La actualización del escenario macroeconómico que delineó el Banco Central (BC) en el Informe de Política Monetaria (Ipom) de septiembre no fue auspicioso. El BC ajustó el rango de crecimiento de la economía en 2024 desde 2,25%-3%, a uno entre 2,25% y 2,75%. También redujo su pronóstico para la inversión desde -0,3% a -0,8%; y anticipó que el consumo privado crecerá menos de 2%. Y este lunes Hacienda reconoció que su propia proyección para el año, de 2,6%, no será posible.

Una constatación de ese bajo crecimiento que se ha registrado, y que según las proyecciones del BC se va a seguir viendo hacia adelante, se encuentra precisamente al observar el crecimiento de las colocaciones que reporta la banca a la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), que en septiembre anotaron su mayor retroceso en un año, con una caída de 2,51% en doce meses, totalizando $223.901.878 millones.

Esta baja real de las colocaciones estuvo explicada principalmente por el retroceso de 5,01% en doce meses que anotó la cartera comercial, que es la más grande de la banca, y en menor medida por consumo, con una contracción del 2,16%. En tanto, la cartera de vivienda subió un 1,62% en igual periodo.

Es que desde hace tiempo que las colocaciones de la banca no logran repuntar. Es más, según alertó el último informe que publicó la Asociación de Bancos (Abif) con cifras al cierre de septiembre, “el crédito bancario sigue en una fase contractiva, que ha resultado ser la más profunda y persistente de los últimos 30 años”.

De hecho, al hacer un frente a frente con otros países, Chile tampoco queda en buen pie. “Comparado a nivel internacional, la trayectoria del nivel de crédito bancario desde el inicio de la pandemia normalizado por el PIB de cada país muestra que, si bien existe una tendencia global hacia un menor crecimiento del crédito en los últimos años, Chile ha estado permanentemente en la cota inferior de la muestra, lo que indica que la caída del crédito local ha sido más profunda que en otras economías, tanto en comparación con la región como respecto de economías avanzadas”, afirma el informe de la Abif.

El anterior informe que había publicado el gremio bancario, con cifras al cierre de agosto, advirtió que “desde una perspectiva de mediano plazo, las colocaciones totales se encuentran en un nivel inferior al registrado antes de la pandemia. Una caída tan prolongada y persistente del crédito constituye un hecho singular en la historia reciente del sistema bancario. En efecto, en episodios de contracción pasados, tales como la crisis asiática (1998), el estallido de la burbuja dotcom (2002) y la crisis subprime (2008), el nivel de las colocaciones se recuperó dentro de 12 a 18 meses desde la caída inicial. En cambio, el ciclo actual lleva 50 meses sin recuperar el nivel ni menos la senda de crecimiento previa”.

Desde la banca atribuyen esta fase contractiva del crédito al bajo crecimiento que ha registrado el país y a que la inversión está estancada. Más allá de algunos créditos solicitados por grandes empresas puntuales, ya que en este contexto de altas tasas en el mercado de deuda los créditos bancarios tienen menores tasas, desde la industria aseguran que no ven que la inversión se esté reactivando, y que la gran mayoría de las pequeñas y medianas empresas no están creciendo.

Sobre la comparación de Chile versus otros países, advierten que la economía es la que manda, y hay otros países de la región que están iniciando ciclos de crecimiento mayores que a nivel local. Y en cuanto a inversión, aseguran que en Chile existe una base comparable más alta que en otros países, dado que existían mayores niveles de inversión hace algunos años atrás, por lo que el freno se sintió de manera más fuerte a nivel local.

Pablo Correa, economista y exvicepresidente de BancoEstado, comenta que ”se juntaron muchas cosas. Primero, veníamos de un ciclo del crédito expansivo, que fue alimentado por políticas públicas cuyo objetivo fue soportar una oferta crediticia sumamente anticíclica, que fue el conjunto de la provisión de garantías estatales como las líneas Covid 1 y 2 y de liquidez a través de las líneas del Banco Central. Eso en un escenario de tasas bajas, generó una expansión del crédito”.

Pero Correa afirma que ”desde ahí todo empieza a cambiar, y se suma un ambiente político sumamente incierto, más la adopción de Basilea III que termina el próximo año. Entonces se juntan tres cosas: empieza a aumentar el costo de financiamiento; segundo, tienes que empezar a pagar el acceso a liquidez del Banco Central, y se acaba el acceso a las garantías estatales. Por otro lado, viene un ciclo de incertidumbre interna donde se frenan todos los proyectos de inversión; el BC activa el colchón de capital que más que anticíclico pasa a ser procíclico. Y empieza en forma adicional a tener que constituir el capital adicional para Basilea III. Eso te genera un cambio en el apetito en los procesos de admisión de crédito, en particular en lo que eran los segmentos medios y los segmentos de empresas medianas y pymes”.

Juan Ángel San Martín, economista senior de Bci Estudios, cree que “la pronunciada caída de los créditos en Chile se debe, principalmente, a la menor profundidad en el mercado de capitales debido a los retiros parciales de los fondos de pensiones, lo cual ha elevado estructuralmente las tasas de interés”.

Consultados respecto de si esta fase contractiva en la que está el crédito bancario podrían anticipar una recesión, Correa responde: “Yo creo que no. Hoy día tienes ya ciertos brotes verdes tanto en la demanda como la oferta de crédito”. San Martín estima que “el menor dinamismo del sistema bancario es una consecuencia del profundo deterioro en el mercado de capitales. Sin embargo, se espera que durante los próximos trimestres las tasas de interés desciendan y eso entregue un impulso al crecimiento económico, aunque acotado relativo a lo que teníamos hace cinco años atrás”.