El empresario: síndrome del perro apaleado

Paseo Ahumada
Foto. Agenciauno

La voluntad de subir los impuestos a las personas, refleja más bien una decisión política que técnica, que debe tener otros objetivos distintos a los que este gobierno desea traspasar a la población, que, entiendo, son el aumentar la inversión, el recuperar la confianza y crear un clima de positivas expectativas y así corregir el rumbo de nuestra economía.


Conversando con distintos empresarios, es unánime la sensación de incertidumbre y tristeza, provocada por situaciones como la repentina alza del dólar, o la depreciación del peso argentino que ha afectado a importantes empresas chilenas, o la guerra comercial entre EEUU y China. Pero sin duda, la mayor fuente de rechazo es el clima interno de nuestro país, con un aumento en la caída de la aprobación del gobierno del Presidente Piñera en 4%, que comparable con el peak del 60% cuando fue electo, marca un quiebre o desacople de lo que el país necesita y de lo que los chilenos vemos.

Situaciones como empresarios fomentando aumentar los impuestos a las personas naturales, atentan por un ambiente de certidumbre y propicio en pos de recuperar las confianzas y los equilibrios microeconómicos. Está claro que subir los impuestos a las personas naturales afecta directamente a los empresarios, en particular a los pequeños y medianos quienes representan el 80% del empleo, de los tributos y de los ingresos de nuestro país y donde sus ingresos personales provienen precisamente de sus empresas, hoy fuertemente lesionadas por la equivocada lectura del anterior gobierno traducida en una mala reforma tributaria y laboral que implicó -recordemos- el cambio de dos ministros de Hacienda, nunca antes visto.

Los empresarios saben que si deben desvincular a dos gerentes de finanzas en sus empresas, quiere decir que el problema es grave y más aún, que el problema es de ellos y no de los gerentes despedidos. Pues bien, hoy muchos empresarios han debido endeudarse con la banca o en el sistema financiero informal con el propósito de cubrir sus desfases de caja llegando algunos a desinvertir, es decir, a vender equipos, maquinarias o activos inmobiliarios para llegar a fin de mes y cumplir con sus trabajadores.

La voluntad de subir los impuestos a las personas, refleja más bien una decisión política que técnica, que debe tener otros objetivos distintos a los que este gobierno desea traspasar a la población, que, entiendo, son el aumentar la inversión, el recuperar la confianza y crear un clima de positivas expectativas y así corregir el rumbo de nuestra economía. Todo lo que no se encuadre en estos objetivos, daña irremediablemente la imagen del gobierno y su gestión. Con un desempleo subiendo al 7,3% el mayor desde 2011, la producción bajando 1,6% interanual empujada por la minería y el sector producción, la verdad es que no hay espacios para agendas individuales, por el contrario, es urgente una alineación clara y transparente por lograr sacar adelante el país.

Herbert Simon, profesor norteamericano y premio Nobel de Economía de 1978, decía que "el recurso económico más escaso en el mundo es la atención", las personas se dejan llevar por las emociones y las experiencias y si estas han sido negativas como las que dejó el anterior gobierno, con un magro crecimiento económico, las personas terminan racionalizando sus decisiones y sintiendo temor o incertidumbre en sus decisiones de inversión o de consumo. Yo lo llamaría "el síndrome del perro apaleado", tantos golpes te hacen bajar la cabeza y así hoy se sienten muchos empresarios.

Necesitamos recuperar la atención de las personas, del consumidor, de los empresarios, "el miedo es natural en el prudente, vencerlo es misión del valiente".

Socio director de Altadireccion Capital

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