de solución de un problema creado, ni más ni menos, que por un partido de la propia coalición oficialista: el Partido Comunista. Si bien al día siguiente el Gobierno dio un paso atrás y una subalterna tuvo que corregir a la ministra, lo señalado en la oportunidad por Delpiano revela que hay un doble estándar evidente de la autoridad para enfrentar la crisis de dicha casa de estudios respecto de lo sucedido con la Universidad del Mar hace algunos años. Esto sólo puede ser atribuido a la influencia en la política de educación superior del PC, tienda que no hace ninguna autocrítica respecto de su responsabilidad en administrar un proyecto universitario que, por un conjunto de razones, ya no era factible. Pero junto con lo anterior, también es necesario señalar que el caso de la Universidad Arcis es un buen ejemplo de que el no tener fines de lucro no es garantía ni sinónimo de educación de calidad, así como tampoco de que no existan mecanismos para lucrar o retirar dineros.
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