Carolina Morgado, de Rewilding Chile: “El ‘sector naturaleza’ crece sobre otras áreas productivas”
La directora ejecutiva de la fundación sucesora del legado Douglas Tompkins, cuenta la nueva etapa en que están y cómo el empresariado chileno se abre de a poco a la filantropía ambiental.
Este año se cumplen tres décadas desde que el empresario norteamericano Douglas Tompkins creó Tompkins Conservation, poniendo el ojo en el sur de Chile. Por otro lado, hace 20 años compró la Hacienda Chacabuco, hoy Parque Nacional Patagonia. Y hace dos años nace la Fundación Rewilding Chile, decisión tomada por la viuda del fundador de The North Face (fallecido el 2015), Kristine McDivitt, “pensando en que el legado de ambos tenía que seguir cuando ella tampoco estuviera”, comenta Carolina Morgado, directora ejecutiva de Rewilding Chile, quien agrega: “Pero para que nadie crea que es algo distinto, al nombre de la fundación le agregamos un apellido: ‘El legado de Tompkins Conservation’”.
Siguiendo con la historia, hace ocho años se creó la Ruta de los Parques de la Patagonia, luego de que la fundación del matrimonio estadounidense donara al Estado chileno los parques Pumalín (293.338 hectáreas) y Patagonia (83.733 hectáreas) que en conjunto, tomando en cuenta además instalaciones como cabañas, cafeterías y restaurantes, sitios de camping, senderos, pasarelas, señalética, caminos y casas para los empleados, fue valorizado en ese entonces en más de US$80 millones. El empresario ya había donado otros terrenos para ayudar a crear el Parque Nacional Corcovado (2005) y el Parque Nacional Yendegaia 2012), además de otros parques en Argentina. Y a principios de 2023, McDivitt propuso la donación de 93,492 hectáreas en Cabo Froward (Punta Arenas), para implementar un nuevo Parque en la Región de Magallanes, cuya inversión fue realizada gracias a la Fundación Tompkins Conservation, Rewilding Chile y el apoyo de ocho filántropos, dos de ellos chilenos.
Morgado lidera los trabajos y proyectos de Rewilding en nuestro país, que consiste en detectar posibles territorios que puedan ser conservados. Conoce todo al dedillo, ya que trabajaba desde 1995 junto al fallecido magnate conservacionista. “Somos un equipo que está hace muchos años juntos. Somos hijos del rigor de Dug”, dice riendo.
¿Cuál es la principal diferencia de Rewilding Chile con otras entidades conservacionistas?
-Por muchos años, este tipo de organizaciones se enfocaban en la restauración ecológica, por ejemplo, limpiar o reforestar un bosque que se incendió. Pero más que fijarnos en una especie, lo hacemos en el funcionamiento de un ecosistema completo. El rewilding (restauración de la vida silvestre) nace como concepto hace 40 años, pero hoy está más fuerte que nunca, ya que busca soluciones naturales para combatir el cambio climático.
Entonces, ¿cuál es el campo de acción de la fundación ahora?
-La creación de parques en ciertos ecosistemas, donde evaluamos programas de rewilding. Identificamos las especies de flora y fauna disminuidas, como el huemul, ñandú, puma o cóndor. Por ejemplo, en el valle Chacabuco (Región de Aysén) restauramos más de 50 mil hectáreas de estepa. Claro, uno podría esperar que la estepa se recuperara sola, pero nosotros hacemos un manejo activo para eso se logre más rápido. Y en el caso del monitoreo de vida silvestre, trabajamos junto a Conaf y el SAG.
¿Y qué viene después que se logra el objetivo?
-Como segunda etapa, desarrollamos emprendimientos con las personas que viven cerca de los parques para fortalecer sus actividades económicas. O sea, que puedan vivir gracias a ellos. El objetivo es cómo pueden lograr crear una economía distinta a la extractiva y que va de la mano de la protección por la naturaleza, pero sin eliminar las formas de vida local, como por ejemplo, la ganadería. Lo que queremos demostrar es que la inversión en parques nacionales se transforma en el motor de las economías locales.
Justo cambiaron de nombre en pandemia. ¿Cómo este tema ha influido en la visión que tienen?
-La pandemia produjo una baja de visitantes a los parques, pero trajo después un fenómeno mundial, donde mucha gente quiere ahora tener su pedacito de naturaleza. Claro, eso está causando estragos en muchos lugares, pero se entiende. Es un efecto bien estudiado, donde el “sector naturaleza” crece sobre otras áreas productivas. Y en este punto creo que nuestro trabajo más importante es cómo logramos ayudar a levantar políticas públicas y presupuestos para esa economía de la naturaleza.
¿Cree que lo mismo que han hecho ustedes entusiasme a compañías o a grandes empresarios chilenos a hacer algo similar?
-Si vemos las áreas protegidas por privados que había cuando Dug se instaló en Chile y las de ahora, existe una gran diferencia. Chile cambió también en esto. Hay un interés enorme en familias de gran poder económico que ya tienen grandes reservas para la protección de ecosistemas. La mirada ya no es sólo sacar cosas de la naturaleza, sino también de crear espacios de protección privada o de acceso público (eso dependerá de cada uno). También estamos viendo grandes áreas de conservación que están creando empresas, como Explora. Y algo que está creciendo fuerte es la filantropía ambiental.
¿Cómo así?
-Aún es muy incipiente. Creo que el 99,9% del dinero de esta actividad para Chile viene de extranjeros. Justo me voy a Europa ahora en octubre para hacer un recorrido de varios parques con empresarios que colaboran en el financiamiento de nuestros proyectos. De hecho, Cabo Froward lo compramos mediante nueve donantes, de los cuales dos son chilenos. Necesitamos despertar esa motivación.
¿Pero los contactan empresas que quieren donar?
-Permanentemente, pero el problema es que en Chile hay muchas limitaciones para eso. Se han hecho ciertas modificaciones a la legislación que se están implementando, pero toma un tiempo. No es como en Estados Unidos, donde donar es automático y la puerta está abierta. Acá es muy lento, pero vemos una creciente intención de muchas empresas por proyectos.
¿Qué cosas deberían mejorar en la legislación en pos de la filantropía ambiental?
-En Chile todas las modalidades de donaciones están separadas. Por eso es que una ley de filantropía ambiental sería maravilloso como concepto. Para cosas educativas, no hay problema. En Chile puedes conseguirte dinero para hacer un libro sobre el huemul, pero si quieres tratar de salvarlo, es muy complicado conseguir fondos.
Y en esa línea, ¿cómo ayuda la reciente creación del Servicio de Biodiversidad y Áreas protegidas (SBAP)?
-Hoy tienes que ir a Subpesca para los parques marinos y al Ministerio de Medioambiente para otras cosas. Está todo repartido. Así que es una buena noticia para Chile tener todas las áreas en un mismo ministerio, gracias a la creación del SBAP. Por supuesto que esto tiene que venir después acompañado de un importante aumento presupuestario, si no, vamos a quedar donde mismo.
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