Cocreadora de Endeavor a nivel mundial: "Las economías no pueden prosperar si el pez gordo no alimenta al pez pequeño"
Linda Rottenberg explica las diferencias entre las startups de los 90 y las actuales. Además, opina por qué Chile puede ser un líder en innovación y emprendimiento en las áreas medioambientales.
¿Adónde me vine a meter? pensó Linda Rottenberg cuando pisó por primera vez el suelo chileno en la década de los 90. Esta abogada de la Universidad de Harvard aterrizó a los 25 años con las ganas (y la idea) de aportar al mundo emprendedor latinoamericano. En ese entonces no existía el término "millennial", pero los análogos a esa generación estaban hipnotizados con el comienzo de internet masivo. Antes del colapso de la burbuja de las puntocom (marzo de 2000), en Latinoamérica se lanzaban todas las semanas nuevos emprendimientos ligados a la supercarretera de la información. Todos querían ser Yahoo! o Amazon. Google estaba en probeta.
En este ambiente fue donde Linda abrió la primera oficina de Endeavor (1997), entidad que apoya el espíritu emprendedor en más de 30 países de todo el orbe y a cerca de 1.800 compañías, que generan unos US$20 mil millones en ingresos. Uno de sus brazos es Endeavor Catalyst, que hasta la fecha ha recaudado US$115 millones y se encuentran ad portas de concretar un tercer fondo por US$100 millones. "Mucho ha cambiado desde los 90, tanto en Silicon Valley como en todo el mundo. Las innovaciones como el iPhone, el cloud computing, la Inteligencia Artificial y blockchain continúan transformando las normas comerciales establecidas", dice Rottenberg desde Nueva York, donde vive actualmente.
¿Cuáles son las principales diferencias entre las startups de los 90 y las actuales?
-Hoy en EEUU, mientras Apple y Microsoft siguen allí, Facebook, Uber y Airbnb también lo están, y ninguna de ellas existió en los 90. Es un mundo completamente diferente. Para empezar, China como centro de innovación no existía. Hoy, algunas de las principales compañías del mundo, como Alibaba, Meituan y Tencent rivalizan con sus contrapartes de Silicon Valley.
¿Y en Chile?
-En los 90 nadie en Chile se llamaba a sí mismo un "emprendedor", y la idea de que el niño sin el apellido correcto pudiera encontrar una empresa nueva y tener acceso a mentores y capital parecía una locura.
¿Hoy ya no sucede lo mismo en países emergentes?
-MercadoLibre, fundada en Argentina, hoy tiene un valor de más de US$20 mil millones. Solo hace unas semanas, Uber compró Careem por US$3.100 millones.
Durante dos décadas, la tecnología ha sido la protagonista de la motivación de las startups, pero ¿qué otras áreas son igualmente importantes?
-Cuando comenzamos en Endeavor había una clara división entre las empresas de tecnología y las empresas no tecnológicas. Hoy, diría que casi todas las compañías que vemos tienen, de alguna manera, tecnología. Por ejemplo, las empresas minoristas han creado plataformas de comercio electrónico, como Peixe Urbano; y las de atención médica como Dr. Consulta en Brasil están utilizando la tecnología para mejorar los registros médicos y salvar vidas.
¿Crees que también hay un mayor interés en crear startup con impacto social?
-Aquí es donde Endeavor tiene una visión ligeramente diferente de los inversores tradicionales y la nueva clase de "inversores de impacto". Volviendo al caso de Mercado Libre, ellos proporcionan una plataforma en la que más de medio millón de personas se ganan la vida, realizan operaciones bancarias sin banca y dan oportunidad a los jubilados, a las personas en las zonas rurales, así como a los ingenieros ¡Eso es impacto social! Creo que la definición de "social" no puede ser tan estrecha que pasamos por alto innovaciones realmente importantes que crean oportunidades masivas y muchos puestos de trabajo.
¿Por ejemplo?
-En América Latina, Rappi y Cornershop han tenido un gran impacto social al contratar personas para ganarse la vida en su propio horario.
¿El tema medioambiental es un área importante para la creación de startups?
-Creo que Chile tiene una ventaja competitiva real. TriCiclos está tomando la iniciativa en innovaciones ambientales y hay una serie de otras actividades acuícolas y de biotecnología interesantes. Creo que en una década podremos ver a las compañías chilenas a la cabeza.
Sin embargo, hay muchas críticas hacia los grandes empresarios chilenos y latinoamericanos por brindar poco apoyo al emprendimiento.
-La creación de redes que fomentan el intercambio abierto de ideas y la reinversión de valores es lo que crea un ecosistema empresarial. Las economías no pueden prosperar si el "pez gordo" no alimenta al "pez pequeño". Por lo tanto, no estoy de acuerdo con esta crítica: nuestros empresarios quieren apoyar, solo necesitan las oportunidades y plataformas adecuadas.
¿Cómo crear, entonces, una cultura de mayor riesgo en América Latina?
-¡Esa es una pregunta muy chilena! ¡No recibo esas preguntas de periodistas argentinos y brasileños! Chile tal vez ha sido el país más estable de Latinoamérica en dos décadas, pero a expensas de una cultura de innovación alimentada por el caos. Brasileños, argentinos, colombianos y mexicanos realmente se atreven a pensar globalmente y sin miedo de anular las normas existentes o de luchar contra el pez gordo. En Chile veo más cautela. Y tengo la esperanza de que con algunas historias más de ruptura, podemos ayudar a la próxima generación a decir: "Oye, si él o ella soñó en grande y logró el éxito haciendo algo un poco arriesgado, yo también puedo". Hoy el mayor riesgo es no correr ningún riesgo.
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