Lira turca es la moneda que más retrocede en el año, cayendo 11%, entre presiones contra su banco central

Lira turca
Reuters

La debilidad actual de la divisa subraya mayores riesgos para el financiamiento externo y la previsión de la inflación.




Una inflación mayor a la esperada en octubre, un déficit de la cuenta corriente en aumento y la aparición de tensiones diplomáticas entre EEUU y Turquía, han intensificado las presiones tras la depreciación de la lira turca, moneda que más valor ha perdido en el año, cayendo 11% en lo que va del año y 13% en los últimos tres meses. Pero, ¿por qué no se logra revertir la tendencia?

El costo de la vida a doce meses en Turquía se aceleró más rápido de lo esperado, llegando a 11,9% en octubre, de 7% un año atrás. Y medidas para estimular el consumo privado y la inversión, como recortes temporales de IVA y aumentos de un fondo de garantías de créditos, sumados a una normalización de los ingresos por turismo tras una caída en 2016, ayudaron a que el crecimiento del PIB repuntara a 5,1% en el primer semestre, sobre 1,7% en la segunda mitad de 2016. Esta rápida aceleración del aumento de la producción interna impulsada por demanda no sólo intensificó los precios subyacentes, sino que también expandió el déficit de cuenta corriente a 5,1% del PIB entre enero y septiembre (desde 3,9% en el mismo período del año anterior).

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Las señales de sobrecalentamiento en la economía y el desafío por el financiamiento externo hacen necesaria una postura de política monetaria más ajustada, según el Instituto Internacional de Finanzas. Sin embargo, el Presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha decidido atacar al banco central de Turquía, que dirige Murat Cetinkaya, por "seguir el camino equivocado para dominar la inflación", acusando también de errores por una serie de cambios a las proyecciones económicas de parte de la institución.

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Erdogan cree que las altas tasas de interés son las responsables de la alta inflación y su postura inquieta a los mercados y a los trabajadores del central de ese país, que siguen la visión ortodoxa que dice lo contrario. Erdogan incluso llegó a acusar al anterior líder del central de traición.

Según Fitch, la evaluación del rating de Turquía considera un equilibrio entre altas vulnerabilidades financieras externas, riesgos políticos y geopolíticos pronunciados y los altos niveles de inflación y volatilidad macroeconómica, frente a ratios bajos de deuda pública, respaldados por un compromiso con la estabilidad fiscal y un fuerte desempeño del crecimiento. Los indicadores estructurales de Turquía, en tanto, son generalmente superiores a sus pares. Fitch también destaca que en el referendo de abril se aprobaron cambios constitucionales que fortalecen el poder Erdogan. La implementación total de las disposiciones de la nueva constitución se completará con las elecciones de noviembre de 2019. De acuerdo a la agencia, la reforma constitucional ha ayudado a arraigar un sistema en el que los controles y frenos se han visto erosionados por un país polarizado, subrayando que el fortalecimiento de la economía hoy es más importante en la agenda política del gobierno de cara a las elecciones.

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Por su parte, IHS cree que la debilidad de la lira ayudaría al déficit de cuenta corriente, dando mayor competitividad a los envíos, aunque advierte que si se extiende mucho tiempo será un problema para bancos y privados con fuertes deudas. "Si la caída de la lira no se controla a fin de año, el central podría tener que actuar de manera independiente una vez más, yendo contra la presión política y elevar las tasas a inicios de 2018", dice el economista de IHS, Andrew Birch.

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