Exsocio de Santa Martina, el empresario que suma más medallas en Chile
A sus 89 años, Espir Aguad acumula 141 preseas doradas, 200 de plata y 200 de bronce, en distintas modalidades de natación senior, donde ostenta récords nacionales y panamericanos. El empresario revela sus inicios las telas y la reciente venta de la Hacienda Santa Martina.
Como pez en el agua. Así se siente el empresario Espir Aguad (89) al nadar en una de las piscinas de la Hacienda Santa Martina, el club de golf y familiar que él y su hijo Ricardo impulsaron durante las últimas décadas en La Dehesa.
Es que lo que más le entusiasma en la vida, además de su familia, es la natación. Reconoce estar molesto porque en Chile no lo han tomado suficientemente en cuenta. "He hecho cosas que ningún atleta en el mundo ha hecho" dice, mostrando su rincón de medallas en Santa Martina.
El empresario, hijo de palestinos, ha sido campeón sudamericano senior de natación en distintos años y es recordista panamericano en la prueba de 800 metros libres, hito que logró en Río de Janeiro en 2012, en el estadio Maracaná. Tiene 141 preseas doradas, 200 plateadas y otras 200 de bronce. Ha sido recordista nacional absoluto en las pruebas de 50, 100, 200, 400, 800 y 1.500 metros libres por 20 años consecutivos, en todas las categorías, que van desde los 70 a los 89 años.
"En el fútbol u otros deportes se recibe en La Moneda a los medallistas de oro, pero a mí nada", expresa con molestia. Sin embargo, está tranquilo con el reconocimiento que ha tenido de Michael Phelps. El nadador y deportista olímpico más condecorado de todos los tiempos lo quiso conocer cuando visitó Chile, hace casi dos años. Se reunieron y el "tiburón de Baltimore" le regaló una polera con su autógrafo, que es atesorada por el empresario en su rincón de reconocimientos.
Venta de Santa Martina
Hace algunas semanas se vendió Hacienda Santa Martina. Ricardo Aguad -hijo de Espir, que maneja el negocio y que lo desarrolló- reveló en La Segunda que el club tenía que afrontar compromisos financieros por $ 14 mil millones. Pero los nuevos dueños, la familia Hazbún Rezuc, sanearon la deuda.
"Santa Martina fue vendida. Los Hazbún son grandes inversionistas y Santa Martina mejoró su posición financiera. Tenemos muy buena relación. Además, van a hacer un hotel y otros desarrollos", dice Espir.
El empresario se niega a dar montos de la operación y se limita a contestar que "estamos tranquilos. Mi hijo Ricardo sigue trabajando con los nuevos dueños".
La adquisición de las 730 hectáreas de Santa Martina en los 80 fue un golpe de suerte.
El empresario cuenta que le regaló una casa a un trabajador de su negocio, el Supermercado de las Telas, de Irarrázaval. Fueron a la notaría, firmaron la escritura e hicieron el traspaso. Era junio y llovía a chuzo, de hecho en esos días se desbordó el río Mapocho. El trabajador invitó a Espir a una comida especial, en calle Phillips, en muestra de su agradecimiento. Y, pese a que Aguad no bebe, ese día lo conminaron a hacerlo en su honor. Con unas copas en el cuerpo, cuenta, divisó en un diario del restorán que ese día se rematarían 1.365 parcelas en La Dehesa. "Las compro", dijo. Caminó un par de cuadras desde Phillips hacia Bandera, calle donde se ubicaba el Banco del Trabajo, lugar del remate. El presidente del banco era José Said, amigo de Espir Aguad, con quien comparten el haber crecido en Arequipa y el haber nacido el mismo 17 de abril de 1930.
Para participar en el remate, le pidieron a Aguad un cheque en garantía por $ 20 millones.
El remate se iniciaba a las 14 horas. Llegó cinco minutos antes y había cientos de personas, entre ellas el abogado de Augusto Pinochet, Pablo Rodríguez, y un grupo de empresarios, entre ellos Guillermo Schiess. Espir había ofertado. La persona a cargo del remate le preguntó si es que su oferta era verdadera, a lo que él respondió: "¡Por supuesto!". Nadie pudo superar el monto y se adjudicó los terrenos donde hoy está Santa Martina.
De Chile a Arequipa
Espir Aguad Abusada es chileno, hijo de inmigrantes árabes que llegaron a Salamanca. Allí nació y estudió la primaria en una escuela fiscal. Desde chico su mamá lo mandaba a vender pantalones, camisas y jabones a los obreros en las haciendas de caña de azúcar.
A los 14 emigró con su familia a Arequipa, Perú. Allí abrieron una tienda de ropa. Espir salió a vender mercadería desde los 15, y a los 17 tuvo una camioneta, con la que viajaba a todos los pueblos chicos a comerciar. Cambiaba en la Puna, a cinco mil metros de altura, ropa por pepitas de oro con los pueblos originarios en Perú.
Luego entró a estudiar Medicina en la Universidad de San Agustín, en Arequipa. Rápidamente se consiguió una beca para ir a EE.UU., a la Universidad Davis de West Virginia. Ya era campeón de saltos ornamentales y barras en Perú. Con esas credenciales, conoció por fortuna al actor de Hollywood Burt Lancaster y entrenó con él. Luego se trasladó a la Universidad de Columbia. Estuvo dos años ahí, pero dice que el bolsillo no le aguantó. Regresó a Arequipa.
A su vuelta, sus hermanos se fueron a expandir el negocio textil a Lima y Espir se quedó a cargo de la fábrica de confecciones que inauguró la familia en Arequipa, donde les hacían los uniformes a los estudiantes y a los militares. Allí reconoce que desde los 20 años se transformó en una persona rica.
Un verano vino a Chile y conoció a su actual esposa. Pero su retorno de forma permanente fue en 1962, luego de que el terremoto de Arequipa destruyera su pujante fábrica. Sin seguros de por medio, lo perdió casi todo. Llegó a Santiago con US$ 6.000, sin hogar ni bienes. Arrendó una casa de adobe en Manuel de Salas, Ñuñoa.
"Empecé a comprar telas y luego a venderlas por mayor, así me fui agrandando. Ofrecía comprar mercadería a un precio bajo y me llevaba todo lo que había en una bodega, completa, sin importar fallas. Luego, vendía las telas a los comerciantes de todo Chile. Compraba a $ 1.000 y vendía a $ 3.000", rememora.
Adicionalmente, Aguad detalla que fue incrementando su patrimonio con la compraventa de terrenos y casas. "Fui uno de los pocos que se quedaron en la época de la Unidad Popular. Aproveché y compré un montón de propiedades. Lo que hoy es Los Cobres de Vitacura, era mío. Luego, vendía las propiedades más caras", cuenta. También tuvo más de 1.600 hectáreas en el sector de El Tabón, que luego se las vendió a una empresa brasileña.
Hoy asegura: "Lo máximo que tengo son mis hijos, nietos, bisnietos y señora. Lo demás, ¡que se vaya a la mierda!".
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