Columna de Tomás Casanegra: “El tablero”

Tomas Casanegra
Tomás Casanegra, inversionista (@tomcasanegra).

“Acabamos de ver a los líderes europeos con cabeza gacha en Notre Dame saludando a una especie de Napoleón o Julio César moderno que representa a otra república, república que si quisiera podría ser imperio pensaban ellos. Así es el juego”.


“El dinero nunca ha sido una gran motivación para mí, excepto como manera de ver mi puntaje. Lo realmente excitante es jugar el juego”, decía el presidente electo de Estados Unidos, aunque en la práctica en ejercicio, Donald Trump.

Para ganar el “juego” va a necesitar un equipo, recursos y una estrategia ganadora. Si además el tablero en que se va a jugar lo pone él, la partida se va a hacer casi imposible para los demás competidores.

Para empezar, en el equipo está el hombre vivo que más valor ha creado. No lo digo yo, lo dice el mundo, que libremente decidió hacerlo acreedor de derechos económicos por US$460 mil millones (su fortuna personal) a cambio de sus gracias. Gracias que pasan por fabricar autos que se manejan solos, cohetes espaciales que aterrizan parados, o haber sido pionero en inteligencia artificial y medios de pago digitales en el pasado. Pero el equipo es más que Elon Musk. Por ejemplo, decanos de Wall Street se peleaban por ir a dar el examen a Mar-a-Lago para ser el próximo secretario del Tesoro. Trump se quedó con Scott Bessent, desechando a Marc Rowan en la gran final.

Al equipo económico Trump ya le dio su estrategia: el Estado se achica. Con esto, además de aliviar tributariamente a las personas y empresas, la nueva administración pretende sacar del cuello de los privados a los miles de “Dr. No” que habitan cargos públicos. Elon Musk ha comentado mucho sobre la duplicidad de agencias regulatorias y complejidad en general que no sólo es un freno a la inversión, sino que obliga a tener cientos de miles de personas empleadas innecesariamente, personas que podrían aportar en el sector privado. Impuestos internos, por ejemplo, tiene que emplear a 90.000 personas por un problema autoinventado, un tortuoso sistema tributario.

¿Y el tablero? Bueno, esas son palabras aún mayores. Hasta la Gran Depresión de hace casi un siglo, el juego económico se jugaba con fichas de oro. La cantidad de lingotes de oro en posesión determinaban el crédito (dinero) que una economía podía mantener en circulación. Con una paridad fija con respecto al oro y una asociación metafísica con él, como decía Keynes, pensar en regular la cantidad de crédito (dinero) en la economía a través de mayores tasas de interés era como mandar de regreso a las minas de oro los lingotes que ya estaban en las bóvedas de los bancos centrales. Como sabemos, la paridad se hizo insostenible y las fichas pasaron de ser de oro a ser de papel verde. El tablero, por consiguiente, dejó de ser fijo y pasó a ser moldeable. Para hacer una analogía física, mientras todos los países vivimos en un mundo newtoniano, con un marco de referencia fijo, Estados Unidos vive en un mundo relativo en el cual a través de sus acciones puede cambiar la referencia, curvar el espacio/tiempo financiero diría Einstein.

Es como si el tablero, el banco, y en gran medida las reglas del juego del Monopoly los pusiera un jugador. Europa trató de crear su propio juego con el euro, pero sin el ingrediente básico, que es una economía pujante. Los BRICS lo insinuaron ahora también, pero Trump ya los amenazó, y creo que no pasará de aquello. El poder cuando se usa se gasta, y sancionar más de la cuenta a otras economías puede motivarlas aún más para crear su propio juego (sólo puedes sancionar financieramente a quien ocupa tus instrumentos financieros, pasa por tu jurisdicción). Si a alguien se le ocurre que el tablero de referencia futuro será bitcoin, bueno, también anunció que crearía reservas de ellas, just in case supongo yo.

Acabamos de ver a los líderes europeos con cabeza gacha en Notre Dame saludando a una especie de Napoleón o Julio César moderno que representa a otra república, república que si quisiera podría ser imperio pensaban ellos. Así es el juego.

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