¿Bolsas plásticas vs la libre empresa?
La industria de las bolsas camisetas es el sector económico que hoy por hoy está siendo más duramente castigado por ser tildado como nocivo y altamente contaminante. Sin embargo, pocos se detienen a pensar que este mismo sector agrupa a más de 120 empresas, genera más de 2.500 puestos de trabajo directo, y muchas familias son parte de él, sin considerar los empleos indirectos como el transporte y proveedores. Un sector que, a mi juicio, es uno de los más sensibles socialmente, pues a él pertenece también la agrupación de empaquetadores de supermercados y retail que en total suman más de 50.000 miembros en todo Chile, muchos de ellos menores de edad que gracias a sus fuentes de trabajo, empaquetando en distintos supermercados, ayudan a sus familias a pagar las cuentas de luz, agua e incluso, sus estudios.
En una economía donde la inversión cae bruscamente en estos dos últimos años, y la tasa de crecimiento es del 1,6%, el empleo resulta ser clave a la hora de recobrar las confianzas. Pues bien, el imponer el término del uso de las bolsas plásticas como medio de empaquetado, no solo genera una lesión enorme a este sector sino también un costo impensado para millones de usuarios que deberán incurrir en un gasto adicional al tener que comprar bolsas de fibra reutilizables y bolsas negras para la basura que son 3 veces más contaminantes que la tradicional bolsa camiseta.
Solo limitar la venta de bolsas plásticas cuando existen otros productos plásticos más contaminantes resulta incomprensible. Una bolsa de esta naturaleza ocupa un volumen 50 veces menor que una botella o que un pañal desechable al momento de llegar a un vertedero. Por otra parte, la huella de carbono de una bolsa de papel es muy superior al de las bolsas plásticas, y las reutilizables corren el riesgo de provocar una contaminación cruzada con el transporte de hortalizas.
Si bien la intención de la autoridad es alinearse a una vida más ecológica y sana, donde todos estamos de acuerdo, en vez de prohibir su uso, debió normar cambios graduales tendientes a pasar de una bolsa camiseta básica a una con aditivos que la hagan biodegradable, cómo operan en otros países desarrollados. Si la decisión fue eliminar un producto del mercado, ligado a un grupo de empresarios y trabajadores que subsisten de este negocio y que hoy quedarán de manos cruzadas, entonces mañana será también el turno de las botellas de bebida, o de los frascos farmacéuticos, o de las cajas plásticas para guardar la ropa, o de las cajas de fruta de exportación, entre otros.
No hemos sido capaces de erradicar los autos, buses y camiones contaminantes que transitan con toda libertad en las calles de Santiago y sí somos capaces de borrar a un gremio con un solo decreto, sin darle la chance de reinventarse y sin otorgarle el apoyo para generar sus cambios. Lo único seguro será el temor de los bancos frente a estos clientes y sus pasivos, y posteriormente su quiebra con muchos empleos directos e indirectos, sin capacidad de reinventarse.
Nuestra economía necesita crecer y no requiere intervención sino regulación para seguir ejerciendo su derecho a "la libre empresa".
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