El impacto de la sustentabilidad en la industria alimentaria
La sustentabildiad poco a poco ha tomado su espacio en la forma de hacer negocios. Sin embargo, por años el sector alimentario ha estado exento de esta mirada. Basta recordar lo que pasó con la planta de Agrosuper en Freirina en 2013 para darse cuenta que el respeto por el medioambiente y las comunidades fue una materia pendiente durante años. Pero hoy eso parece estar cambiando.
La expansión agrícola es responsable del 70% de la deforestación, y es considerada como la mayor amenaza para los pulmones verdes alrededor del mundo, según detalla la investigación “Drivers of deforestation and forest degradation”. En ese contexto, las zonas agrícolas se han convertido en algunas de las grandes responsables de la erosión del suelo, la contaminación del agua y la destrucción de hábitat de la vida silvestre.
Para hacer frente a estos desafíos se creó la Red de Agricultura Sostenible (RAS), una asociación de ONGs que comenzó sus actividades en 1997 y que opera en Latinoamérica. Ellos promueven el desarrollo de sistemas agropecuarios productivos eficientes, la conservación de la biodiversidad y el desarrollo humano sostenible a través de una serie de normas, que incluye aspectos sociales, ambientales y productivos. Aquellos predios que cumplen con al menos el 80% de los requisitos que imponen las normas RAS obtienen el sello Rainforest Alliance Certified. “El sello de la ranita verde le asegura a los consumidores que los productos vienen de predios manejados bajos el estándar de RAS, diseñado para proporcionar a los trabajadores y sus familias condiciones de seguridad dignas, proteger la vida silvestre y los cuerpos de agua”, cuenta Hebert Flores, coordinador de servicios de certificación de agricultura de Rainforest Alliance para Sudamérica. Detalla además que aquellos que ponen dentro de sus planes de acción estos elementos de sustentabilidad, a la larga van a ayudar a la preservación biológica de los ecosistemas porque no van a degradar el suelo hasta que quede inutilizable, no van a desperdiciar el agua. “Si cuentan con esta mirada sostenible no van a explotar a su gente, lo que se traduce no sólo en productos eficientes, sino en procesos coherentes”. Entre los cultivos que hoy se han certificado en Chile están las papas, uva y paltas.
Desafío para la industria
Pero no sólo se trata de producción sustentable, pues la industria agropecuaria en Latinoamérica es una de las que enfrenta grandes desafíos, sobre todo si se analiza el impacto que está teniendo el cambio climático en las zonas de cultivo. En este contexto, según detalla la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el rápido crecimiento del sector pecuario regional -dos veces superior al crecimiento promedio mundial- ha ejercido alta presión sobre la base de recursos naturales, especialmente, la pérdida de cobertura forestal para la producción de ganado en pastoreo o la producción de granos para los sistemas de producción avícola y porcina. Además, es muy probable que, de acentuarse los problemas de degradación de suelos, la producción pecuaria se enfrente a competencia por tierras para la producción agrícola o agroenergética. “Los países de la región requieren mejorar su capacidad de análisis y manejo de riesgos en el sector ganadero, y desarrollar estrategias de producción viables desde el punto de vista técnico, económico, social y ambiental”, señala el organismo a través de sus publicaciones. Esto implica que se necesita optimizar la eficiencia, utilización y sostenibilidad de los recursos. “La implementación de modelos sustentables de producción en términos económicos, sociales y ambientales, contribuye a promover la competitividad del sector agrario, agroalimentario y forestal, así como a garantizar su proyección en el tiempo”, señala Florance Pelissou, experta en Innovación Agraria de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA).
Qué pasa en Chile
Según detalla Pelissou, “una agricultura sustentable debe ser considerada en forma holística tomando en consideración los pilares económico, social y ambiental”. En esta misma línea el Ministerio de Agricultura expresó en 2014 su compromiso con la sustentabilidad. En 2015, la cartera desarrolló un Protocolo de Agricultura Sustentable, que define los principios, criterios, y recomendaciones de buenas prácticas agrícolas, considerando referentes y tendencias nacionales e internacionales.
Otro de los factores relevantes en materia local es el Acuerdo de Producción Limpia (APL), uno de los instrumentos que busca promover las prácticas productivas sustentables en las empresas de los diferentes sectores. Hasta el año 2016, el sector agropecuario celebró más de 30 APL buscando mejorar las condiciones productivas y ambientales del sector. Los distintos servicios del ministerio desarrollan iniciativas, y a contar del 2015 FIA definió como un de sus ejes estratégicos la agricultura sustentable para enfrentar de mejor manera los impactos generados por el cambio climático y así disminuir la vulnerabilidad del sector frente a este escenario. En este contexto, y por segundo año consecutivo la Fundación abrió una convocatoria nacional temática invitando a los actores del sector agrario, agroalimentario y forestal a desarrollar proyectos de innovación orientados a la adaptación del sector agrario, agroalimentario y forestal al cambio climático, a través de una agricultura sustentable. “La expectativa de crecimiento en el área es muy importante y el desarrollo de prácticas productivas sustentables es una tendencia que se confirma a nivel nacional como internacional y que responden a exigencias cada vez mayores por parte de los consumidores”, enfatiza Pelissou.
Productos verdes
“Hay una evolución consistente en los mercados europeos y estadounidense, donde los consumidores están más involucrados. Si bien en Latinoamérica se empieza a ver esta conciencia verde, aún no se traduce de manera masiva en decisiones sustentable a la hora de ir al supermercado”, cuenta Flores. Una de las empresas que ha apostado por la sustentabilidad a lo largo de todo el proceso es SouthAm Freeze Dry, que hacen snack liofilizados. Se trata de frutas que se deshidratan a través de frío, sin perder las propiedades nutricionales. Pero su mirada no sólo se centra en el proceso productivo, sino que abarca toda la cadena.
“Nosotros buscamos ser una empresa integral. No sólo se trata de tener productos buenos, sino de que nuestra comunidad crezca a la par de la compañía. Para ello son constantemente capacitados y contamos con predios certificados, entre otras cosas. Respecto a la comunidad donde está inserta la fábrica -Viluco, Buin- hemos trabajado para promover la adopción tecnológica a través de puntos de wifi gratuito”, cuenta Luis Fernando Pacheco, gerente general de SouthAm Freeze Dry. Él señala que sus productos, que en su mayoría son exportados, son claro ejemplo de esta mirada. “Se trata de tener fruta sin aditivos ni preservantes, que a través del liofilizado no pierde sus propiedades. En el tiempo ha aumentado la demanda de este tipo de productos. En el extranjero es muy habitual, en Chile falta un poco”, destaca Flores.
¿Qué contempla la agricultura sustentable?
De acuerdo a la FAO hay algunos aspectos que resultan clave a la hora de incluir la sustentabilidad en el manejo de predios. Entre ellos está:
Administración del agua: con ello, se busca que existan sistemas de filtración adecuados que permitan una eficiencia de recursos y se evite la erosión de la tierra.
Evitar el uso de fertilizantes o pesticidas químicos, pues en algunos casos puede afectar tanto el agua como la fuente de alimento de algunas especies.
Rotación de productos: considerada una técnica milenaria, una de las maneras para evitar que el suelo pierda calidad y quede inutilizable es cultivar diferentes especies en el tiempo.
Comunidades: no sólo se trata de tener alimentos que generen menos impacto en el medioambiente, sino también de promover el crecimiento de las comunidades involucradas.
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