Estudio de McKinsey concluye que Chile podría ser el único país carbono neutral de América Latina para el 2040

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Según la consultora, nuestro país tiene las condiciones para alcanzar la meta y además generar un impacto económico positivo si invierte entre US$60 mil millones y US$70 mil millones. Incluso, Chile estaría a nivel de países desarrollados que también han comprometido dar este paso, como Finlandia, Austria e Islandia.


Chile puede ser uno de los líderes globales hacia la carbono neutralidad en el mundo. Así lo establece el estudio elaborado por la consultora McKinsey & Company “¿Cómo puede Chile liderar la transición hacia net zero?”, que indica que el país alcanzaría las metas de carbono neutralidad antes de lo esperado si acelera sus estrategias en descarbonización.

El informe es una actualización del trabajo realizado el 2019, con el objetivo de evaluar el impacto del avance del conocimiento y la tecnología en estos últimos cuatro años, usando herramientas propias de exploración de escenarios de descarbonización utilizadas en más de 45 países, que representan el 75% del PIB global. De hecho -concluye el texto-, Chile podría ser el primer país en lograr ser carbono neutral al 2040 con un impacto económico positivo de esos 45 países analizados, entre los que están Brasil, Colombia y Panamá dentro del contexto latinoamericano; y países como Estados Unidos, Alemania y Francia en el resto del mundo.

Tomando los datos públicos de indicadores como el PIB, estrategias de transición energética y comportamiento de las diversas industrias, entre otros, el informe asegura además que Chile tiene una oportunidad única de ser líder en la exportación de productos claves para la descarbonización mundial como el hidrógeno verde, acero verde, cobre y litio, lo que también traería beneficios económicos, oportunidades de negocio y desarrollo.

En resumen, el informe plantea que Chile es el único país que puede alcanzar la carbono neutralidad en la región en 2040 con un resultado positivo. O sea, que implica que los beneficios son mayores que las inversiones.

Ahora bien, McKinsey aclara que para lograrlo, nuestro país deberá hacer algunos ajustes, porque si siguen las cosas como hasta ahora, no llegaría al 2040 a la meta. Necesita para ello una inversión extra de entre US$60.000 millones y US$70.000 millones en energía, transporte y edificios. Esto reduciría las emisiones acumuladas entre 2018 y 2050 (proyección) en más de un 80%, por medio de la descarbonización de la matriz energética.

Puntualiza que para conseguirlo, las acciones deberán estar puestas en cinco sectores: Energía, a través de la generación de energía solar y eólica y baterías en el sistema, contribuyendo con un 44%; Transporte, con la venta y uso de autos de tecnología limpia (autos eléctricos o híbridos), aportando con un 26%; Industria y Minería, con electrificación de camiones y maquinaria (15%); Edificios, viviendas con calefacción y agua caliente por tecnologías limpias (8%); Bosques y uso de suelos, crecimiento de áreas forestales y de tierras degradadas restauradas (7%).

Para todo esto, el estudio recomienda varias acciones como la construcción de plantas de energías renovable, vehículos y equipamiento industrial electrificado, aislamiento térmico y calefacción eléctrica, sustitución de combustibles fósiles y un impulso a la eficiencia energética. Entrando más en detalle, apuntando a que se logre que el 70% de la energía eléctrica al 2030 provenga de fuentes limpias, como la eólica o la fotovoltaica. Por otro lado, el 47% de los autos vendidos en el país al 2030 deberían utilizar energías limpias y un 100% al 2050; mientras el 39% de camiones extractores, bulldozers y palas mineras para 2030, deberían estar en la misma línea, entre otras acciones (ver gráfico).

Por otro lado, de acuerdo al estudio, Chile generó 48 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono durante el 2018, lo cual se calcula de acuerdo a la sumatoria de las emisiones de todos los sectores, donde la mayor parte estaría en energía, con unas 32 millones de toneladas métricas equivalentes de dióxido de carbono (MtCO2e), 29 en transporte, 24 en el sector industrial (incluye minería), 13 agricultura, 7 sector inmobiliario, edificios y residencial y un 7 en residuos. Esto suma 112 MtCO2e y a eso se le resta 64 MtCO2e por concepto de bosques nativos y plantaciones.

“Es una oportunidad única de aprovechar la cantidad y calidad de los recursos que van a impulsar la transición energética y descarbonización mundial de la economía” señala Xavier Costantini, socio senior, líder de la práctica sustentabilidad en América latina y responable de la oficina de McKinsey & Company Uruguay. Además, agrega que dadas las posibilidades que brinda la geografía y la calidad del recurso natural que se puede extraer en el país, sobra energía renovable para el mundo, por lo que se hace necesario repetir la fórmula que se ha hecho con la minería para el caso del hidrógeno verde o litio. Así, a juicio del experto, “es fundamental que haya claridad en la normativa para que lleguen las inversiones, se desarrolle la industria en zonas como Magallanes. Creo que hay una verdadera oportunidad de desarrollar capacidades y conocimientos nuevos en el país”.

El informe señala que la colaboración en ambos sectores debe ir en línea con incentivos para electrificar hogares, establecer un marco regulatorio estable para desbloquear inversiones en infraestructura, fomentar las capacitaciones especializadas por parte del Estado y los privados, acelerar la descarbonización de sus operaciones y cadena de valor, construir negocios verdes a escala y capacitación de colaboradores.

Incluso, indica, en un escenario auspicioso -tanto en la descarbonización nacional como de exportaciones de productos verdes- podría significar un aumento del PIB de entre US$ 80 mil millones a US$95 mil millones y 650 mil nuevos empleos al 2050.

El informe sostiene también que es primordial el trabajo de los sectores privado y público, ya que sus acciones “determinarían si Chile podría ser una estrella de la economía verde o si podría quedarse atrás”. En ese sentido -indica la investigación-, se ve una oportunidad de armar una estrategia de desarrollo, de manera conjunta, que genere un crecimiento significativo y posicione la marca Chile “como un país que contribuye significativamente a la descarbonización del planeta, aprovechando los recursos naturales de manera sustentable”, concluye McKinsey.

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